El cierre de los cines de la Gran V¨ªa

M¨¢s de 80 a?os despu¨¦s, cierra sus puertas, apaga su proyector. Mejor dicho, lo cierran, lo apagan. El Palacio de la M¨²sica era mucho m¨¢s que un cine. Era un s¨ªmbolo de la calle m¨¢s famosa de Espa?a. Era la cuna de miles de historias secretas, felices y tristes.

No hace mucho, la Gran V¨ªa de Madrid era una calle con fachadas vestidas de inmensos rostros de actores y actrices. No hace mucho era un lugar ineludible para el que esto escribe. Cuando se iba a Madrid, hab¨ªa que pasar por el Prado, por el Caf¨¦ Gij¨®n, por el Bernab¨¦u, por la plaza Mayor, por el Palacio Real de los Borbones... y por el de la M¨²sica. ?El rito de ir a un cine de los de antes!

En los ¨²ltimos tiempos se hab¨ªa convertido en el ¨²ltimo mohicano de una selva cruel, pero flechas ignorantes le han atravesado el coraz¨®n y, as¨ª, la Gran V¨ªa es menos grande y m¨¢s vergonzosa que nunca.

Quedan las vidas grises de muchos espectadores que se iluminaban durante dos horas, quedan besos y pu?etazos entre butacas, quedan pel¨ªculas geniales, deleznables, sosas, divertidas, aburridas e inolvidables. Todo cab¨ªa en un gran cine. Todo cab¨ªa en la Gran V¨ªa. Ahora s¨®lo cabe el recuerdo y una buena dosis de rabia. Porque el ritual m¨¢gico de ir al cine pierde a uno de sus magos. ?Viva el cine.