En un parque de Higuera de Vargas, un municipio rural de 1.882 habitantes de la provincia de Badajoz, hay un avi¨®n de combate F-5 suspendido en un pedestal. Un avi¨®n de verdad. Algunas tardes se escucha un fuerte estruendo que los vecinos atribuyen a que alg¨²n vuelo traspasa la velocidad del sonido por encima de sus cabezas, aunque la base militar m¨¢s cercana est¨¦ a una hora en coche. No es lo ¨²nico que sorprende en este tranquilo pueblo de 67 kil¨®metros cuadrados situado entre los Llanos de Olivenza y las sierras del sur, cerca de la frontera con Portugal. Higuera de Vargas tiene consultorio m¨¦dico, biblioteca, un colegio, servicios bancarios, red de fibra ¨®ptica, polic¨ªa local, media docena de bares, un cuartel de la Guardia Civil y un dotado pabell¨®n deportivo. Tambi¨¦n posee la segunda renta media m¨¢s baja de Espa?a entre los municipios de m¨¢s de 1.000 habitantes, seg¨²n la Estad¨ªstica de los declarantes del IRPF que publica la Agencia Tributaria (13.746 euros). Entre los 15 ayuntamientos te¨®ricamente m¨¢s desfavorecidos del pa¨ªs hay una llamativa concentraci¨®n de localidades andaluzas (Huesa, Guadahortuna, Pedro Mart¨ªnez) y extreme?as (Zah¨ªnos, Oliva de M¨¦rida, La Parra, Ahigal), la mayor¨ªa situadas en la provincia de Badajoz a pocos kil¨®metros unas de otras. ¡°Son solo estad¨ªsticas. Que vengan aqu¨ª y que vean lo pobres que somos¡±, reta Maril¨® Salguero, presidenta de la asociaci¨®n de mujeres de Higuera de Vargas.

Cae la tarde del martes 5 de noviembre y est¨¢ a punto de empezar la clase de pilates, a la que, por cinco euros al mes, asisten unas treinta vecinas. ¡°Tenemos spinning, crosfit, p¨¢del¡­ esta semana celebramos la semana del mayor, hay 70 inscritos. El jueves organizamos una convivencia y van a venir 250 personas de fuera. Solo en las actividades deportivas del pueblo este a?o se han inscrito casi 500 vecinos. Aqu¨ª somos muy felices, tenemos mucha calidad de vida¡±, describe.

Los economistas llevan siglos discutiendo sobre qu¨¦ es ser pobre y c¨®mo se entrelaza la pobreza con la desigualdad y el bienestar. ¡°Es un debate eterno¡±, juzga Jes¨²s P¨¦rez, profesor de Econom¨ªa Aplicada en la Universidad de Extremadura. Con los datos en la mano explica que, atendiendo a la renta, el 82% de los municipios extreme?os estar¨ªan entre el 25% de los m¨¢s pobres del pa¨ªs. ¡°Pero una parte del bienestar no aparece recogido en los ingresos, y son los servicios p¨²blicos. Las Comunidades Aut¨®nomas han hecho una apuesta decidida por la educaci¨®n o la sanidad que compensan esas situaciones¡±. Se?ala unas cuantas paradojas, como la existencia de un paro por encima de la media en la regi¨®n (13,79% seg¨²n la ¨²ltima EPA, frente a una media nacional del 11,21%) que convive con las amargas quejas de empresarios que no encuentran mano de obra. ¡°El tema de la renta hay que relativizarlo. Siempre nos vamos a los extremos; esto no es el retrato de Los Santos Inocentes, pero tampoco se puede decir que se vive extraordinariamente bien, porque hay la sensaci¨®n de que el mundo rural cuenta poco y a los j¨®venes les faltan oportunidades¡±.

Otras variables

Andr¨¦s Rodr¨ªguez-Pose, Catedr¨¢tico Princesa de Asturias y Catedr¨¢tico de Geograf¨ªa Econ¨®mica de la London School of Economics, acaba de llegar de Kazajst¨¢n, donde ha realizado la primera encuesta de bienestar a nivel local de la mano del Banco Asi¨¢tico de Desarrollo. Contextualiza que la tradici¨®n econ¨®mica mide la pobreza en indicadores, que son generalmente la renta per capita, el PIB, el Valor Agregado Bruto (VAB) y otros valores, como el empleo, o la productividad. ¡°Esto puede ocultar cosas, como la econom¨ªa sumergida¡±, aclara desde Londres por videoconferencia.

Hay otro tipo de valoraciones, como las que se realizan sobre el bienestar, que se extraen de encuestas, con la carga subjetiva que conllevan. Por eso el reino de But¨¢n suele figurar en el primer puesto como el ¡°pa¨ªs m¨¢s feliz del mundo¡±, pese a tener una renta menor a sus vecinos. Y existe un tercer grupo de sistemas de medici¨®n, los ¨ªndices de desarrollo humano, que toman como referencia una serie de caracter¨ªsticas que determinan el grado de desarrollo de un lugar espec¨ªfico. ¡°Los pa¨ªses, en general, con mayores niveles de renta tienen mayores niveles de bienestar porque tienen mayor acceso a servicios b¨¢sicos, al empleo, a servicios p¨²blicos¡­ que facilitan la vida y contribuyen a aumentar el bienestar y la felicidad. Si no tienes empleo seguramente tu bienestar sea menor. Hay otros factores que tambi¨¦n cuentan y no son solo econ¨®micos, como la edad, el sexo, el nivel de educaci¨®n, d¨®nde se vive¡­¡±. Luego se?ala otra dimensi¨®n, la de la desigualdad. ¡°En Badajoz ves niveles de renta muy bajos. Pero vas a Madrid, donde el nivel de renta es alto, y ves que las desigualdades interpersonales son mucho m¨¢s altas. Esto es un problema, porque a menudo se toman medias que no tienen en cuenta dispersiones. Las desigualdades, interpersonales y territoriales, son fundamentales¡±.

La carretera que une Higuera de Vargas con Zah¨ªnos (2.766 habitantes, el cuarto municipio por la cola en renta, con 13.899 euros), est¨¢ cuajada de empresas que se dedican a la fabricaci¨®n de carb¨®n con los desechos de la dehesa. Huele a humo. Aunque lleven a?os en declive por el aumento de las exigencias medioambientales, la zona es famosa por esas productoras de carb¨®n vegetal que terminan encendiendo las barbacoas de media Europa. Tambi¨¦n es una regi¨®n con fuerte peso del sector agr¨ªcola y ganadero donde hay una palabra m¨¢gica: el Seass, el subsidio agrario, la prestaci¨®n por desempleo que compensa los periodos de inactividad en el campo. ¡°Aqu¨ª hay mucho catedr¨¢tico en ayudas¡±, bromea Miguel Terre, un vecino. En el Ayuntamiento, Nita Romero, de la agencia de empleo local, destaca la notable actividad econ¨®mica de la zona. ¡°Llevo 15 a?os trabajando aqu¨ª y he visto que las cosas evolucionan a mejor. El paro agrario se ide¨® para que la gente tuviera un modo de vida en el momento en que el campo no hay tarea. El problema es cuando se le da la vuelta a eso, cuando solo se piensa en los requisitos para cobrar el paro. Pero la gente joven no est¨¢ heredando esa forma de vida: se est¨¢ formando, tiene otros horizontes¡±.

Un tema tab¨²

Habla de que no hay pobreza, sino unas cuantas familias desestructuradas, ¡°como en todas partes¡±; explica que el problema es que la riqueza forestal, ganadera y agr¨ªcola de la zona se transforma fuera, no deja valor a?adido. Y ensalza la profesionalidad de las cuadrillas de Zah¨ªnos sacando corcho, en los desbroces, trabajando en la ganader¨ªa extensiva. Sobrevuela en la conversaci¨®n la econom¨ªa sumergida. ¡°Negarlo es absurdo, es un complemento, la gente no se queda en casa¡±. Pero recuerda el elevado coste de la ilegalidad. ¡°Es muy serio no estar dado de alta. Pasa algo y tienes un problem¨®n¡±.

La misma conversaci¨®n sobre la econom¨ªa sumergida se repite con tres alcaldes, con funcionarios, con vecinos. Parece una historia de apariciones marianas. Todos reconocen que el dinero negro existe pero nadie sabe determinar su peso en la econom¨ªa local. Un comerciante que pide no ser identificado asegura que a muchos aut¨®nomos les salva lo que trabajan en negro. ¡°Si tuviesen que pagarlo todo¡­ las normas est¨¢n puestas tanto para el due?o de Mercadona como para m¨ª, que soy una mierda. Con pagar la Seguridad Social ya tengo apa?o. El 80% de la gente aqu¨ª est¨¢ tiesa, los otros van tirando y los menos van bien. Hay lo que yo llamo muevedineros: vendo un cami¨®n de carb¨®n, le pago a aqu¨¦l, vuelvo a vender otro¡­ es una bola que, si se para, nos jode a todos¡±.

Zah¨ªnos ocup¨® durante muchos a?os el ¨²ltimo puesto en la estad¨ªstica de renta espa?ola. Quiz¨¢ por ello sus vecinos est¨¢n hartos de los periodistas: ¡°V¨¢yase a Valencia y d¨¦jenos en paz¡±, contesta por tel¨¦fono, antes de colgar, un malhumorado empresario del carb¨®n. No es el ¨²nico. ¡°Aqu¨ª somos gente honrada. Ya me gustar¨ªa saber de qu¨¦ viven en Pozuelo¡±, se indigna otro.

Francisco L. Bobadilla, cronista oficial de Zah¨ªnos, describe una curiosa particularidad: en 1971 la sociedad civil agraria de la localidad, llamada El Progreso de labradores y granjeros, comenz¨® a distribuir entre los socios, la mayor¨ªa vecinos del pueblo, m¨¢s de 2.000 solares de 300 metros cuadrados ubicados en las tierras que bordean la localidad, lo que deriv¨® en una avalancha de construcci¨®n de nuevas viviendas. El secretario municipal, Juan Jos¨¦ Torrado, constata que aquello ¡°gener¨® mucho trabajo en construcci¨®n y solucion¨® el tema de la vivienda. Se hicieron 72 calles nuevas, 1.500 casas, y se reforz¨® el sentimiento de pertenencia¡±. Adem¨¢s el pueblo cuenta con otra sociedad, Cabra alta y Baja, que gestiona 2.500 hect¨¢reas de fincas que durante la II Rep¨²blica se expropiaron a la Casa del Alba para entregarlas a los comuneros. Despu¨¦s de la Guerra Civil, Franco las reintegr¨® ¡ªfueron gestionadas por Jes¨²s Aguirre, marido de Cayetana Fitz-James Stuart¡ª y en democracia la Junta de Extremadura las volvi¨® a expropiar para devolv¨¦rselas, en 2002, a los herederos de los comuneros (unos 1.300). Pr¨¢cticamente la mitad del pueblo se beneficia de su rendimiento y, por poco que sea ¡ªun vecino lo cifra en 300 o 400 euros anuales¡ª, esas rentas obligan a sus socios, muchos pensionistas, a rendir cuentas con Hacienda, lo que aumenta el n¨²mero de declarantes en el IRPF y disminuye la media de renta en la estad¨ªstica.

Jorge Onrubia, profesor de econom¨ªa de la Complutense e investigador asociado en Fedea, a?ade que el IRPF, la fuente de los datos del estudio, puede no estar midiendo correctamente la renta. ¡°La mayor parte de las rentas en el sector agropecuario est¨¢n en estimaci¨®n objetiva¡±. En ese caso, la Agencia Tributaria no tiene en cuenta el flujo real de ingresos y gastos, sino que lo calcula en funci¨®n de unos datos que var¨ªan seg¨²n la actividad, con coeficientes reductores. ¡°Eso puede dar lugar a una infraestimaci¨®n enorme¡±, se?ala.

Sea como fuere, insiste, al igual que otros expertos consultados, en que, a mayor renta, mayor bienestar. ¡°Pero cabr¨ªa meter dentro del bienestar el valor econ¨®mico de la oferta de servicios p¨²blicos a disposici¨®n de los que viven en una localidad¡±. Tambi¨¦n la accesibilidad a la vivienda. Rodr¨ªguez-Pose recuerda que es ¡°el mayor gasto que hacemos los individuos durante nuestra vida¡±, y sospecha que no est¨¢ bien contabilizada cuando se realizan estudios en paridad de poder adquisitivo. ¡°Quiz¨¢ se est¨¢ infravalorando el nivel de renta de las regiones donde la vivienda es m¨¢s accesible, que son menos densamente pobladas y m¨¢s pobres, y se est¨¢ sobrevalorando el valor de la renta en lugares como Madrid, Londres, Par¨ªs o Barcelona, donde es mucho m¨¢s cara¡±.

Javier Soria, investigador visitante en la Universidad de Harvard y director adjunto de Future Policy Lab, reflexiona sobre el asunto por correo electr¨®nico. ¡°En estos pueblos, gran parte de las familias son propietarias de sus viviendas y tierras, lo que reduce la presi¨®n econ¨®mica y mejora su capacidad de resiliencia ante crisis econ¨®micas. Esto es algo que en las ciudades no sucede ya que los precios de la vivienda y la estancaci¨®n de los salarios hace cada vez m¨¢s dif¨ªcil adquirir y tener ese colch¨®n que las generaciones anteriores si tuvieron¡±.

?Tierra prometida?

Joaqu¨ªn Fuertes, gerente de Aderco, asociaci¨®n para el desarrollo rural de la Comarca de Olivenza, habla de ese y otros factores. ?Cu¨¢nto cuesta un piso en Barcelona, Madrid o San Sebasti¨¢n? ?Y el transporte, o salir a la calle a tomar una cerveza? Se pregunta cu¨¢nto se estira un euro en la capital frente al mismo euro en los pueblos te¨®ricamente m¨¢s pobres. ¡°En la calidad de vida hay que tener en cuenta much¨ªsimos m¨¢s aspectos que la renta. No hay tierras prometidas. No digo que este sea el mejor sitio del mundo ni que no falten cosas, pero creo que esta es una comarca donde se puede emprender, hay muy buenos ejemplos de empresas asentadas que exportan. El relato hay que cambiarlo, aqu¨ª hay oportunidades¡±, reivindica. Los fondos europeos llevan a?os regando las comarcas m¨¢s atrasadas. En Aderco gestionan importantes recursos procedentes del programa Leader, que se utilizan en la creaci¨®n y modernizaci¨®n de empresas.

Juan Carlos Ben¨ªtez, alcalde de Oliva de M¨¦rida: "El que quiere trabajar, trabaja"

Juan Carlos Benítez, de 42 años, es alcalde de Oliva de Mérida, uno de los diez pueblos con menor renta del país (14.117 euros). Abogado y agricultor, lleva 12 como alcalde. “Aquí se vive cómodamente”, explica. Comprar una vivienda en buenas condiciones, “como mucho mucho te cuesta 60.000 euros.
 Su pueblo está rodeado de explotaciones de olivos que completan la renta de las familias. “A poco que recojan 15.000 kilos de aceituna a 1,6 euros, sacan 24.000 euros. Eso eso supone que durante un par de años tienen un colchón”. Asegura que “el que quiere trabajar trabaja”, pero lamenta que la población vaya envejeciendo. La construcción ha absorbido parte del trabajo en el campo y las empresas son, en su mayoría, familiares. “Tenemos una Seass de 380.000 euros en jornales cubre el 50% de la tasa de paro”. Algunas familias necesitadas están atendidas por Cáritas. “Cuando ha surgido algún tema específico, como una señora se ha quedado en paro con cuatro hijos pequeños, hemos canalizado ayudas con la Cruz Roja y el Banco de Alimentos de Badajoz”. Está empeñado en hacer un pabellón deportivo y busca financiación. “Somos un único pueblo de la zona sin él”.

Ese ramillete de variables deriva en un asunto capital: las oportunidades. Porque uno puede vivir en una zona m¨¢s o menos rica que no crece. Y el canario en la mina es la pr¨¢ctica inexistencia de inmigrantes en esos pueblos, que normalmente se desplazan donde s¨ª hay oportunidades de futuro. ¡°Eso tiene un efecto sobre el bienestar de las personas¡±, cree Rodr¨ªguez-Pose. Pone el ejemplo de las regiones del Norte de Italia. ¡°Son muy ricas dentro del marco europeo, pero llevan tres d¨¦cadas y media sin crecer. Si cogemos Lombard¨ªa, salvo la provincia de Mil¨¢n, vemos que llevan 35 a?os con crecimiento negativo. Puedes sentirte rico, pero el dinamismo est¨¢ estancado¡±. Son zonas donde prenden sentimientos de descontento. ¡°Puedes ser muy pobre y sentirte rico y al rev¨¦s. Pas¨® en Estados Unidos, que tuvo una recuperaci¨®n muy r¨¢pida de la pandemia, pero la percepci¨®n de los ciudadanos no fue pareja¡±. Un descontento que volc¨® el voto al extremismo de Donald Trump.

Ese poso de frustraci¨®n quiz¨¢ tambi¨¦n se empiece a sentir en el mundo rural, obligado a defenderse de agresiones como la que llev¨® a cientos de vecinos a levantarse contra un macrovertedero de residuos en Salvatierra de Barros el a?o pasado. ¡°El proyecto se paraliz¨® en abril gracias a que se moviliz¨® el pueblo entero. Creemos que hubiese sido la muerte de la zona. La gente no se atrev¨ªa a invertir, a comprar casas¡±, explica Abel Caro, alcalde de la localidad y presidente de la mancomunidad Sierra Suroeste, a la que tambi¨¦n pertenece Zah¨ªnos. Ofrece un dato poco cient¨ªfico pero muy revelador: ¡°El a?o pasado, en pleno conflicto, nacieron tres ni?os y este 2024 vamos a tener 17¡å. Argumenta que no est¨¢ en contra de la industrializaci¨®n, ni de la instalaci¨®n de huertos solares ¡ªotro foco de pol¨¦micas¡ª, pero recuerda que la mayor riqueza es el medio rural: ¡°Somos el mayor bosque de dehesas de Extremadura¡±.

La misma historia con protagonistas distintos se repite a menudo. En enero de 2019 la empresa Qbis Resources recibi¨® permiso para explorar la reapertura de una mina de uranio en terrenos situados en Higuera de Vargas, Jerez de los Caballeros, Oliva de la Frontera, Villanueva del Fresno y Zah¨ªnos. La comarca entera se levant¨® ¡ªcuenta El Peri¨®dico de Extremadura que llegaron a votar m¨¢s vecinos en contra que en cualquier cita electoral¡ª y tardaron tres a?os en enterrar el plan. Todav¨ªa quedan pintadas en las calles contra aquello. ¡°Siempre nos quieren traer la mierda y nos venden la burra de los puestos de trabajo. Y si no est¨¢s de acuerdo te dicen que est¨¢s en contra del progreso¡±, reflexiona amargamente un funcionario de la zona. Aunque el proyecto se desvaneci¨®, los vecinos desconf¨ªan. ¡°Son como aves de rapi?a, siempre vuelven. Piensan que somos pobres y tontos¡±.

El catedr¨¢tico de Econom¨ªa Aplicada de la Universidad de Extremadura, Juli¨¢n Ramajo, centra la cuesti¨®n en el paro. ¡°Todos sabemos cu¨¢l es el problema: el mercado de trabajo. Porque en gobernanza, seguridad, o educaci¨®n estamos igual o por encima de la media nacional¡±. Y sospecha que el problema no es c¨®mo vive la gente ahora, sino c¨®mo lo har¨¢ dentro de 50 a?os. Aunque para Maril¨®, la en¨¦rgica presidenta de las mujeres de Higuera de Vargas, el presente es lo que cuenta. ¡°?Qu¨¦ dicen que somos el pueblo m¨¢s pobre? Nos da igual¡±.

Rosario Prieto (empresaria): ¡°Soy positiva, pero los bares no son lo de antes¡±

Rosario Prieto, de 43 años, buscaba un cambio de vida y encontró un bar en La Parra (14.274 euros de renta media). “Me he empadronado hace nada, venía de Bermeo, un sitio precioso. Ha sido un gran cambio. Me vengo para cerrar una etapa profesional y personal”. Su madre y su hermana vivían en el pueblo y la animaron. “Salió la oportunidad de hacerme con el bar, me dejé llevar por mi hermana, que lleva 30 años aquí. Eso ha sido un poco cagada. Porque me tenía que haber venido. Pero lo del bar…” Paga al Ayuntamiento 411 euros por llevar el Hogar del Pensionista con un contrato, en principio, por un año. “Un pueblo muy pequeño, un bar de mayores...  Los bares no son lo de antes, la gente sale lo justo. Soy positiva, pero esto tiene tela. Vendo los cubatas a 3,5 y 4 euros. Pero las botellas del cash [un supermercado mayorista] te cuestan como en cualquier otro sitio. El café lo he tenido que subir de un euro a 1,2 euros. El botellín está tirado de precio y encima aquí te exigen aperitivo. No sé si sacaré lo suficiente para salir adelante”. 

Los colegios se vac¨ªan y las residencias se llenan

Las calles principales de Higuera de Vargas confluyen en la iglesia parroquial de la Concepci¨®n, del siglo XVI, y m¨¢s adelante en la Fortaleza de los Templarios, que a principios de noviembre est¨¢ llena de ni?os que juegan en la plaza. Parece un espejismo. Si se mantienen las tendencias demogr¨¢ficas actuales, Extremadura perder¨¢ 51.000 habitantes en los pr¨®ximos 13 a?os, seg¨²n las proyecciones de la Junta. Los pueblos extreme?os con menores rentas del pa¨ªs llevan d¨¦cadas asumiendo esa baja natalidad: Zah¨ªnos, La Parra, Oliva de M¨¦rida e Higuera de Vargas suman ahora 7.600 habitantes y han perdido 468 vecinos desde 2014. La gente est¨¢ preocupada porque sin sangre nueva saben que perder¨¢n el tren del progreso.

El profesor de Econom¨ªa Juli¨¢n Ramallo reconoce que la tendencia es demoledora para el conjunto de la regi¨®n, que podr¨ªa perder la mitad de su poblaci¨®n en el a?o 2100. La econom¨ªa tendr¨¢ que arregl¨¢rselas con ese declive combinado con el aumento de la poblaci¨®n de ancianos, con todo lo que ello conlleva en aumento de servicios de dependencia. ¡°Todos los pueblos est¨¢n decreciendo, espero que la escalada sea suave¡±, suplica Abel Caro, presidente de la mancomunidad Sierra del Suroeste.

Antonia Nieto, Antonia Arias y Ana Pita recogen ayuda para los damnificados por la dana en la primera semana de la tragedia en Valencia. El almac¨¦n est¨¢ hasta los topes y siguen llegando vecinos con ropa y alimentos. En un minuto hacen un repaso demogr¨¢fico de su pueblo, Oliva de M¨¦rida, m¨¢s fiable que cualquier estad¨ªstica. ¡°Hay unos 1.700 habitantes, la gente es muy mayor. Mi madre tiene 89¡å, dice una. ¡°La m¨ªa 93 a?os. Este a?o habr¨¢ habido tres o cuatro nacimientos. El a?o que m¨¢s ni?os recuerdo fueron 18¡å. Explican que los j¨®venes del lugar son bastante deportistas, pero les faltan opciones de ocio. ¡°Tenemos pista de p¨¢del, futbito, front¨®n, piscina municipal que cuesta un euro y medio¡­¡±. Lo que no escasea, creen, es el trabajo gracias a las empresas locales de construcci¨®n y a la agricultura. El recuento de los inmigrantes que se han afincado en la localidad es mucho m¨¢s escueto. ¡°La Lucy, la Jaquel¨ªn¡­ que yo sepa solo hay tres personas en todo el pueblo¡±.

Alejandro Lagar, alcalde de La Parra, contabiliza que en su municipio nacen entre nueve y 11 ni?os al a?o. ¡°No est¨¢ mal en los tiempos que corren¡±. Est¨¢n construyendo una residencia de ancianos de 14 plazas. Cada localidad tiene la suya o est¨¢ en v¨ªas de abrir una. Tambi¨¦n son necesarios centros de d¨ªa. Javier Soria, director adjunto de Future Policy Lab, juzga que los centros de la tercera edad ser¨¢n esenciales para mantener la calidad de vida en una poblaci¨®n envejecida en el futuro si se quiere fijar poblaci¨®n. ¡°Al final la gente que queda en este tipo de lugares es predominantemente mayor. Garantizar sus pensiones es un reto nacional pero que afectar¨¢ principalmente a estas zonas envejecidas de baja renta¡±. Quiz¨¢ por muchas plazas que se habiliten no lleguen para todos. El trabajo lo tendr¨¢n que asumir las redes familiares y comunitarias. ¡°Son m¨¢s fuertes en pueblos peque?os, proporcionando apoyo emocional y econ¨®mico¡±, destaca el experto.

El im¨¢n del turismo

La despoblaci¨®n y el envejecimiento, el s¨ªntoma de la enfermedad que ataca a la Espa?a rural, podr¨ªa tener cura con el turismo, una tierra prometida para muchos municipios. Pero para ser un im¨¢n de visitantes se necesitan servicios, y aunque las redes de fibra ¨®ptica llegan a los n¨²cleos poblados, en la dehesa hay graves lagunas. ¡°?Qu¨¦ pasa si uno quiere montar un hotel rural en una zona sin cobertura?¡± se pregunta el gerente de Aderco, la asociaci¨®n para el desarrollo de la comarca de Olivenza. ?l s¨ª ve un potencial muy importante y poco explotado. ¡°Hace 30 a?os el turismo rural aqu¨ª no exist¨ªa. Ahora todos los municipios tienen lugares para comer o dormir. Puede ser un elemento complementario para diversificar la econom¨ªa¡±.

Por ahora, la forma que han encontrado los pueblos para aparecer en los mapas est¨¢n ligadas a los productos locales. Hay ferias del gurumelo (un tipo de setas), del olivar y el aceite ecol¨®gico, del esp¨¢rrago, del cerdo ib¨¦rico¡­ falta, quiz¨¢, una explotaci¨®n m¨¢s imaginativa de los atractivos naturales de la dehesa, como competiciones deportivas o un impulso m¨¢s decidido al turismo de naturaleza. La ¨²nica satisfacci¨®n, cuenta una vecina, es que al menos la vivienda no ha subido de precio. ¡°Aqu¨ª apenas hay Airbnb¡±.