Suiza lo pierde casi todo
El conjunto helv¨¦tico se queda sin su estrella, Frei, y cae en el debut ante los checos por un gol de Sverkos
No ha sido el f¨²tbol un deporte dado a las ceremonias de apertura, m¨¢s propias del olimpismo. Los fastos del f¨²tbol son los goles y sus celebraciones, cada vez m¨¢s infantiles, cada vez m¨¢s histri¨®nicas. Suiza no se salt¨® el gui¨®n y liquid¨® el asunto con cuatro trazos rojos y blancos, muy vistosos, eso s¨ª, encargados a Martin Arnaud (ya dise?¨® la apertura del Mundial de Francia de 1998) y, sin saberlo, nos reaviv¨® una absurda pol¨¦mica. La interpretaci¨®n de los himnos de Suiza y la Rep¨²blica Checa en directo, a cargo de dos cantantes, desempolvar¨¢ el rancio debate sobre la letra del espa?ol.
Abrir el marcador es una an¨¦cdota que sucumbe f¨¢cilmente al imperio de las figuras
Todo muy sobrio y t¨ªpico, en espera de que rodara un bal¨®n del que, como siempre, desconf¨ªan los porteros, convencidos de que sus dise?adores les tienen ojeriza y van descaradamente a por ellos. Y el bal¨®n rod¨®, no puede decirse que con estilo, durante 94 minutos dejando ya, sin esperar a m¨¢s, la primera alegr¨ªa y la primera tristeza. Lo segundo fue lo primero. El l¨ªder natural de Suiza, Alexander Frei, se retiraba llorando, antes del descanso, con una lesi¨®n importante que le hizo volver al banquillo apoyado en dos muletas. El m¨¢ximo goleador de la historia de Suiza, el capit¨¢n, el alma de la selecci¨®n anfitriona, cay¨® demasiado pronto. Para entonces, el delantero del Borussia de Dortmund (iba para asesor fiscal con su diplomatura de Comercio) hab¨ªa dejado algunos detalles de calidad. Ahora tendr¨¢ que echar n¨²meros para saber cu¨¢ntos d¨ªas le quedan para regresar al campo. Fue la sombra del arranque de un campeonato que busca desesperadamente un ramillete de figuras a las que agarrarse para desatar las pasiones.
La luz le correspondi¨® a un suplente. Vaclav Sverkos, que sustituy¨® al gigant¨®n Koller, marc¨® el gol de la victoria checa y se asegur¨® un lugar en la historia del torneo. Es lo que tiene estrenar la Eurocopa: al menos, te garantiza unas cuantas l¨ªneas en los medios de comunicaci¨®n de hoy y un recuerdo obligado dentro de cuatro a?os, en la pr¨®xima edici¨®n. Hist¨®ricamente, el asunto es una an¨¦cdota que sucumbe f¨¢cilmente al imperio de las figuras, de los m¨¢ximos goleadores, de los penaltis fallados, del gol decisivo en la final. Incluso de las t¨¢cticas y estrategias. M¨¢s a¨²n, de las ruedas de prensa que provocan titulares golosos o debates redundantes, llenos de lugares comunes, de cr¨ªticas y apoyos previsibles.
Espa?a es un contertulio habitual de esas pol¨¦micas. A¨²n vive tranquila, con el debate latente del centro del campo y, por tanto, de los delanteros o el delantero que se enfrentar¨¢n a Rusia. En espera, de mayores datos, Sverkos vivi¨® un par de horas de gloria, las que tard¨® en saltar al campo Cristiano Ronaldo en Ginebra para atraer los focos de medio mundo. En principio, es el chico de la Eurocopa. Pero mientras tanto, la Rep¨²blica Checa hizo sus deberes en un partido que sigui¨® el gui¨®n de las aperturas: sencillez y tensi¨®n. Lo menos que se puede pedir.
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