Memorias y chafardeos
Cherie Blair acaba de publicar su autobiograf¨ªa, Speaking for Myself (Hablando por m¨ª misma). Ha cobrado por ellas un adelanto de 500.000 libras (635.000 euros). Por una tarea de unos meses ha obtenido lo que un obrero brit¨¢nico que cobre el salario m¨ªnimo -una situaci¨®n m¨¢s frecuente de lo que se imagina- tardar¨ªa 43 a?os en ganar, trabajando 40 horas a la semana.
Esto es un mercado y cualquiera tiene derecho a enriquecerse mientras no vulnere la ley. Incluso un laborista, aunque Cherie Blair no sea un laborista cualquiera. Es la mujer del hasta hace poco primer ministro brit¨¢nico, inspirador de la "Tercera V¨ªa". A pesar de su brillante carrera como abogada humanitaria, poca gente comprar¨ªa su libro si no hubiera pasado 10 a?os en Downing Street. Ese v¨ªnculo con la cosa p¨²blica hace que las ganancias que obtiene exponiendo secretos, o m¨¢s bien chafardeos, de lo que ha visto y o¨ªdo como mujer del primer ministro sean algo m¨¢s que un mero negocio privado.
Escribir memorias no es nada nuevo. Lo han hecho otros antes. Margaret Thatcher, por ejemplo. O John Major. Y Churchill, desde luego. Pero no es lo mismo las memorias de un estadista que las del c¨®nyuge de un estadista. Los diarios de un pol¨ªtico siempre pueden aportar buen material a los historiadores. Los de la c¨®nyuge Cherie tienen tambi¨¦n el potencial te¨®rico de ser ¨²tiles para los estudiosos de la pol¨ªtica, pero no pasan de ser una ciega admiraci¨®n a la figura de Tony Blair y un rosario de intimidades m¨¢s bien poco relevantes para la historia, como los apuros de los Blair para no desvelar a la servidumbre de la reina, siempre puntillosa, sus m¨¦todos anticonceptivos.
Pero, al menos, la autobiograf¨ªa de Cherie Booth Blair ha despertado la curiosidad de los brit¨¢nicos y se ha colocado n¨²mero uno en las librer¨ªas del pa¨ªs. No puede decir lo mismo lord Michael Levy, amigo de Blair y recaudador del laborismo que estuvo a un paso de ser procesado. Levy ha vendido pocos ejemplares, pero al menos nos hemos enterado de que no le guarda rencor a Tony Blair por haberle dejado tirado. Es decir, al menos sabemos que, efectivamente, Blair le dej¨® tirado.
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