Usos y abusos de los artistas
Para qu¨¦ podemos servir los novelistas, aparte de escribir novelas; o los pintores, adem¨¢s de hacer cuadros; o los m¨²sicos, m¨¢s all¨¢ de interpretar o componer? Leo por casualidad Travels with Dr. Death (Viajes con Dr. Muerte), un antiguo libro de reportajes de un interesante periodista norteamericano, Ron Rosenbaum, y me entero de que, a principios de los a?os ochenta, el entorno de los servicios secretos de Estados Unidos coquete¨® con la idea de montar una unidad de "desinformaci¨®n", capaz de ofrecer datos err¨®neos para confundir al enemigo; hipot¨¦ticamente, el equipo estar¨ªa compuesto por "paranoicos funcionales, magos, guionistas de cine" y otros individuos capaces de imaginar y desarrollar intrincadas peripecias irreales pero cre¨ªbles. De hecho, Rosenbaum sugiere que esta unidad de desinformaci¨®n pudo haber llegado a convertirse en realidad.
Hay que recordar que por entonces a¨²n estaba en funcionamiento la Guerra Fr¨ªa, y que hab¨ªa que intoxicar a los sovi¨¦ticos con todo tipo de datos falsos, como sin duda ellos nos intoxicaron a nosotros durante a?os. Ahora, desaparecido el Tel¨®n de Acero, hemos pasado a vivir en la Guerra Caliente del terrorismo isl¨¢mico y resulta que, seg¨²n public¨® The Inquirer en 2007, el departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos ha pedido ayuda a una serie de novelistas de ciencia ficci¨®n para que se dediquen a imaginar posibles planes de atentados, por muy locos que sean, as¨ª como las maneras de evitarlos. No est¨¢ mal ideada esta pantalla defensiva: en el fondo, todos los humanos somos iguales, y un novelista est¨¢ acostumbrado a ponerse en la mente de otro y a vivirse dentro de ese mundo. Por otra parte, los escritores de ciencia ficci¨®n suelen tener amplios conocimientos cient¨ªficos (por lo visto el departamento de Seguridad Nacional s¨®lo acepta a aquellos que tienen al menos un doctorado en alguna materia t¨¦cnica), lo cual ayuda a idear planes factibles.
Esta peculiar aplicaci¨®n pr¨¢ctica de la imaginaci¨®n narrativa no me parece mal; pero la creatividad art¨ªstica ha sido utilizada en otras ocasiones de manera mucho m¨¢s inquietante y enfermiza. Por ejemplo, se sabe que el ej¨¦rcito norteamericano ha usado y usa canciones rap, pop y heavy metal, puestas a todo volumen, para torturar a los detenidos en las c¨¢rceles militares de Guant¨¢namo, Afganist¨¢n e Irak. Seg¨²n un investigador del Brooklyn College, en Guant¨¢namo han utilizado, entre otros, a Eminem, Britney Spears, Metallica e incluso alg¨²n tema de Bruce Springsteen. Qu¨¦ terrible pensar que tu m¨²sica ha sido usada para quebrar la resistencia de un hombre, machac¨¢ndole las entendederas con ella hora tras hora, tanto de d¨ªa como de noche.
Pero una de las experiencias m¨¢s repugnantes de utilizaci¨®n del arte como tortura sucedi¨® aqu¨ª, en Espa?a, durante la guerra civil. En mayo de 1938 se comenzaron a construir, im??pulsadas por el partido comunista y los agentes estalinistas, las llamadas chekas o celdas psicot¨¦cnicas. Estaban situadas en los alrededores de Barcelona y fueron dise?adas por un tipo siniestro, un tal Alfonso Laurencic, de nacionalidad austriaca, pintor y director de orquesta. Las celdas eran diminutas: dos metros de altura, metro y medio de ancho y otros dos metros de largo. Este agujero estaba alquitranado por dentro y por fuera, para que el sol recalentara el interior hasta convertirlo en un horno asfixiante. Pero lo peor era que la tabla que se utilizaba como cama estaba inclinada unos veinte cent¨ªmetros, lo cual imposibilitaba descansar; por a?adidura, el suelo presentaba una superficie ondulada, inspirada en los dise?os de la Bauhaus, que hac¨ªa que caminar resultara inseguro e incierto. Por ¨²ltimo, las paredes eran curvas y sobre ellas se proyectaban motivos geom¨¦tricos y obras abstractas y surrealistas de Kandinsky, Paul Klee, Johannes Itten, Moholy Nagy y otros artistas pl¨¢sticos. Tambi¨¦n se proyectaba una y otra vez la famosa escena del corte de un ojo con una cuchilla perteneciente a El perro andaluz de Luis Bu?uel. Al parecer, estas celdas psicot¨¦cnicas, tan alucinantes y vertiginosas, eran las m¨¢s temidas. Una estancia en esos agujeros de pesadilla te deshac¨ªa la voluntad y la cabeza. Deprime pensar que la Espa?a de la ¨¦poca, tan atrasada y paup¨¦rrima en casi todo, fue sin embargo vanguardista y pionera en la tortura.
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