Ya tiene el no

Zapatero contest¨® con un no bastante escueto al emplazamiento de Ibarretxe y se dedic¨® a hablar de otras cosas (econom¨ªa, trenes, tecnolog¨ªa), sin entrar en las pol¨¦micas abstrusas que busca el lehendakari para alimentar su discurso victimista. El choque de locomotoras augurado por el PNV se aplaza, pero no hasta la entrevista del d¨ªa 20 en La Moncloa, cuyo desenlace ya se conoce, sino hasta el pleno del Parlamento vasco de junio en el que se vota la autorizaci¨®n para convocar la consulta soberanista.

Ser¨¢ entonces cuando el lehendakari tendr¨¢ que explicarse: decidir si acepta los votos de EHAK (el grupo sucesor de Batasuna), que necesita para proseguir su ruta, y si est¨¢ dispuesto a desafiar a la legalidad una vez que la convocatoria sea recurrida. O si renuncia a esos votos y, como se comprometi¨®, convoca elecciones anticipadas, con el riesgo de perderlas.

Lo planteado por Ibarretxe es que el presidente del Gobierno de Espa?a d¨¦ luz verde a la renuncia del Estado a participar en la definici¨®n de un nuevo estatus pol¨ªtico del Pa¨ªs Vasco y Navarra. La autodeterminaci¨®n, ahora con la astucia pueril (pero no inocente) de incorporar p¨¢rrafos del preacuerdo discutido en Loiola a finales de 2006 por PSOE, PNV y Batasuna en un intento de evitar la inminente ruptura de la tregua. Aquello fue un error, pero es desleal en grado sumo que lo utilice contra los socialistas el lehendakari elegido en las listas del partido que comparti¨® con ellos la responsabilidad de cometerlo.

Imaz no lo habr¨ªa hecho. Y tampoco habr¨ªa planteado la consulta al modo de Ibarretxe: como suced¨¢neo del inexistente acuerdo, y en plena ofensiva etarra de intimidaci¨®n contra los socialistas. El anterior presidente del PNV record¨® el pasado verano el compromiso de su partido y del tripartito vasco de condicionar la consulta a la ausencia de violencia y a la existencia de un acuerdo previo entre los partidos "que rechazamos la violencia como forma de alcanzar fines pol¨ªticos". La consulta, dec¨ªa Imaz, "no es un arma arrojadiza ni una excusa de los partidos para delegar en la sociedad su obligaci¨®n de (...) lograr un acuerdo".

Lo que el s¨¢bado dijo su sucesor ??igo Urkullu fue que, si no hay acuerdo, cada cual defender¨¢ sus planteamientos "hasta el final", aunque "desde el respeto a las reglas de juego". Pero la propuesta de Ibarretxe a Zapatero es un intento de saltarse esas reglas: de sustituir el consenso interno por una adhesi¨®n del presidente Zapatero a una propuesta personal del lehendakari, y de desbordar los l¨ªmites constitucionales mediante procedimientos plebiscitarios.

Ibarretxe no puede ignorar que es imposible que el presidente espa?ol acepte tal cosa. Por eso cabe conjeturar que el texto iba m¨¢s bien dirigido a provocar la ruptura, para presentarse como v¨ªctima de la intransigencia espa?ola, y a hacer ver a los de EHAK que les conviene m¨¢s permitirle seguir adelante con su hoja de ruta que provocar el anticipo electoral.