Polic¨ªas bajo sospecha
La Polic¨ªa Local es una instituci¨®n tocada. El escandalazo de Coslada ha abierto los ojos a la ciudadan¨ªa hasta contemplar la posibilidad de que lo ocurrido en aquel municipio madrile?o pueda estar pasando en media Espa?a. El que m¨¢s y el que menos repasa experiencias propias y ajenas e imagina si aquello que presenci¨® o le contaron encaja en esos modos de corrupci¨®n policial destapados all¨ª. No es dif¨ªcil fabular; en muchos pueblos y ciudades hay episodios o circunstancias dif¨ªciles de explicar sin contar con la acci¨®n irregular o cuando menos heterodoxa de ciertos agentes locales.
Un recelo f¨¢cil de propagar por sus detractores, que son un mont¨®n. No olvidemos que una de las leyendas urbanas m¨¢s extendidas en Madrid, desde que los guardias llevaban casco de hierro, es la que sostiene que all¨ª donde se planta un polic¨ªa municipal se monta el atasco. Tampoco ayuda a la imagen de estos cuerpos locales la chuler¨ªa que ¨²ltimamente suelen exhibir muchos de sus miembros y que, adem¨¢s de restarles la necesaria proximidad para dar un servicio adecuado, les hace parecer prepotentes y odiosos. Si encima de eso te cuentan que, asumiendo riesgos menores y con menos formaci¨®n, estos cuerpos locales suelen estar mejor pagados que los polic¨ªas nacionales y que sus tasas de productividad en algunos municipios son raqu¨ªticas, el desprestigio est¨¢ servido. Como cualquier generalizaci¨®n, ¨¦sta tampoco es justa.
Tampoco ayuda la chuler¨ªa que suelen exhibir muchos de sus miembros
Quiero creer y creo que la mayor¨ªa, no la inmensa mayor¨ªa, de los agentes locales son honestos, diligentes y serviciales. Quiero creer y creo que esa mayor¨ªa no inmensa es imprescindible para el buen funcionamiento de una ciudad y que se ganan el sueldo que cobran. Entiendo en consecuencia que est¨¦n jodidos con el chorreo de mala prensa que les infligen los acontecimientos de Coslada y que duela el que el subconsciente colectivo les ponga a todos bajo sospecha. Es una faena y, respondiendo a esa sensibilidad, la semana pasada un total de 11 colectivos y asociaciones de jefes de polic¨ªas locales de toda Espa?a se plantaron ante los medios de comunicaci¨®n para defender su profesionalidad y situar lo de Coslada como un hecho aislado.
Con sus uniformes impecables, las medallas colgando y las caras de p¨®quer, leyeron un manifiesto que exig¨ªa depuraciones y apartar a los culpables del cuerpo. Hasta ah¨ª todo era obvio. Despu¨¦s pidieron responsabilidades pol¨ªticas a quienes permitieron durante a?os y a?os que lo ocurrido ocurriera. Y tienen tambi¨¦n m¨¢s raz¨®n que un santo.
Hubo ca?a, adem¨¢s, para los medios de comunicaci¨®n por darle cancha a Gin¨¦s Jim¨¦nez cuando hac¨ªa y deshac¨ªa a su antojo. Es verdad que el sheriff de Coslada se hab¨ªa convertido en una figura medi¨¢tica en el Corredor del Henares. El tipo era un encanto con los periodistas y sab¨ªa proporcionarles lo que un informador m¨¢s aprecia, que es la informaci¨®n. Eso siempre tiene un plus en el mundo de la comunicaci¨®n y habr¨¢ que reconocer que el periodismo express, tan generalizado ahora, constituye un flanco demasiado d¨¦bil del rigor informativo y un coladero de manipuladores untuosos. As¨ª que todas las cr¨ªticas eran merecidas. Pero se quedaron cojas, porque no hubo autocr¨ªtica. En ning¨²n momento hicieron el necesario examen de conciencia sobre la profesi¨®n y los profesionales que representan.
El sumario sobre la trama de corrupci¨®n policial en Coslada revela una actividad delictiva tan intensa y descarada que lo realmente preocupante es que haya podido prolongarse tanto en el tiempo y con esa impunidad.
Si encima hay jueces pringaos, quiere decir que algo falla en el sistema y que lo que ocurri¨® en Coslada o cosas parecidas puede estar pasando en otros municipios de Madrid y del resto de Espa?a. Y para que eso suceda, adem¨¢s de polic¨ªas corruptos, ha de haber polic¨ªas que callen o que sean tontos, sordos o ciegos, minusval¨ªas que siempre supuse imposibilitan el acceso a los cuerpos de seguridad.
Hay instalado en la cultura de muchas polic¨ªas locales un sentido perverso del compa?erismo que tiende a pasar por alto o hacer la vista gorda con los posibles desmanes de un camarada de armas. En cualquier polic¨ªa es el peor de los tumores. Quebranta los principios que fundamentan su raz¨®n de ser y pone en situaci¨®n de riesgo y desamparo a la sociedad a la que se deben. Est¨¢ bien que los jefes de las polic¨ªas locales pidan que no les confundan con delincuentes, pero ellos han de ser los primeros en vigilar la honestidad de sus miembros y no consentir que una sola mota manche el uniforme. Si no nos podemos fiar de ellos, mejor que se lo quiten.
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