"El traje lo compr¨¦ en los chinos"
El Madrid castizo y mestizo festeja San Isidro en la pradera del Manzanares
Los ojazos negros de Carla y Tania resaltan con el blanco de los pa?uelos que envuelven sus cabezas, coronadas por un clavel rojo. Son madrile?as "de Ecuador". Nacieron hace seis y siete a?os, respectivamente, en la ciudad adonde lleg¨® su madre hace nueve a?os desde Quito. "Vengo siempre a la pradera". ?Y esos vestidos tan chulos de las ni?as? "Se los compr¨¦ en la tienda de los chinos, por nueve euros. Pero los pa?uelitos los cos¨ª yo".
Dos pasos m¨¢s all¨¢, un ni?o chino luc¨ªa chaquetita roja de mandar¨ªn y gorra de Pichi zarzuelero. Unos padres marroqu¨ªes hac¨ªan fotos a su chaval, con chaleco y visera por donde se escapaban sus rizos. Sentados en la hierba, los mofletudos mellizos ?scar y Jorge posaban para la c¨¢mara de sus padres, vecinos de Carabanchel e "incondicionales de la pradera desde que nos tra¨ªan los abuelos".
"?Qu¨¦ no 'm'as sacao' con el brazo en jarras!". "Luego te hago otra foto"
Chupetes o piercings, cigarrillo en los labios o gafas de sol por si las nubes dejaban que ¨¦ste saliera, zapatos de tac¨®n o zapatillas de deportes, del brazo de alguien o agarrados a un bast¨®n... Maripepas y Julianes, chulapos de distintas edades, procedencias y colores de piel... El Madrid castizo y mestizo tapizaba ayer la pradera de San Isidro.
Hab¨ªa olores a fritanga, como en los tiempos en los que Goya retrataba a los majos y majas recostados en el verde y el Madrid del XIX se dibujaba en el horizonte. Ayer, los puestos de rosquillas y gallinejas, las t¨®mbolas y tenderetes medio tapaban las vistas. Con el r¨ªo y la urbe del siglo XXI a sus espaldas, el cardenal Rouco Varela profetizaba en su homil¨ªa "otros mil a?os de futuro", para el mensaje del labrador Isidro, "de quien se burlaban por rezador". M¨¢s arriba, en otra ladera de fiesta isidril, Chiquiliquatre hac¨ªa re¨ªr a ni?os y mayores.
Antonia y Pepe, neverita en mano, llevaban sus propios bocatas: "Es que todo lo que venden es caro". Al norteamericano Martin y su amiga Silvia no les importa pagar seis euros por una bolsa de rosquillas tontas y listas y cuatro euros por el paquete de barquillos: "Es lo t¨ªpico, ?no?". Mientras, una cola inmensa (con mayor¨ªa de tercera edad), esperaba su raci¨®n de cocido gratis. "Llevo esperando desde las ocho de la ma?ana", confesaba una de las m¨¢s adelantadas, Angelines, segoviana pero "con muchos a?os en Madrid".
"?Qu¨¦ no m'as sacao con el brazo en jarra!". "Luego te hago otra". Elena y Manolo se hac¨ªan fotos con su grupo de amigos, de la Asociaci¨®n Madrid al Cielo, en lo m¨¢s alto de la pradera. Por la tarde demostrar¨ªan en un escenario c¨®mo se baila el chotis fet¨¦n. Alberto y Manuela, octogenarios, saben c¨®mo hacerlo agarraditos, sin mover los pies de una baldosa. Mientras en la pradera no cab¨ªa un alfiler, la m¨²sica de mariachis y flautas andinas atra¨ªa grupitos de gente en el paseo del Quince de Mayo a las dos de la tarde. Por la ma?ana, hab¨ªa circulado por ah¨ª una batucada reivindicativa, con chulap@s aguantando la pancarta: "Basta de derribos. Por el di¨¢logo con la Ca?ada Real".
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