Latinoam¨¦rica no acababa en el 'boom'
La feria rescata a la generaci¨®n 'pos Gabo' y da a conocer nuevas voces
"A Haroldo Conti, que era un escritor argentino de los grandes, le advirtieron en octubre de 1975 que las fuerzas armadas lo ten¨ªan en una lista de agentes subversivos", cuenta Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez en el pr¨®logo de los Cuentos completos (Bartleby) que de ese autor latinoamericano casi desconocido acaban de publicarse en Espa?a. As¨ª que empez¨® a pasar una ¨¦poca angustiosa, aunque continu¨® viviendo en su casa de Villa Crespo "hasta que un comando de seis hombres la asalt¨® a medianoche, nueve meses despu¨¦s de la primera advertencia, y se lo llevaron vendado y amarrado de pies y manos, y lo hicieron desaparecer para siempre".
La suerte de Antonio di Benedetto fue un poco mejor. Los militares no lo liquidaron, simplemente lo metieron en la c¨¢rcel entre marzo de 1976 y septiembre de 1977 y lo torturaron: fue golpeado y sometido a cuatro simulacros de fusilamiento. En la celda no le dejaban dedicarse a escribir, pero se las ingeni¨® para convertir las cartas a una amiga en nuevas narraciones. "Anoche tuve un sue?o muy lindo: voy a cont¨¢rtelo...". As¨ª empezaban todas, y detr¨¢s, en una letra microsc¨®pica que hab¨ªa que leer con lupa, iba volcando sus cuentos, ¨¦sos que se reunieron en Absurdos y que la editorial Adriana Hidalgo rescat¨® hace poco.
A Conti, los militares se lo llevaron y termin¨® por desaparecer
Saer tuvo mala fortuna pese a haber ganado el Premio Nadal
La grandeza de Bola?o s¨®lo se reconoci¨® cuando ya no estaba
Di Benedetto naci¨® en Mendoza en 1922 y su novela m¨¢s conocida es Zama (1956). Conti (Chacabuco, Buenos Aires, 1925) obtuvo importantes premios con dos de las suyas, el Barral con En vida (1976) y el Casa de las Am¨¦ricas con Mascar¨® (1975). S¨®lo tendr¨ªan ahora unos a?os m¨¢s que Carlos Fuentes (M¨¦xico, 1928), por ejemplo, pero sus obras siguen en buena medida en la sombra. Y es que es dif¨ªcil saber las razones, m¨¢s all¨¢ de los valores estrictamente literarios, por las que determinados autores llegan a conectar con el p¨²blico, y otros no. Qui¨¦n sabe el peso que tuvieron las dictaduras del Cono Sur para interrumpir la proyecci¨®n hacia otros lugares de los literatos que publicaban entonces, y condenarlos al ostracismo.
Hubo otro fen¨®meno que dificult¨® el triunfo de los escritores latinoamericanos en Espa?a en los a?os setenta y ochenta, y fueron... los propios escritores espa?oles, que vivieron tiempos de bonanza y apoyo. Seguramente eso le afect¨® a Juan Jos¨¦ Saer (Serodino, Santa Fe, 1937- Par¨ªs, 2005), que gan¨® el Nadal con La ocasi¨®n en 1987, pero que s¨®lo ha salido de una lejana oscuridad en los recientes a?os. Aunque ya no est¨¦, deber¨ªa ser uno de los protagonistas de esta feria. Al fin y al cabo, su ¨²ltima novela, La grande (RBA), ha aparecido hace poco.
Uno de los autores con los que Saer estableci¨® grandes complicidades es Ricardo Piglia (Adrogu¨¦, Buenos Aires, 1941), que por fin parece romper en Espa?a el c¨ªrculo de los elegidos y llegar a un grupo m¨¢s amplio de lectores. Prueba del reconocimiento a su deslumbrante obra es El lugar de Piglia, una colecci¨®n de textos (ensayos, cr¨ªticas y entrevistas) para acercarse al autor argentino que el cr¨ªtico Jorge Cari¨®n ha reunido para la editorial Candaya. Lo mismo han hecho para el mismo sello Edmundo Paz Sold¨¢n y Gustavo Faver¨®n Patriau en Bola?o salvaje: reunir un pu?ado de aproximaciones al escritor chileno. Curiosa historia: la grandeza de Bola?o (Santiago de Chile, 1953) se hizo expl¨ªcita cuando ya no estaba (muri¨® en 2003). Fue entonces cuando se convirti¨® en el maestro m¨¢s citado de las nuevas (y no tan nuevas) generaciones.
En Derivas de la pesada, un texto de El secreto del mal (Anagrama), Bola?o comenta los tres puntos de referencia de la literatura argentina actual, y finamente disecciona con desparpajo e iron¨ªa las obras de Osvaldo Soriano, Roberto Arlt y Osvaldo Lamborghini. Latinoam¨¦rica es demasiado grande, y demasiado rica su literatura, para no encontrar a cada rato nuevas sorpresas, nuevas revelaciones, maestros secretos.
Bola?o fue uno de los autores que empez¨® a publicar cuando Espa?a se mov¨ªa de espaldas a sus viejas colonias. Eso les complic¨® la proyecci¨®n a algunos de los narradores m¨¢s innovadores y at¨ªpicos. Por eso esta feria viene bien para saldar cuentas pendientes.
Y leer las disparatadas historias, que tanto le deben al c¨®mic, que C¨¦sar Aira (Coronel Pringles, 1949) cuenta en Las aventuras de Barbaverde (Mondadori); las alucinadas peripecias amorosas que Rodolfo Fogwill (Buenos Aires, 1941) vuelca en Help a ¨¦l (Perif¨¦rica); las oscuridades de Mario Bellat¨ªn (Ciudad de M¨¦xico, 1960) en El Gran Vidrio (Anagrama); el virtuosismo camale¨®nico de Mario Levrero (Montevideo, 1940) en El discurso vac¨ªo o El laberinto interior (ambas en Caballo de Troya); la amplia variedad de voces que Juan Villoro (Ciudad de M¨¦xico, 1956) asume con su destreza habitual en los cuentos de Los culpables (Anagrama)...
Tambi¨¦n est¨¢ el regreso de Luisa Valenzuela (Buenos Aires, 1959), que ya lleva 21 libros y trae cuentos: Tres por cinco (P¨¢ginas de Espuma) y Generosos inconvenientes (Menoscuarto). "Mi compromiso es con el lenguaje, la verdad y la realidad", cuenta. "Escribo con conciencia de g¨¦nero. Me siento muy cerca de Cort¨¢zar cuando busca decir lo que es imposible de ser dicho. Me gustan las m¨¢scaras, las ceremonias, los mundos ajenos. Soy n¨®mada. Me tira el humor y creo que hay que mirar el lado oscuro". Pues eso, bienvenida. Bienvenidos.
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