Versos para salvar ¨¢rboles
M¨²sica y poes¨ªa en honor de las encinas del Tibidabo
"La tierra no pertenece al hombre, sino el hombre a la tierra". Esta m¨¢xima, pronunciada por primera vez por un indio seattle dirigi¨¦ndose al presidente Franklin, volvi¨® a o¨ªrse ayer en la monta?a del Tibidabo. Tras la intensa pugna que los vecinos han mantenido con las autoridades municipales para impedir la tala de ¨¢rboles en los aleda?os del parque de atracciones, ayer decidieron celebrar un encuentro de m¨²sica y poes¨ªa "a favor del encinar del Tibidabo".
El acto se celebr¨® en la antigua Biblioteca Valent¨ª Almirall. El edificio, que fue cedido ayer por sus propietarios para albergar el evento, ofrec¨ªa un clima acogedor y sereno. Una chimenea aportaba la calidez necesaria ya que, pese a ser mayo, el mal d¨ªa y la altura de la monta?a hab¨ªan hecho bajar los term¨®metros hasta los 12 grados. Todo estaba cuidado hasta el m¨ªnimo detalle y as¨ª, tranquilamente, unas 60 personas desafiaron el mal tiempo para escuchar poemas sobre ¨¢rboles, nubes y ciudades.
La primera parte del encuentro tuvo como protagonista a la la poes¨ªa y el tema escogido en casi todos los casos fue la naturaleza. El actor Sergi Mateu, que fue el primero en leer, seleccion¨® una serie de odas a Barcelona y a la naturaleza de poetas catalanes como ?ngel Guimer¨¤ y Jacint Verdaguer, que vivi¨® sus ¨²ltimos meses en Vil¡¤la Joana, situada en la monta?a del Tibidabo. Le sigui¨® Albert Roig, poeta y vecino de Sarri¨¤, que adem¨¢s de ofrecer versos propios centr¨® su recital en Barcelona y en temas sociales. El ¨²ltimo en leer fue Carles Garc¨ªa de Olalla, quien escogi¨® poes¨ªas de Miguel Hern¨¢ndez, entre otros, y recit¨® un poema propio que asegur¨® haber escrito la tarde antes en conmemoraci¨®n de estas encinas "que no s¨®lo nos han dado un pu?ado de bellotas", dijo.
Tras un breve descanso, comenz¨® la parte musical con la actuaci¨®n de, entre otros, la mezzosoprano Assumpta Cribillers. Un piano de cola que imperaba en la sala sirvi¨® para emocionar al p¨²blico de la mano de Roger Sans y del joven Max Villavecchia.
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