El ¨¢cido estrella
Habr¨¢ que rendirse a la evidencia: el ¨¢cido b¨®rico se ha convertido en un ¨¢cido estrella. Se trata de una carrera mete¨®rica que comenz¨® por los empleos m¨¢s humildes y que, en poco m¨¢s de dos a?os, ha llegado a las cimas m¨¢s altas, despu¨¦s de ocupar primeras p¨¢ginas e infinidad de emisiones radiof¨®nicas. Este ¨¢cido del que hoy se habla en la Audiencia de Madrid es el mismo que ayer s¨®lo serv¨ªa para combatir el olor de pies o matar cucarachas. Son destinos, sin duda, respetables, pero que
no se pueden comparar con el aire de distinguido misterio que envuelve su actual notoriedad, y que ha permitido, nada menos, que descubrir que la doctrina Atutxa, seg¨²n la cual la acusaci¨®n particular es suficiente para abrir un proceso, es contradictoria con la doctrina Bot¨ªn, que sostiene lo contrario. No conviene fijarse s¨®lo en los grandes nombres de la pol¨ªtica o las finanzas, sino tambi¨¦n en el del ¨¢cido, ayer humilde y hoy encumbrado, que ha permitido traerlos a colaci¨®n.
La raz¨®n del fulgurante ¨¦xito del ¨¢cido b¨®rico no es otra que la casualidad, como les pasa a tantas otras estrellas del firmamento medi¨¢tico. Se trata de estar en el lugar adecuado y en el momento oportuno, una coincidencia a la que no se le puede discutir el m¨¦rito. Su suerte pod¨ªa haber sido, por ejemplo, la de una pasta de dientes o la de un fijador de pelo, incluso la de una loci¨®n para despu¨¦s del afeitado o, por qu¨¦ no, la de alguna salsa de cocina. Pero no, a cada cual lo que es suyo:
el ¨¢cido b¨®rico fue
el ¨²nico producto que apareci¨® en la casa de un okupa, en la de un etarra y en la de un terrorista del 11-M.
A muchos les parecer¨¢ que esta coincidencia s¨®lo demuestra que los okupas y los terroristas, sean del signo que sean, no est¨¢n libres de problemas corrientes, como padecer mal olor de pies o tener cucarachas en sus casas y escondites. Pero no se debe desalentar la creatividad ni la inventiva, sino que conviene estimularla para que vuele sin trabas e invitarla a llegar tan lejos como sea capaz para ampliar nuestra capacidad de asombro. Si acaso, s¨®lo cabr¨ªa recordarle un detalle seguramente anodino, y es que, hasta donde se sabe, el ¨¢cido b¨®rico
no explota.
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