M¨²sica y baile para integrarse
Luz de Gas abre los domingos una sala que acoge a discapacitados ps¨ªquicos
Todos los domingos por la tarde decenas de personas se re¨²nen en la discoteca Luz de Gas de Barcelona para bailar y divertirse. Pero en este caso la diferencia es que quienes acuden a esta discoteca de referencia en la noche barcelonesa son, en su inmensa mayor¨ªa, discapacitados ps¨ªquicos. Algunos ya se conocen; para otros, es su primera vez. Es la Discoteca Ludalia, donde discapacitados de entre 18 y 45 a?os se dan cita para pasar una tarde agradable. Esta iniciativa, pionera en Espa?a y premiada por la Fundaci¨®n La Caixa, ha sido desarrollada por cinco j¨®venes catalanes, con el objetivo de ofrecer un espacio de ocio a todas estas personas.
Albert Maldonado, de 24 a?os, es uno de los monitores que participa en el proyecto y explica: "Esta gente no tiene d¨®nde ir en Barcelona, porque no se dispone de una oferta de calidad de este tipo. No quer¨ªamos una sala cualquiera, sino una discoteca con su barra y su disc jockey".
"No permitimos la entrada de padres, porque uno no se comporta igual"
Y as¨ª ha sido. Desde hace dos a?os, Luz de Gas abre cada domingo por la tarde su Sala B durante tres horas para acoger a un centenar largo de personas que se juntan para conversar, re¨ªrse, tomar una copa, hacer nuevos amigos y, sobre todo, bailar.
Desde el estilo m¨¢s moderno de Rihanna y Shakira, hasta canciones m¨¢s tradicionales de Miguel Bos¨¦ y Fito, todos los presentes silban, corean las letras y alzan los brazos al ritmo de la m¨²sica. Se lo pasan en grande junto a los monitores que les acompa?an, y que disfrutan tanto o m¨¢s que ellos. Joel Mir¨®, monitor de 25 a?os, explica: "No queremos que nos vean como profesores o seguratas de una discoteca, sino como amigos, y cuando tienen problemas en casa o se han peleado con la novia vienen y nos lo cuentan. Somos su punto de apoyo, les escuchamos y aconsejamos".
La gente que llega a la discoteca lo hace acompa?ada de sus familiares, pero ¨¦stos se quedan en la puerta. "No permitimos la entrada a los padres, porque uno no se comporta igual en una discoteca cuando est¨¢ solo o con sus amigos, que cuando tiene a su madre al lado", explica Albert Maldonado.
Cada domingo, todos los asistentes a la fiesta acuden con sus mejores galas: ellas con sus vestidos y faldas; ellos, con su mejor camisa. Y es que uno nunca sabe d¨®nde puede encontrar a su media naranja. "Aqu¨ª se hacen muy buenos amigos, pero tambi¨¦n han salido parejas", explica Carmen Gordillo, coordinadora de las actividades de la Fundaci¨®n Ludalia, que asegura que es "extraordinario ver la frescura y espontaneidad que muestran".
La entrada cuesta seis euros para los socios de la fundaci¨®n y siete para el resto. Por dos euros pueden tomarse una coca-cola, un zumo o una cerveza sin alcohol. "Aqu¨ª no se vende tabaco ni bebidas alcoh¨®licas, porque no sabemos qui¨¦n toma medicaci¨®n", precisa Maldonado.
Algunos bailan en pareja, muy pegaditos; otros, lo hacen en grupo, mientras cantan a la perfecci¨®n las letras de las canciones. Los hay que se mueven t¨ªmidamente en una esquina de la sala y los hay que simplemente se sientan en la barra a tomarse una copa y observar el buen ambiente que cada domingo se respira en esta sala. Como en cualquier discoteca.
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