Caritel pierde la inocencia
Los gitanos del lugar aseguran sentir "miedo" ante las protestas
Entre casas de piedra centenarias y otras de nueva construcci¨®n, la parroquia de Caritel es la ¨²ltima parada de la villa de Ponte Caldelas antes de avanzar hacia A Lama. Una pancarta que cruza de orilla a orilla la carretera da el primer aviso: "El presente de Caritel es el futuro de todos". Despu¨¦s, banderas de Galicia con crespones negros porque "estamos de luto" y numerosos carteles rematan el mensaje: "No queremos un segundo O Vao" o "Caritel contra los realojos ilegales".
El parque infantil est¨¢ desierto y los paseos por la carballeira, antes frecuentada, son escasos. A pocos metros est¨¢ la casa de Mariano Silva, uno de los patriarcas de las dos familias procedentes del poblado de O Vao. Es viernes por la tarde y llueve. Una desconocida se acerca a la verja de la casa. En apenas unos segundos una joven se asoma a la puerta y pregunta: "?Qu¨¦ quieres, amiga?". La periodista se identifica y Julia Silva, tras consultar con sus familiares, se acerca con otra mujer. La casa es enorme y juguetes y plantas salpican un porche ordenado.
Las concentraciones semanales que desde hace m¨¢s de 3 meses los vecinos protagonizan a las puertas de la vivienda no les har¨¢n dar un paso atr¨¢s. "Nos sentimos acosados pero de aqu¨ª no nos vamos a ir", afirman. "Nos miran raro en el supermercado pero preferimos quedarnos aqu¨ª que volver a O Vao", y agregan: "No nos metemos con nadie, son ellos los que quieren guerra".
Esta noche toca concentraci¨®n. Julia Silva cuenta que ante los silbatos y las consignas contra ellos bajan "las persianas y a la cama". Esta vez salen a los balcones. Al otro lado, una treintena de vecinos se colocan tras varias pancartas. El recibimiento vecinal es menos c¨¢lido que el de los gitanos porque, nada m¨¢s o¨ªr la palabra prensa, cambian el gesto y advierten que no har¨¢n declaraciones. Afirman que en los medios se les ha tachado de "racistas" y se les manipula. Y, ?qu¨¦ dicen? La respuesta es clara: "Aqu¨ª no los queremos". Argumentan que "hay un problema de drogas pero, sobre todo, estamos molestos por c¨®mo se hizo todo". Hay quien suelta a los perros por la noche "por si acaso". Una vecina ya no deja la puerta de su casa abierta porque tienen "miedo". Lo ir¨®nico es que ¨¦ste es uno de los puntos en com¨²n que tienen con la gente que est¨¢ a otro lado de la verja, donde Julia Silva mira a los ojos para responder: "?C¨®mo no vamos a tener miedo?".
Los ¨¢nimos est¨¢n m¨¢s calientes ahora, despu¨¦s de la aparici¨®n de pintadas racistas y de simbolog¨ªa nazi. Los manifestantes aseguran que ellos no han sido. Algunos apuntan a personas del propio Caritel: "Un 1% que nos esp¨ªan para contarle todo a los gitanos y nos miran mal". Se refieren a los vecinos que se toman una copa con algunos de los hombres del clan Silva en el bar de la sede cultural. Su due?o es de los pocos que ha pedido p¨²blicamente una oportunidad para estas familias. "Lo dice porque le dejan en un d¨ªa m¨¢s que todo el pueblo junto, pero deber¨ªa estar callado y pensar que su negocio est¨¢ aqu¨ª para todos los vecinos", advierten. "Aqu¨ª viven incluso hippis, de esos que cultivan su huerta y hacen pulseras. No los conozco pero no molestan y siempre saludan", se?ala otra.
Alrededor de las 21.30 de la noche empiezan a juntarse unos cuarenta vecinos frente a las viviendas adquiridas por el Ayuntamiento de Poio. "No protestamos contra ellos, protestamos contra el alcalde Luciano Sobral, que se los quit¨® de encima y los trajo aqu¨ª". A la pregunta de por qu¨¦ protestan entonces frente a su casa, responden: "porque aqu¨ª no los queremos. ?Qu¨¦ se vayan!". "No pararemos hasta que se marchen". De momento, la parroquia se quedar¨¢ sin fiestas porque "todo el dinero va para esto".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.