Despedida sin confetis
El martes no hubo confetis. Los hab¨ªa habido en muchas de las ¨²ltimas celebraciones, cuando Hillary Clinton proclam¨® su victoria en primarias como la de Puerto Rico, Kentucky o Virginia Occidental. Pero el martes, el ambiente festivo se qued¨® en una retah¨ªla de canciones de Ricky Martin, el ¨²ltimo famoso en darle su apoyo a la senadora, y en el ¨¦xito musical de Tina Turner Simply the best. Cuando sonaron los primeros acordes de esta canci¨®n, la hija de la candidata, Chelsea Clinton, salt¨® al escenario y cant¨® un par de frases a su madre, oblig¨¢ndola a sonre¨ªr.
El padre y marido, el ex presidente Bill Clinton, se manten¨ªa al margen. No subi¨® al escenario hasta mucho despu¨¦s, cuando madre e hija ya se hab¨ªan dado un abrazo que parec¨ªa, esta vez s¨ª, la verdadera despedida de la candidata. Al acabar el discurso de su mujer, la multitud se abalanz¨® sobre el ex presidente, buscando la oportunidad de mirarle a los ojos y estrechar su mano. Este veterano pol¨ªtico sigue teniendo un efecto poderosamente magn¨¦tico sobre sus seguidores. Pero el martes firmaba aut¨®grafos con desgana, hablando con sus guardaespaldas e ignorando los gritos de los votantes. Fue ¨¦sta la ¨²ltima vez en que se ver¨¢ al ex presidente en un acto de esta naturaleza.
Los Clinton no pudieron ocultar el desencanto en su ¨²ltima fiesta electoral
Los Clinton hab¨ªan encontrado un fil¨®n de oro en su hija, una forma de ara?ar votos j¨®venes al senador Obama. Como en casi toda la campa?a, el martes por la noche Chelsea Clinton estuvo junto a su madre para ayudarle a subir las escaleras, cogi¨¦ndole el brazo. No dej¨® que el cansancio le borrara la sonrisa y le impidiera bailar encima del escenario con un grupo de congresistas que apoyan a la senadora. Su sinceridad est¨¢ en las ant¨ªpodas de la maestr¨ªa pol¨ªtica de su padre.
Cuando un partidario le pregunt¨® sobre el esc¨¢ndalo Lewinsky el pasado mes de marzo en Indiana, respondi¨® de coraz¨®n: "No es asunto tuyo". En el acto de despedida de su madre, muchos partidarios le preguntaron a esta joven de 28 a?os si podr¨ªa seguir la estela de sus padres. Ella se limit¨® a sonre¨ªr, en un ambiguo gesto muy propio de quien ya comienza a estar c¨®moda en pol¨ªtica. El martes por la noche la familia sali¨® separada del colegio Baruch. La despedida fue fr¨ªa. La hija esper¨® a la madre para irse con ella. El padre segu¨ªa firmando aut¨®grafos y departiendo con personas de su confianza.
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