"El r¨¦cord me encontr¨® a m¨ª"
Bolt rebaja a 9,72s la plusmarca mundial de los 100 metros al batir al campe¨®n, Tyson Gay, en Nueva York
Bolt, el apellido, significa rayo, pero ayer fue el trueno que sigue al rel¨¢mpago. ?Booom! Qu¨¦ marca: 9,72s, dos cent¨¦simas inferior al r¨¦cord del mundo que fij¨® Asafa Powell en Rieti el 9 de septiembre pasado. Un jamaicano sucede a otro jamaicano en el trono del hombre m¨¢s r¨¢pido del mundo. "No buscaba el r¨¦cord", dijo Bolt; "fue el r¨¦cord quien me encontr¨® a m¨ª". Era s¨®lo la quinta carrera de 100 metros en competici¨®n de Bolt, un atleta de un talento natural extraordinario. En la primera, el a?o pasado, se qued¨® en 10,03s, marca que repiti¨® en la segunda. La tercera, el 3 de mayo pasado, fue la del gran salto: 9,76s. La cuarta, un desastre t¨¦cnico, fue de 9,92s. Tiene 21 a?os y es un consenso general entre los entendidos que todav¨ªa no sabe correr. Pocos dudan de que ser¨¢ el primero que bajar¨¢ de la barrera de los 9,70s, un hito inimaginable hace unos a?os.
Era s¨®lo la quinta vez que el jamaicano, de 21 a?os, afrontaba la distancia
A¨²n no sabe correr, dicen los expertos, pero avanza 2,60 metros por paso
El atletismo en Pek¨ªn 2008 |
Un ambiente el¨¦ctrico en la noche de Nueva York. La reuni¨®n atl¨¦tica debi¨® atrasarse una hora por la lluvia. M¨¢s tarde, la prueba de los 100 metros, la estrella de la noche, la que opon¨ªa al campe¨®n del mundo, Tyson Gay, con la nueva estrella, con Usain Bolt, el casi adolescente jamaicano especialista en los 200 que hace un mes sorprendi¨® al mundo con una marca de 9,76s en el tercer 100 que corr¨ªa, se aplaz¨® 45 minutos m¨¢s para dejar pasar una tormenta el¨¦ctrica, rayos, truenos, un chaparr¨®n.
Dice la leyenda que, despu¨¦s de una tormenta, como la que precedi¨® al salto de Bob Beamon en M¨¦xico 68 o a los 100 metros de Carl Lewis en Tokio 91, el aire es m¨¢s ligero y la electricidad se queda en el ambiente, contagiando las terminaciones nerviosas de los atletas, m¨¢s vivas, m¨¢s despiertas, m¨¢s sensibles. No se sabe si tal efecto lo notaron los sprinters, pero s¨ª el p¨²blico, menos de 7.000 personas, la mayor¨ªa emigrantes jamaicanos, ruidosos, reggae a todo volumen, que calentaron la espera e impidieron que el ritmo decayera. "Y me encant¨®", dijo Bolt; "me encanta el ruido". Despu¨¦s de la tormenta atmosf¨¦rica, la tormenta atl¨¦tica invadi¨® el peque?o estadio Icahn, en la isla Randalls.
Ni Usain Bolt, que mide 1,96 metros, una figura desgarbada y estramb¨®tica en los tacos de salida, ni Tyson Gay son precisamente los reyes de la salida. A Bolt le frena la f¨ªsica, la altura de su centro de gravedad, que le fuerza a enderezarse demasiado deprisa antes de haber alcanzado la velocidad de crucero; a Gay, su falta de confianza. Y el duelo se decidi¨® en la salida. Primero, en una salida falsa de Mike Rodgers. "Eso me benefici¨®", dijo Bolt, "pues mi salida hab¨ªa sido horrorosa". La segunda fue la buena. "Sab¨ªa que, si sal¨ªa antes que Gay, tendr¨ªa muchas probabilidades de ganarle", dijo; "mi t¨¦cnico, Glen Mills, me hab¨ªa dicho que me concentrara s¨®lo en la primera fase, que despu¨¦s todo llegar¨ªa rodado. Y a los 50 metros ya sab¨ªa que lo ten¨ªa ganado".
En efecto, Bolt le gan¨® en la salida a Gay, quien, acostumbrado a remontar gracias a su gran capacidad de aceleraci¨®n en los ¨²ltimos 40 metros, a¨²n pensaba que podr¨ªa salirse con la suya de la misma forma en que hab¨ªa superado a Asafa Powell en la final de Osaka. "Pero olvidaba una cosa Gay", dijo Bolt; "y es que yo soy un tipo de 200 metros que a los 50 es cuando acelero de verdad". Y de otra cosa se olvidaba Gay: de la zancada que es capaz de desplegar un chaval tan alto pese a su rudimentaria t¨¦cnica, que parece que se vaya a descoyuntar con cada impulso, la camiseta blanca suelta, por fuera del el¨¢stico del pantal¨®n, la imagen m¨¢s antiaerodin¨¢mica que se pueda imaginar en un sprinter. "Lo juro, mi ritmo de zancada fue exacto al de Bolt", dijo Gay, quien corri¨® a la derecha del joven jamaicano; "pero no sab¨ªa lo grande que pod¨ªa ser su zancada". Los t¨¦cnicos dicen que alguien como Bolt puede avanzar 2,60 metros por paso en carrera, lo que le permite tragarse los 100 metros en apenas 42 zancadas.
Bolt supo que hab¨ªa ganado a Gay a los 50 metros, pero para saber que se convert¨ªa en el hombre m¨¢s r¨¢pido de la historia tuvo que esperar otros cuatro segundos. La v¨ªspera contaba, entre risas, que cuando corri¨® 9,76 en Jamaica en mayo hab¨ªa perdido alguna cent¨¦sima intentando mirar el cron¨®metro del estadio antes de cruzar la l¨ªnea. La noche del s¨¢bado, en Nueva York, ya mejor¨® su habilidad. Con el rabillo del ojo vio 9,71s (el tiempo en que se detuvo inicialmente el cron¨®metro) y sigui¨® corriendo, golpe¨¢ndose el pecho con los pu?os. No par¨® hasta pasada la curva de los 200. Desde la l¨ªnea, Gay lo contempl¨® admirado y temeroso. "Veo que me queda mucho trabajo antes de Pek¨ªn", dijo el campe¨®n de Osaka, quien, pese a marcar su segundo mejor tiempo de siempre, 9,85s, se qued¨® un metro por detr¨¢s de Bolt; "pero hoy es la noche de Bolt. Me quito el sombrero".
Batiendo el r¨¦cord del mundo, Bolt tambi¨¦n despej¨® una duda y mostr¨® una caracter¨ªstica propia de los grandes talentos, que tienen tan exacerbada la percepci¨®n de s¨ª mismos que saben siempre qu¨¦ es lo mejor para ellos aunque contradigan todas las teor¨ªas cient¨ªficas. "S¨ª, correr¨¢ tambi¨¦n los 100 metros en Pek¨ªn", dijo su entrenador, quien tem¨ªa que el doblar el 100 y el 200, distancia en la que es subcampe¨®n del mundo, por detr¨¢s de Gay, le supondr¨ªan al tierno atleta una carga excesiva. "S¨ª, soy un hombre de 100", dijo Bolt, quien tuvo que llevarle la contraria a su t¨¦cnico, ansioso por probarle en los 400 metros, la distancia que, cient¨ªficamente, mejor deber¨ªa adaptarse a sus 1,96 metros; "claro que tambi¨¦n dije que no quer¨ªa correr los 400 porque el entrenamiento en esa distancia es mucho m¨¢s duro...".
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