La rebeli¨®n estalla dentro de las FARC
La guerrilla colombiana se quiebra. Las deserciones y la desobediencia de combatientes presos debilitan al grupo
"Hemos discutido mucho entre nosotros. La lucha armada no est¨¢ ofreciendo soluciones a los problemas del pa¨ªs. Por eso hemos dado este paso. Ya somos ex combatientes". Tres a?os en prisi¨®n no le han borrado el aire marcial a Jorge, comandante del frente 56 de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Fulgencio, Nolberto y Tom¨¢s le acompa?an en la fr¨ªa sala del penal de m¨¢xima seguridad de C¨®mbita, un laberinto de muros y alambradas ubicado en el departamento de Boyac¨¢, al norte de Bogot¨¢.
Ellos y otros 150 guerrilleros all¨ª recluidos han quemado las naves. No volver¨¢n a empu?ar un fusil.
600 de los cerca de 1.700 guerrilleros presos han firmado su desmovilizaci¨®n
Pueden acogerse a una reducci¨®n de condena y a planes de reinserci¨®n
Lo ¨²ltimo que pod¨ªa esperar el Secretariado de las FARC, que resuelve las faltas de disciplina m¨¢s nimias con m¨¦todos tan expeditivos como el fusilamiento, era una rebeli¨®n interna. Y le ha estallado en toda regla: 600 de los cerca de 1.700 guerrilleros encarcelados han firmado un documento en el que rechazan ser canjeados por secuestrados y anuncian su desmovilizaci¨®n.
El plante de los presos es un serio rev¨¦s para la estrategia de las FARC, que considera el "canje" o "intercambio humanitario" como su tabla de salvaci¨®n en un momento en el que se ve atenazada por el Ej¨¦rcito y las deserciones. En documentos internos, la dirigencia del grupo armado deja claro que su oferta de liberar a 44 secuestrados a cambio de 500 guerrilleros presos est¨¢ condicionada a su salida de las listas de grupos terroristas y a la cesi¨®n, por parte del Gobierno, de dos municipios estrat¨¦gicos, Pradera y Florida. Esto les permitir¨ªa reconstruir sus redes operativas, "diplom¨¢ticas" y financieras. Los 500 excarcelados se reincorporar¨ªan de inmediato a sus frentes respectivos.
"No es un intercambio humanitario. Es trata de personas", clama la holandesa Liduine Zumpolle, veterana activista de derechos humanos y directora de la Fundaci¨®n Reconciliaci¨®n Colombia. "A los presos nadie les ha consultado. Esa gente est¨¢ obligada a volver al monte, y todos los que insisten en ese debate deber¨ªan ser conscientes de ello. ?C¨®mo puede el presidente de Francia hablar del canje, si no tiene ni idea de lo que pasa aqu¨ª?".
La revuelta silenciosa comenz¨® hace siete meses en la c¨¢rcel de Bellavista, en Medell¨ªn, cuando unos presos impulsaron unas "jornadas de reconciliaci¨®n" con sus v¨ªctimas. Simult¨¢neamente, en la prisi¨®n bogotana de la Picota emerg¨ªa un grupo de disidentes de la guerrilla. Debates similares se daban en otras c¨¢rceles del pa¨ªs. Poco a poco, las iniciativas aisladas cristalizaron en el movimiento Manos por la Paz, coordinado desde fuera de la c¨¢rcel por ?lvaro Agudelo y Felipe Salazar, dos ex combatientes de las FARC. La proclama era escueta: no al canje, liberaci¨®n inmediata de todos los rehenes e inicio de negociaciones de paz.
"?Nadie les hac¨ªa ni caso!", cuenta Liduine Zumpolle. "Me pidieron que los representara y acept¨¦ porque es una salida diferente, pac¨ªfica, y porque es justo que esta gente tenga una nueva oportunidad en la vida. La mayor¨ªa son campesinos reclutados con 12 o 13 a?os. Los paramilitares pudieron acogerse a la reinserci¨®n porque sus jefes se desmovilizaron. Y ¨¦stos van a pagar 40 a?os de c¨¢rcel porque sus l¨ªderes tienen otros intereses para no dejar las armas".
Las gestiones de Zumpolle han dado sus frutos. El pasado 4 de abril, el Gobierno firm¨® el Decreto 10/59, por el que los presos de las FARC pueden acogerse a la Ley de Justicia y Paz, que implica colaborar con la justicia, confesar los cr¨ªmenes, reparar a las v¨ªctimas y comprometerse a no volver a las armas, y conlleva la reducci¨®n de condenas hasta un m¨¢ximo de ocho a?os de c¨¢rcel y programas de reinserci¨®n.
?lvaro, Felipe y un peque?o equipo de voluntarios recorren las c¨¢rceles del pa¨ªs, repartiendo formularios y explicando las condiciones de esa ley. "Han firmado 600, pero la cifra aumenta. Cada vez hay m¨¢s mandos", dice ?lvaro. "Lo gracioso es que detr¨¢s va Piedad C¨®rdoba
[la senadora que ejerci¨® de mediadora para el canje, junto a Hugo Ch¨¢vez] y su gente, instando a los presos a que no se desmovilicen porque saldr¨¢n con asilo a Venezuela o Francia".
Fulgencio reconoce que tienen miedo. "Ah¨ª en las vereditas est¨¢n nuestras familias". Fuera de la c¨¢rcel, las amenazas contra Manos por la Paz se han materializado en el asesinato de su delegado en Cali. Entre rejas, donde las FARC organizan a sus presos en c¨¦lulas f¨¦rreamente controladas, el asedio y las palizas han llevado a varios disidentes a pedir su reclusi¨®n en celdas de aislamiento, para protegerse. "En C¨®mbita hemos tratado de separar a los activos de los no activos. Pero no siempre es posible", explica el coronel Iv¨¢n Ar¨¦valo, director del penal. "Hemos hablado con los l¨ªderes de los pabellones. Lo que s¨ª hay es discriminaci¨®n de los traidores".
As¨ª les llaman las FARC, que en un comunicado reciente exaltaban "la firmeza revolucionaria de los prisioneros de guerra, convencidos de que no hay sacrificio in¨²til cuando se consagra al supremo inter¨¦s de la patria". Fulgencio cree que ya se ha sacrificado lo suficiente. "Despu¨¦s de 11 a?os vine a tener el primer contacto con mi hija aqu¨ª en la c¨¢rcel", dice. "Quiero volver con la familia". Tambi¨¦n Nolberto a?ora a su gente. Este guerrillero del Bloque Sur salt¨® a la fama el pasado abril, cuando pidi¨® perd¨®n a la familia de Ingrid Betancourt por el secuestro de la candidata presidencial, en 2002, en el Cagu¨¢n. "No fue planificado", cuenta. "Yo estaba en el ret¨¦n. La orden era detener a todos los funcionarios p¨²blicos. Apareci¨® el carro de un momento p'a otro. Distingu¨ª qui¨¦n era porque llevaban pancartas con las fotos de la doctora". Despu¨¦s de entregarla a sus mandos no la volvi¨® a ver.
"El calificativo de traidores es un insulto obvio, porque es una ruptura", comenta Tom¨¢s, que es maestro. "Pero uno debe actuar en conciencia. Para m¨ª, la lucha armada ha terminado, pero no voy a renunciar a trabajar por cambiar esta sociedad. Hemos cometido demasiadas equivocaciones". Tambi¨¦n Jorge sue?a con la pol¨ªtica activa tras casi 20 a?os en la selva. "Quiero ser alcalde de mi pueblo, Tauramena, para demostrar que podemos hacer algo ben¨¦fico".
La estructura de la guerrilla
- Las FARC se estructuran en bloques. Cada uno se compone de un m¨ªnimo de cinco frentes. Los bloques m¨¢s s¨®lidos son el Sur y el Oriental, dirigido por el Mono Jojoy. El bloque Oriental, disperso en ¨¢rea selv¨¢tica,
es responsable de la mayor¨ªa de los secuestros.
- En los a?os noventa, la guerrilla contaba con 70 frentes. Hoy se han
reducido a 45. Algunos de ellos tienen menos de 50 miembros. El ¨²ltimo frente en disolverse ha sido el 47, del bloque Noroccidental.
- Las FARC ten¨ªan 17.000 combatientes en 2002. Actualmente no pasan
de 11.000. Para compensar las continuas deserciones (10.000 en los ¨²ltimos a?os), la guerrilla ha reclutado a unos 4.000 combatientes nuevos, cada vez m¨¢s j¨®venes e inexpertos.
- La mayor presencia militar ha reducido dr¨¢sticamente a capacidad operativa de la guerrilla, que tiene cada vez m¨¢s dificultades de comunicaci¨®n y coordinaci¨®n.
- En los ¨²ltimos tres meses, las FARC han sufrido las bajas de dos
de sus m¨¢ximos dirigentes: Ra¨²l Reyes, el n¨²mero dos, e Iv¨¢n R¨ªos.
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