"?Que les corten la cuerda!"
Dos miembros de un grupo antitaurino se cuelgan de la fachada de Las Ventas
La plaza de toros est¨¢ ah¨ª, s¨ª, un poco m¨¢s abajo a la izquierda. Exactamente, doblando detr¨¢s de aquel se?or sin brazos que sujeta el peri¨®dico con los mu?ones. Pero a¨²n no hay mucha gente. Est¨¢n casi todos en Los Timbales, por ejemplo. O en los dem¨¢s bares de la calle de Alcal¨¢. Casi nadie entre las estatuas del Doctor Fleming, inventor de la penicilina, y de Antonio Bienvenida, matador de toros. Eso es porque la und¨¦cima corrida de San Isidro, la que coincide con el d¨ªa del santo, a¨²n no ha comenzado.
Poco a poco van emergiendo las se?oras con mantilla, pocas, y los caballeros con el pelo aplastado sobre el cr¨¢neo y rebeldes caracolillos en la nuca, muchos. Francisco tiene un abono de persona mayor. Eso significa que le sit¨²an en las andanadas. Y que est¨¢ "a tomar por culo de los toros". Un problema, porque Francisco, dice, no ve bien. "Yo no le puedo explicar y bien que lo siento", explica Francisco. "B¨²squese a otro", concluye y desaparece por el tendido del siete.
Uno de los activistas denunci¨® que un aficionado le peg¨® un coscorr¨®n
Mientras, la plaza se agita. "?Que les corten la cuerda y que se pongan a trabajar!", gritan muchos aficionados a un par de muchachos contrarios a la fiesta que se han descolgado desde lo m¨¢s alto de la puerta grande. Cuando a los que gritan se les hace notar la contradicci¨®n de sus deseos -si se matan no podr¨¢n trabajar-, escogen la primera opci¨®n: "?Qu¨¦ les corten la cuerda!". Un individuo, seg¨²n denuncia Javier Moreno, de Igualdad Animal, est¨¢ a punto de llevar a cabo los deseos de la turba. Intenta desenroscar uno de los grilletes que mantiene a uno de los chavales levitando sobre el coso. El propio Moreno, seg¨²n su relato, lo impide. Pero le cuesta alg¨²n coscorr¨®n en su cr¨¢neo pelado. Una agresi¨®n que m¨¢s tarde denunci¨® en un juzgado. Los que protestan colgados est¨¢n cerca de media hora en los aires lanzando consignas antitaurinas. Hasta que un buen grupo de polic¨ªas los descuelga. Les toma declaraci¨®n y les deja marchar.
Mientras tanto, los del siete, no est¨¢n tan gritones como de habitual. Al parecer, la corrida "no est¨¢ mal, no est¨¢ mal". "La mejor de la feria", subraya Javier. Este Javier se enfada bastante cuando se le sugiere que la tradicional vocinglera de su tendido puede deberse al sol que cae a plomo sobre sus localidades. "Eso es una chorrada", zanja. Los del siete, lo que les pasa, es que saben, revela este se?or, que recurre a una cita de autoridad: "?Usted recuerda al cronista Joaqu¨ªn Vidal? Pues ¨¦l siempre nos defend¨ªa". Todos recordamos a Vidal. Incluida una placa cerca de donde se sentaba.
Manuel, portero de la zona, est¨¢ de acuerdo: "?stos son los aficionados que m¨¢s saben. En Madrid los toros son muy grandes, pero no tienen bravura", sostiene. Manuel rondar¨¢ los 20 a?os de edad.
Y es que en los toros hay mucha gente joven. Pero lo que no hay son ni inmigrantes ni ni?os. Bueno, en realidad hay dos ni?os. Uno, tendr¨¢ unos 14 a?os y lleva una camiseta de los Sex Pistols. El otro, de unos tres, va disfrazado de torero. Lleva espada y todo. Jorge, acodado en el bar del tendido 10, concede que es raro ver a menores en una corrida que no sea de rejones: "No es para cr¨ªos". Mientras lo dice, pide dos gin tonics. No son los primeros que se beben ¨¦l y sus amigos. En los toros no es que se pueda beber, es que "beben como cosacos", seg¨²n la muy autorizada voz de Laura, una de las camareras de la plaza.
En el palco del Ayuntamiento mantienen esa tradici¨®n. Pero, adem¨¢s, incorporan un amplio surtido de pinchos. Dan chorizo. Y jam¨®n del bueno. Al lado, est¨¢ el de la Comunidad. Pero ¨¦stos no ofrecen nada. "Es que es San Isidro y est¨¢n todos los concejales y el alcalde", revela uno de los escoltas de Gallard¨®n.
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