"Si Hillary se va, votar¨¦ a McCain"
Los seguidores de Clinton piden que contin¨²e en la carrera - La senadora cerr¨® la campa?a en Nueva York sin desvelar sus planes ni felicitar a Obama
La senadora Hillary Clinton volvi¨® a casa el martes por la noche no para admitir la derrota que ya pod¨ªa palpar, sino para reivindicar su candidatura y mantener la inc¨®gnita de qu¨¦ pasos dar¨¢ antes de la convenci¨®n dem¨®crata de agosto. De regreso a su Estado de Nueva York, reuni¨® a sus m¨¢s ac¨¦rrimos seguidores, casi todos voluntarios de su campa?a, en el colegio Baruch de la City University. La multitud no acababa de creerse lo que contaban las cadenas de televisi¨®n.
A sus partidarios les parec¨ªa imposible que Barack Obama tuviera ya suficientes delegados para dar por segura su candidatura. Cuando Clinton subi¨® al escenario preparada para cerrar las primarias, vestida de un enigm¨¢tico azul el¨¦ctrico, sus seguidores la recibieron a gritos de "presidenta", desafiando a la realidad. Por un momento, entre los gritos, las noticias de que la candidata hab¨ªa ganado Dakota del Sur y las grandes sonrisas de los Clinton, parec¨ªa que le quedara un ¨²ltimo aliento a esta, en realidad, moribunda campa?a.
La multitud no acababa de creerse que Obama tuviera asegurada la victoria
Clinton apareci¨® desafiante, con la apariencia de alguien que tuviera algo que celebrar, pero con el discurso de una maestra del arte de la evasi¨®n y el victimismo. Repet¨ªa una y otra vez que su campa?a "ha sido la m¨¢s votada de la historia de unas primarias, 18 millones de votos". Inclu¨ªa la senadora hasta los votos de Michigan, unas primarias en las que Obama ni siquiera se present¨®. Culpaba, indirectamente, al Partido Dem¨®crata, que no le permiti¨® contar estas papeletas al 100%.
A Obama s¨®lo le concedi¨® dos beneficios: el de la duda y una retah¨ªla de elogios forzados. Comenz¨® alabando al senador por "su extraordinaria carrera en las primarias", le llam¨® "amigo personal", pero no lleg¨® a reconocer su irrefutable victoria ni su ventaja en delegados. Pareciera que, por momentos, Clinton se contagiara del ambiente de guerra que emanaba de la multitud. En pleno discurso, todav¨ªa se preguntaba "qui¨¦n ser¨¢ el que est¨¦ preparado para recuperar la Casa Blanca y ser comandante en jefe para dirigir a nuestro pa¨ªs a un futuro mejor". Lo dijo como si la semana pr¨®xima todav¨ªa quedaran m¨¢s primarias que celebrar.
"No decidir¨¦ nada esta noche", dijo. La ex primera dama ha preferido acabar su carrera presidencial con lo que parec¨ªa una rabieta y con cierta amargura, reserv¨¢ndose el derecho de influir sobre a qu¨¦ precio podr¨¢ acudir Obama a Denver como ganador. "En los pr¨®ximos d¨ªas, consultar¨¦ con voluntarios y l¨ªderes del partido para decidir c¨®mo seguir adelante de acuerdo con los mejores intereses de mi pa¨ªs". Entre bastidores, uno de sus principales apoyos entre la comunidad latina de Nueva York, la representante de origen puertorrique?o Nydia Vel¨¢zquez, revelaba que hab¨ªa participado en una conferencia telef¨®nica con la senadora esa tarde: "Le pregunt¨¦ si ser¨ªa posible que aceptara el puesto de vicepresidenta. Dijo que est¨¢ abierta a todas las posibilidades, que no lo descarta. Yo, como congresista, exijo que sea vicepresidenta".
Acabado el discurso, Clinton no hab¨ªa retirado su candidatura ni admitido la derrota. Una actitud de infundado optimismo se apoder¨® de sus seguidores. Interrump¨ªan el discurso de la senadora gritando: "?A Denver!". La senadora sonre¨ªa con resignaci¨®n. S¨®lo en un momento hab¨ªa parecido enterarse de lo que en realidad estaba pasando en el mundo exterior, hablando de su campa?a en pasado: "Estoy orgullosa de que recorri¨¦ramos este camino juntos".
Sus seguidores no le tomaron prestado el uso de este tiempo verbal. Charles Yourow, de 59 a?os, presente entre la multitud, no se aten¨ªa a razones. "Todos esos recuentos que le dan la victoria a Obama son mentiras. Hay superdelegados que no dependen de las elecciones", explicaba. "Pueden cambiar de opini¨®n. Puede pasar cualquier cosa. De aqu¨ª a agosto quedan muchas semanas. Hillary a¨²n puede ganar".
Al autoenga?o se a?ad¨ªa una desafiante forma de romper la lealtad de partido. "Si no es Hillary, ser¨¢ John McCain". Esta frase se o¨ªa en todos los corrillos. La gritaba a viva voz Marta Alexander, puertorrique?a de 52 a?os. "A Obama s¨®lo le queda una cosa si quiere ganar estas elecciones: ofrecerle a Hillary ser la vicepresidenta. Si no lo hace, mi voto va a McCain. Y no s¨®lo el m¨ªo, el de toda la comunidad latina". Michael Armstrong, de 25 a?os, coincid¨ªa: "Si Hillary se va, votar¨¦ a McCain en noviembre".
Las primarias m¨¢s caras
- ?Qui¨¦n ha gastado m¨¢s? Barack Obama hab¨ªa destinado hasta marzo unos 189 millones de d¨®lares a la campa?a, seguido de Hillary Clinton, con m¨¢s de 163 millones de d¨®lares y John McCain, con 69 millones de d¨®lares.
- Las deudas de Clinton. La candidata ha tenido problemas en los ¨²ltimos meses para recaudar fondos. Su deuda supera los 20 millones de d¨®lares y ha tenido que poner 11 millones de su bolsillo. Del total gastado por Clinton, las mayores partidas han sido para publicidad y medios, viajes y salarios.
- La apuesta de Wall Street. Los dem¨®cratas han recibido un 57% de las aportaciones realizadas por la industria de los mercados financieros, seg¨²n el Center for Responsive Politics. Obama ha sido el m¨¢s beneficiado.
- Gasto r¨¦cord. Todos los aspirantes a la presidencia, dem¨®cratas y republicanos, han gastado hasta ahora en la campa?a 586 millones de d¨®lares. En las elecciones de 2004, el total gastado, entre las primarias y las presidenciales, fue de 718 millones de d¨®lares.
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