Demolici¨®n controlada
El disgusto sufrido cada lunes por Mariano Rajoy se debi¨® esta semana a la dimisi¨®n de Mar¨ªa San Gil como miembro de la ponencia pol¨ªtica que ser¨¢ debatida en el XVI Congreso del PP. La noticia se difundi¨® en la noche del domingo, dos d¨ªas antes de que sus dos compa?eros de partido designados tambi¨¦n para la tarea -Alicia S¨¢nchez Camargo y Jos¨¦ Manuel Soria- presentasen el texto definitivo ante la prensa. Un breve comunicado del PP vasco atribuy¨® la inesperada decisi¨®n a "diferencias de criterio fundamentales" producidas en el seno de la ponencia.
En un primer momento pareci¨® que esas graves divergencias hab¨ªan quedado reflejadas en la literalidad del documento. Es sobradamente conocido que el ¨¢mbito pasional de las luchas por el poder dentro de los grupos religiosos y pol¨ªticos suele organizar cruzadas en defensa de la ortodoxia contra interpretaciones supuestamente her¨¦ticas basadas sobre expresiones equ¨ªvocas o matices verbales, como el filioque del Credo del Concilio de Nicea desencadenante del cisma de Oriente o las definiciones del fascismo de los viejos bolcheviques en los debates de la III Internacional previos a las purgas estalinianas. Pero esta vez la ponencia presentada a los periodistas el martes reproduc¨ªa de forma ¨ªntegra el texto consensuado y firmado por los tres redactores.
Tras el emplazamiento de Mar¨ªa San Gil a Rajoy, el l¨ªder del PP busca abrigo hasta que la tormenta escampe
Aunque Mar¨ªa San Gil confirmase ese extremo en su conferencia de prensa del mi¨¦rcoles, tambi¨¦n adujo que algunos de sus planteamientos -sobre el concepto de naci¨®n, por ejemplo- hab¨ªan sido admitidos "a rega?adientes" por sus compa?eros y que hab¨ªa sido "enga?ada por la direcci¨®n del partido" en determinados momentos. Los juicios de intenci¨®n y los recelos basados en la sospecha -fundamentados o no- son tambi¨¦n t¨ªpicos de las luchas por el poder. El anuncio de que Mar¨ªa San Gil renunciar¨¢ el pr¨®ximo mes de julio a ser reelegida presidenta del PP vasco si no recupera su confianza personal en Rajoy completa el cuadro de este psicodrama pol¨ªtico e ideol¨®gico.
La simpat¨ªa de los militantes por Mar¨ªa San Gil, que habla un lenguaje directo, es atractiva y ha desafiado con valent¨ªa a ETA, ha despertado un amplio movimiento de solidaridad hacia su figura. Rajoy y su reducido equipo de confianza se han visto obligados a buscar abrigo a la espera de que escampe la tormenta, con el temor a que la desafecci¨®n de Mar¨ªa San Gil por la direcci¨®n del PP forme parte -ya sea de manera involuntaria o consciente- de una ofensiva en oleadas sucesivas lanzada desde una coalici¨®n negativa de facciones aliadas contra un adversario com¨²n. Tras el pronunciamiento civil de Esperanza Aguirre y las posteriores dimisiones preventivas de Zaplana y Acebes, la briosa irrupci¨®n en escena de Mayor Oreja, apoder¨¢ndose de la causa de Mar¨ªa San Gil y llamando a "la resistencia" ante "el laicismo radical" de Zapatero y "la perversa Espa?a" en curso de construcci¨®n, suena demasiado a demolici¨®n controlada del PP. -
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