Diez a?os de estabilidad
El Banco Central Europeo (BCE) cumple 10 a?os de vida, lo que incita a hacer un balance de su actuaci¨®n. En mi opini¨®n, el BCE se ha ganado en esta d¨¦cada una indiscutible credibilidad en el cumplimiento de su misi¨®n: garantizar la estabilidad de precios a medio plazo en los pa¨ªses que forman parte de la eurozona. La trayectoria de esta joven instituci¨®n y la de la econom¨ªa espa?ola es la historia de un ¨¦xito compartido. En estos 10 a?os y gracias a la estabilidad macroecon¨®mica proporcionada por el euro, la econom¨ªa espa?ola dej¨® atr¨¢s su pasado de altibajos y pudo completar la fase de expansi¨®n continuada m¨¢s duradera de las ¨²ltimas d¨¦cadas.
Hoy el BCE puede presumir de una hoja de servicios ejemplar: la tasa de inflaci¨®n media de la eurozona desde 1998 apenas ha superado el 2%, que es el objetivo fijado por el propio Consejo de Gobierno del BCE para garantizar la estabilidad de los precios en el medio plazo. Y durante este tiempo, la evoluci¨®n econ¨®mica de los pa¨ªses que integran la eurozona ha sido muy positiva. A aquellos que, contra toda evidencia, todav¨ªa se obstinan en oponer el control de la inflaci¨®n al crecimiento econ¨®mico, hay que recordarles que los pa¨ªses que integran la eurozona han creado en esta d¨¦cada cerca de 16 millones de empleos, superando a los Estados Unidos. Y Espa?a ha sido el pa¨ªs de la zona euro que en estos 10 a?os ha creado m¨¢s puestos de trabajo: casi seis millones.
Nada de esto se pod¨ªa dar por seguro en junio de 1998, cuando 450 empleados procedentes del Instituto Monetario Europeo empezaron a ocupar los despachos vac¨ªos de la Eurotower que hoy alberga la sede del BCE en Francfort. Enfrent¨¢ndose al escepticismo que por entonces rodeaba a la reci¨¦n creada instituci¨®n, sobre todo en algunos ¨¢mbitos financieros fuera de la eurozona, el BCE tuvo que forjar una estrategia de pol¨ªtica monetaria propia, que fue recibida con ciertas dudas, y acompa?arla de una pol¨ªtica de comunicaci¨®n adecuada para asegurar la transparencia y la correcta comprensi¨®n de las decisiones de pol¨ªtica monetaria.
La importancia de la comunicaci¨®n era mayor si cabe para una instituci¨®n nueva y que ten¨ªa que poner a prueba su independencia. El BCE ten¨ªa que marcar su propio territorio pero deb¨ªa esforzarse en actuar con transparencia precisamente para usar adecuadamente la independencia que le hab¨ªa sido otorgada en el Tratado de Maastricht.
Lo cierto es que, pasados 10 a?os, el Banco Central Europeo ha demostrado ser capaz de estar a la altura del gran reto que se le presentaba. El Consejo de Gobierno ha sabido asimilar un ingrediente fundamental para el buen funcionamiento de la instituci¨®n: que sus decisiones toman como referencia al conjunto de la eurozona y no la situaci¨®n particular de uno u otro pa¨ªs, pese a que los m¨¢s cr¨ªticos con el proyecto se?alaban que una sola pol¨ªtica monetaria nunca podr¨ªa convenir a todos los pa¨ªses miembros a la vez.
El caso espa?ol es especialmente relevante a este respecto. Partiendo de la base de que nadie puede discutir los efectos ben¨¦ficos que ha tenido para la econom¨ªa espa?ola su inclusi¨®n en la Uni¨®n Monetaria Europea, se podr¨ªa debatir si el nivel hist¨®ricamente bajo de tipos de inter¨¦s que ha mantenido el BCE durante buena parte de esta d¨¦cada ha sido el m¨¢s adecuado para la coyuntura econ¨®mica en Espa?a. Hay quien podr¨ªa sostener, incluso, que esas condiciones monetarias excesivamente holgadas fueron un combustible adicional y contraproducente, pues aviv¨® el ritmo de crecimiento de una econom¨ªa que m¨¢s bien estaba necesitada de lo contrario.
Pues bien, aunque as¨ª fuera, los beneficios derivados de la pertenencia de Espa?a a esa zona de estabilidad macroecon¨®mica han superado con creces los inconvenientes provocados por la p¨¦rdida de autonom¨ªa monetaria desde la creaci¨®n del BCE. Efectivamente, ya no se cuenta con la palanca de los tipos de inter¨¦s para enfriar una econom¨ªa sobrecalentada, pero se debe recordar que siguen existiendo otros elementos con los que las autoridades nacionales pueden actuar. Tenemos una pol¨ªtica monetaria ¨²nica, para todos los pa¨ªses de la zona euro, pero el resto de las pol¨ªticas econ¨®micas -y en particular, la fiscal- siguen siendo una prerrogativa nacional.
Y ahora que la econom¨ªa espa?ola est¨¢ haciendo frente a un inevitable ajuste tras una muy larga etapa de crecimiento, tambi¨¦n se deben aprovechar las indudables ventajas de estar en el ¨¢rea de estabilidad del euro, pero para ello es necesario afrontar nuevas reformas, que afectan tanto al mercado laboral como a los de bienes y servicios, para seguir siendo competitivos. Los avances realizados en estos ¨¢mbitos durante los a?os en los que hemos crecido muy por encima de nuestros vecinos de la eurozona deben ser ahora reforzados y completados, tarea que debe ser un empe?o com¨²n de Gobierno y agentes econ¨®micos y sociales.
Afortunadamente, la posici¨®n de partida de la econom¨ªa espa?ola es hoy mucho mejor de la que hab¨ªa la ¨²ltima vez que hubo de afrontar un ajuste c¨ªclico. El esfuerzo de consolidaci¨®n fiscal llevado a cabo en estos a?os permite ahora dejar actuar a los estabilizadores autom¨¢ticos del Presupuesto sin necesidad de aumentar los impuestos a los espa?oles, siempre que no se adopten medidas discrecionales que puedan comprometer el equilibrio de las cuentas p¨²blicas a largo plazo.
No puedo dejar de mencionar entre nuestros deberes la obligaci¨®n de introducir m¨¢s flexibilidad en los mecanismos de formaci¨®n de salarios y precios. La moderaci¨®n salarial, que tan buenos resultados ha dado en los ¨²ltimos a?os, sigue siendo prioritaria, como lo es la de los m¨¢rgenes empresariales, en esta fase en que nos enfrentamos a tensiones inflacionistas exacerbadas por la evoluci¨®n del mercado de petr¨®leo, alimentos y otras materias primas. Est¨¢ en juego la competitividad de una econom¨ªa que debe encontrar en sectores como la industria y los servicios alternativas de actividad y empleo que compensen el inevitable descenso que se est¨¢ produciendo en la construcci¨®n residencial.
?ste es el desaf¨ªo que hemos de asumir como pa¨ªs para seguir disfrutando de un bienestar econ¨®mico creciente y seguir acercando nuestro nivel de renta al de nuestros vecinos europeos, como hemos venido haciendo en estos 10 ¨²ltimos a?os. El BCE, por su parte, seguir¨¢ cumpliendo con su misi¨®n y har¨¢ todo lo necesario para proporcionar el entorno de precios estables a medio plazo, que es una condici¨®n imprescindible para el crecimiento de la econom¨ªa y del empleo.
En suma, los 10 a?os de existencia del BCE han coincidido con una de las etapas m¨¢s brillantes de la econ¨®mica espa?ola. Nada ser¨ªa m¨¢s equivocado que, ahora que nos ha tocado entrar en una fase de ajuste en la que tendremos que corregir algunos excesos acumulados, perdi¨¦ramos el tiempo en buscar culpables externos o soluciones f¨¢ciles que, supuestamente, nos ahorrar¨ªan el esfuerzo necesario para volver a crecer, lo antes posible, conforme a nuestro potencial. Felicitemos como se merece al Banco Central Europeo, que nos ha permitido disfrutar de una d¨¦cada de estabilidad, y pong¨¢monos nosotros manos a la obra con los deberes que nos quedan por hacer.
Miguel ?ngel Fern¨¢ndez Ord¨®?ez es gobernador del Banco de Espa?a y miembro del Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo.
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