El barrio que venera a la Santa Muerte
Aquellos que no conocen Tepito no conocen M¨¦xico, dicen con orgullo los vecinos del barrio m¨¢s bravo del pa¨ªs. Los tepite?os se revuelven contra la maldici¨®n de vivir en el territorio m¨¢s peligroso, reducto del narcomenudeo (tr¨¢fico de droga), la fayuca (contrabando), los tianguis (mercado ambulante) y la pirater¨ªa (venta de mercanc¨ªa falsificada). En Tepito es posible comprar de todo. Desde marihuana y coca¨ªna hasta un fusil AK-47, el arma m¨¢s usada por los sicarios. Y por supuesto, todo tipo de productos de dudosa procedencia, ropa, complementos, pel¨ªculas en DVD, discos compactos? S¨®lo es cuesti¨®n de precio. Todo ocurre en pleno centro de la gigantesca capital mexicana, a 15 minutos del Z¨®calo, el coraz¨®n de la ciudad.
Las incursiones de la polic¨ªa en el barrio suelen degenerar en batallas campales. La ¨²ltima fue el 22 de abril y dur¨® hasta altas horas de la madrugada. Medio millar de agentes se incautaron de 150 toneladas de perfumes de contrabando, pero para lograr su objetivo tuvieron que doblegar la tenaz resistencia de grupos de j¨®venes que quemaron veh¨ªculos y levantaron barricadas.
Una de las primeras medidas del jefe de Gobierno (alcalde) de la Ciudad de M¨¦xico, Marcelo Ebrard, en febrero de 2007, fue la expropiaci¨®n de un predio de Tepito conocido como El 40, que culmin¨® con un espectacular operativo policial para desalojar y demoler 144 viviendas. Seg¨²n las autoridades, era el mayor centro de distribuci¨®n de droga, donde se comercializaba diariamente m¨¢s de media tonelada de marihuana y entre siete y ocho kilos de coca¨ªna, es decir, el 10% de la droga que se distribuye a escala minorista en la Ciudad de M¨¦xico.
El alcalde destaca la importancia de la cultura popular que genera un barrio tradicional y con historia propia como Tepito. Pero no minimiza su cara m¨¢s negra. De los 38.000 habitantes, unos mil est¨¢n presos. Si se a?aden los que han pasado por la c¨¢rcel, la cifra es alarmante. "La densidad de criminalidad es muy elevada", dice Marcelo Ebrard, que no duda en calificar Tepito de f¨¢brica de delincuentes.
"No somos la lacra de la sociedad", replica con mala cara Alfonso Hern¨¢ndez, cronista de Tepito y director del Centro de Estudios Tepite?os. Aqu¨ª naci¨® hace 63 a?os Hern¨¢ndez, quien no tiene t¨ªtulo acad¨¦mico y dice ejercer la profesi¨®n de hojalatero social. En su oficina de la calle Granaditas, rodeada de puestos de venta ambulante, habla animadamente del barrio que "mejor ha resistido la embestida de la modernizaci¨®n urbana a la hora de implantar nuevos patrones en las costumbres".
El cronista ha escrito sobre la supervivencia del barrio en estos t¨¦rminos: "En la historia de la ciudad, Tepito lo ha sido todo. Barrio ind¨ªgena y arrabal colonial, abrevadero cultural de los chilangos, semillero de campeones, atracadero urbano de barcos, ropero de pobres, lupanar metropolitano, tianguis y tendaj¨®n de sobrinas, refaccionaria automotriz de gabachas y europeas usadas. Reciclador de conciencias e inconsciencias, tendedero existencial de propios y extra?os".
Hay que remontarse a tiempos prehisp¨¢nicos para encontrar los or¨ªgenes de Tepito y de la fuerza y bravura de sus moradores. Aqu¨ª se atrincher¨® Cuauht¨¦moc, el ¨²ltimo rey azteca, 93 d¨ªas durante el sitio de Tenochtitl¨¢n, en una feroz resistencia a las tropas de Hern¨¢n Cort¨¦s. "Fuimos el primer barrio que empez¨® a defender su solar nativo con un discurso art¨ªstico y cultural", explica Hern¨¢ndez.
Un recorrido por las 50 manzanas de Tepito da la raz¨®n a Fernando C¨¦sar Ram¨ªrez, creador de la revista Desde el Zagu¨¢n y de varios proyectos culturales, que escribi¨®: "El tianguis se ha tragado todo". Aceras y calzadas de calles enteras desaparecen bajo el colorido de los toldos que cubren los innumerables puestos de venta ambulante. Tepito no es lo que era. El barrio ha cambiado radicalmente, dicen los m¨¢s viejos del lugar cuando recuerdan con nostalgia las cantinas, cines, tiendas, tlapaler¨ªas y fondas que ya no est¨¢n. El comercio informal tiene la culpa de su desaparici¨®n. Calles, plazas, viviendas y comercios son ahora "bodegas", almacenes para guardar mercader¨ªa. "Ha llegado de distintas partes gente extra?a que se ha adue?ado del lugar del tepite?o en el comercio, en sus casas y en liderar a su gente", dice Alfonso Hern¨¢ndez.
Ocultos dentro del laberinto casi impenetrable de los tianguis hay "laboratorios" de falsificaci¨®n de discos compactos y DVD. Hemos entrado en las entra?as de la pirater¨ªa, convertida en amortiguador social por la sociedad del espect¨¢culo. Se trata de vender equipos de audio y v¨ªdeo baratos para tranquilizar al personal. Se fomentan consumidores compulsivos, despu¨¦s ya veremos qu¨¦ hacemos con ellos. "La pirater¨ªa es otra droga", esgrime el cronista de Tepito. "El objetivo es que la gente deje de ser pueblo y se convierta en p¨²blico consumidor". Se abarata el mercado, donde las ganancias son en centavos.
Cada mi¨¦rcoles, la calle de Tenochtitl¨¢n se convierte en un mercadillo de ropa a peso. Una camisa, un pantal¨®n, una falda o una chaqueta se venden a un peso (0,06 c¨¦ntimos de euro). Un par de zapatos cuesta tres pesos (0,17 c¨¦ntimos). Los compradores rebuscan entre monta?as de ropa usada, limpia y, en algunos casos, de marca. Arnulfo Rosas tiene un puesto de venta en este ropero de los pobres. Desde hace 19 a?os compra ropa de segunda mano en grandes cantidades a los ayateros, que la consiguen en colonias de clase media y baja a cambio de loza o cristaler¨ªa. Es uno de los oficios m¨¢s antiguos de Tepito, en v¨ªas de extinci¨®n.
En un almac¨¦n cercano est¨¢ la zona de los salderos. Aqu¨ª, ropa y zapatos de temporadas anteriores se venden a menos de la mitad del precio original. Las zapatillas de deporte est¨¢n rebajadas de 500 a 250 pesos. Carlos Hern¨¢ndez, secretario general de la zona saldera, explica que la clientela viene de todas partes de la ciudad. "Somos un regulador del mercado entre Santa Fe (zona de alto poder adquisitivo) y Tepito", comenta. Los salderos y los vendedores de ropa a peso son elementos residuales de lo que un d¨ªa fue el barrio, cuando viv¨ªa de comercializar cueros, prendas de vestir y utensilios usados, para convertirse en un centro de distribuci¨®n de pirater¨ªa y estupefacientes. La entrada de la fayuca, hace 60 a?os, alter¨® el paisaje radicalmente.
Hasta aqu¨ª la descripci¨®n del barrio m¨¢s controvertido de M¨¦xico, el m¨¢s chilango y el m¨¢s bravo de todos. Es hora de hablar de sus gentes. El fot¨®grafo Francisco Mata ha retratado a una amplia representaci¨®n de tepite?os, que por primera vez salen a la luz para mostrar sus rostros, atuendos, tatuajes, cicatrices, costumbres y hablarnos de sue?os y preocupaciones. Viven en las entra?as del barrio, y desde las p¨¢ginas del libro Tepito ?bravo el barrio! ayudan a comprender con sus rostros y sus palabras lo que se cuece hoy en Tepito. Hemos ido en busca de algunos de ellos.
"Me siento muy orgulloso de tatuar a gente que ha hecho historia en Tepito. Han pasado de todo, buenos o malos, de todo he tatuado". Jos¨¦ Luis Pe?a Jaramillo, de 48 a?os, conocido como El Socio Tatuador, ha dejado su huella en la piel de m¨¢s de 20.000 personas. "En Tepito he hecho la gran mayor¨ªa de tatuajes. He ense?ado a muchos que se fueron a trabajar a otras partes de la rep¨²blica. Soy uno de los pioneros en M¨¦xico y fui el primero que trajo al Distrito Federal m¨¢quinas profesionales y pigmentos de color".
Todo empez¨® en California, donde pas¨® la adolescencia y parte de la juventud. Era un muchacho de 10 a?os cuando se hizo el primer tatuaje con unos amigos: una hoja de marihuana. No tuvo una vida f¨¢cil en Estados Unidos. Se meti¨® en problemas -delitos graves, dice- que le llevaron a la c¨¢rcel, y tiene vetada la entrada en aquel pa¨ªs. Tiene un hijo soldado que acaba de regresar de Irak. Desde los 20 a?os vive en Tepito. "Es un pa¨ªs dentro de M¨¦xico". "Hay centroamericanos y de todas partes de la rep¨²blica. Es dif¨ªcil describir Tepito en pocas palabras. Puedes encontrar desde prostituci¨®n, droga y asesinatos hasta los intelectuales que han resaltado en muchas cosas".
El Socio Tatuador opina que es exagerado decir que es el barrio m¨¢s peligroso del mundo. "Nueva York tiene unos barrios? Y Los ?ngeles, Chicago. Y Espa?a. S¨ª siento que es el m¨¢s peligroso de M¨¦xico. Ha superado a un barrio de la ciudad de Tijuana, pegado a la frontera".
Jos¨¦ Luis Ponce de Le¨®n, 49 a?os, posa pacientemente para el fot¨®grafo. Muestra orgulloso su cuerpo, decorado en un 90% con motivos orientales, prehisp¨¢nicos y de la cultura de Estados Unidos. Es el hombre m¨¢s tatuado de Am¨¦rica Latina, desde Tijuana hasta la Patagonia, seg¨²n sus datos, y vive en Tepito. S¨®lo le queda el rostro sin tatuar. No por mucho tiempo. "No me interesa lo que opine la gente", advierte. "Siempre he dicho que voy a tatuarme al cien por cien. S¨¦ que en M¨¦xico no est¨¢ bien visto. Pero cuando ya te conocen y empiezas a platicar con la gente, se rompe el hielo. Que alguien tenga alg¨²n tatuaje no tiene que ver con si es buena o mala persona. No he cometido ning¨²n delito y estoy todo tatuado".
Cuenta que "desde chavo" ten¨ªa la idea de tatuarse. Era muy dif¨ªcil, porque el padre, de formaci¨®n militar, no estaba dispuesto a permitirlo y lo sac¨® del barrio. "Cuando regres¨¦ a Tepito busqu¨¦ a un tatuado, hasta que encontr¨¦ al Socio. Le platiqu¨¦ mi idea, y de ah¨ª a la fecha ha sido el ¨²nico que me ha tatuado. Desde hace m¨¢s de 10 a?os, cada s¨¢bado, un tatuaje". ?No hay que dejar descansar la piel? "Pues s¨ª, pero si me hac¨ªa un tatuaje en el brazo, luego me lo hac¨ªa en la espalda, o en la pierna, y as¨ª iba por diferentes partes".
Jos¨¦ Luis Ponce estudi¨® periodismo y trabaj¨® como locutor en radionovelas y doblajes. Est¨¢ decidido a dejarlo todo por el tatuaje, su pasi¨®n. "Voy a agarrar mi equipo, mochila al hombro, y empezar a viajar, tatuando. Hasta donde llegue".
En los ¨²ltimos tiempos, Tepito ha suscitado el inter¨¦s de antrop¨®logos sociales, investigadores, devotos, impostores y curiosos de diverso pelaje. Y no por la violencia, el narcotr¨¢fico o la pirater¨ªa, sino por el culto a la Santa Muerte, que crece d¨ªa a d¨ªa. A la postre, es otro motivo para excomulgar el barrio desde las mentes biempensantes.
El primer martes de cada mes, miles de personas se concentran en la Calle 12, entre Mineros y Panaderos. Llegan desde distintos rincones de la Ciudad de M¨¦xico y alrededores para rezar el rosario ante la Santa Muerte. A las siete de la tarde, la cola es interminable. "Sean breves, por favor. S¨®lo entrar y salir", se desga?ita do?a Queta, la maestra de ceremonias, entre m¨²sica de mariachis y consignas m¨¢s propias de una manifestaci¨®n que de una celebraci¨®n religiosa. "Se siente, se siente, la santa est¨¢ presente". Los fieles llegan hasta el altar de la Santa Muerte, tocan el vidrio, se santiguan y dan media vuelta. El escenario est¨¢ repleto de im¨¢genes e iconos de la Santa Muerte, y de ofrendas como flores, velas y botellas de tequila y whisky.
Centenares de manifestantes ataviados con tatuajes, medallas, escapularios con una calavera, o transportando la imagen de la muerte desfilan como si se tratara de la Virgen de Guadalupe en una procesi¨®n de Semana Santa. La devoci¨®n a la Santa Muerte ha adquirido notoriedad en diversos puntos de M¨¦xico, donde la imagen permanec¨ªa oculta en hogares, pueblos e, incluso, algunas iglesias. Los detractores identifican a estos devotos con el mundo del crimen, y es cierto que narcos, pol¨ªticos y delincuentes rinden culto a la Santa Muerte porque, a fin de cuentas, "no juzga a nadie". En Tepito hay de todo. Entre los devotos de la Santa Muerte puede haber desde la se?ora que reza por la salud de su hijo gravemente enfermo, hasta el tipo que la v¨ªspera de cometer un delito pide ayuda a la Santa Muerte para que todo le salga bien. El escritor Homero Aridjis, estudioso del fen¨®meno, describe la veneraci¨®n a la Santa Muerte como "un sincretismo de la tradici¨®n religiosa europea que lleg¨® a M¨¦xico con los espa?oles, o sea, la tradici¨®n cristiana, con los cultos mexicanos a la muerte".
Algunos de los asistentes roc¨ªan el ambiente con aerosoles. "Abre camino" para darle "buenas vibras a la santa". Chamanes improvisados limpian con humo de puros habanos la imagen de la Santa Muerte. No faltan a la fiesta j¨®venes mareros (pandilleros), tatuados, colocados con cerveza, marihuana, pegamento y otras sustancias poco recomendables. Hay buenos y malos. Algunos, muy mal carados. Todos con la santa. "Le debemos un respeto".
Est¨¢ a punto de empezar la misa y do?a Queta anima al personal: "Alab¨ª, alab¨¢, alabim, bomba. La santa, la santa, ra, ra, ra". El oficiante pide permiso a Dios "para invocar a la Sant¨ªsima Muerte, nuestra ni?a blanca". "Sant¨ªsima Muerte, quita todas las envidias, trae la luz para los malos esp¨ªritus?". Los asistentes repiten la plegaria. Piden tambi¨¦n por "los hermanos que est¨¢n en c¨¢rceles y presidios, que son muchos".
Enriqueta Romero, do?a Queta, de 62 a?os, madre de siete hijos, con 58 nietos y 18 bisnietos, puso el primer altar a la Santa Muerte en Tepito hace siete a?os. Ahora hay unos 1.500 en toda la Ciudad de M¨¦xico, especialmente en colonias como Iztapalapa e Itztacalco. "Soy devota de la Santa Muerte desde hace 49 a?os. Para m¨ª, es un rayo de luz muy grande. Claro, que te voy a decir una cosa: primero Dios y despu¨¦s la Santa Muerte", dice en su declaraci¨®n de principios. ?Y la Virgen de Guadalupe? ?Es compatible con la Santa Muerte? "Para m¨ª, s¨ª. Yo salgo mucho a la calle, voy al centro, y soy de las que si veo una iglesia, entro y le doy gracias a Dios por todo lo que me ha dado. Y luego veo a la Virgen de Guadalupe y veo a San Juditas, y les doy gracias. Y llego a mi casa y visito a mi ni?a y le digo: 'Ya llegu¨¦, bonita". La relaci¨®n con los narcos no es ninguna leyenda, confirma do?a Queta. "Ellos creen en la Santa Muerte. Nadie les quita su derecho a creer en algo, para lo bueno y para lo malo. Todos podemos creer en ella, todos".
El Tirantes. Arturo Ayala Plascencia, de 57 a?os, es uno de los personajes genuinos de Tepito. Suele vestir el cl¨¢sico pachuco -traje de solapa ancha y pantal¨®n holgado-, con camisas vistosas y tirantes, que hacen honor a su apodo. "Me molesta que la gente se arregle s¨®lo cuando va ir a un baile. No debe ser as¨ª, por el simple hecho de que la gente siempre te ve. Por eso a m¨ª me gusta estar siempre presentable, siempre bien vestido".
El Tirantes se siente "muy orgulloso de haber nacido en la Rinconada, que est¨¢ justamente a un costado de la iglesia de San Francisco de As¨ªs. Y ese sitio est¨¢ considerado el lugar de origen de Tepito". "Yo soy comerciante, hermano, vivo del comercio. F¨ªjate, que, bendito sea Dios, mi mam¨¢ ten¨ªa un puesto de legumbres en el mercado de Tepito". Una vida ajustada hasta que irrumpi¨® la fayuca (contrabando). "Afortunadamente, a los 20 a?os me hice fayuquero y pude sacar a mis nueve hermanos del mercado. Ahora son unos pr¨®speros fayuqueros". Hoy todav¨ªa mantiene su puesto en el mercado, donde vende discos "de pasta". ?La pirater¨ªa ha desplazado al contrabando? "Lo que pasa es que incursionaron los coreanos, los paname?os, los chinos? Tepito se convirti¨® en internacional. ?Pues s¨ª, hermano!".
El Mago. Cada d¨ªa a la hora del almuerzo, un tipo alto y delgado, con una cola de caballo interminable y una baraja de cartas en la mano, recorre las mesas del Correo Espa?ol, uno de los restaurantes m¨¢s cl¨¢sicos de Tepito. Es Carlos Su¨¢rez del Solar, m¨¢s conocido como El Mago. Estudiaba dise?o industrial en la Universidad Iberoamericana hasta que lo dej¨® por la prestidigitaci¨®n, la cartomancia y la hipnosis. "Son tres ramas que he ejercido profesionalmente durante 49 a?os". "La vida nos va colocando en oportunidades y uno las toma o las deja. A m¨ª me puso en mi verdadera vocaci¨®n".
Madraque fue su maestro y gu¨ªa, que le impuls¨® a dejarlo todo por la magia. Eso fue en 1959. Hasta hoy. ?Qu¨¦ es la magia? "La magia existe y no existe. Est¨¢ en cualquier persona, y la puede traer uno. La gente no comprende lo que son los trucos con las cartas, pero es habilidad manual. El d¨ªa a d¨ªa es un truco, el salir adelante. Me fascina c¨®mo se sorprende la gente. Despu¨¦s de 49 a?os me sigue encantando lo que hago, asombrar a la gente. La m¨ªa es una profesi¨®n muy sui g¨¦neris que me ha recompensando muy bien.
El Mago lleva 12 a?os en el barrio. Cuando le contrataron no cre¨ªan que aguantar¨ªa m¨¢s de tres meses. "Me gusta la gente de Tepito. Los oriundos de aqu¨ª son gente excelente. Desgraciadamente, la mala publicidad de los medios mancha este concepto, por todo lo que hay, por todo lo que rodea. Han satanizado Tepito por el narcomenudeo y porque hab¨ªa que elegir un lugar para el discurso del d¨ªa a d¨ªa de los pol¨ªticos. Le toc¨® a Tepito".
La fuerte tradici¨®n del boxeo y la lucha libre en Tepito tiene que ver con el origen del barrio, estrechamente vinculado con el comercio de art¨ªculos usados y robados. "Con una vida as¨ª hay que ser bueno para los golpes", dice en el front¨®n Las ?guilas Octavio, El Famoso, G¨®mez, "y empiezan a surgir los gimnasios". Muchos de los boxeadores eran peque?os delincuentes. Hay un gran respeto a los boxeadores, sobre todo a los ¨ªdolos y campeones. Con el tiempo, viene una etapa de cambio en el comercio urbano. Entra la mercanc¨ªa ilegal y se infiltran los narcomenudistas.
El Famoso G¨®mez lo tiene claro: "La droga es el mayor problema de Tepito y de otros barrios de M¨¦xico". Empez¨® a boxear en 1955. Sus ¨ªdolos eran Ra¨²l Mac¨ªas, que lleg¨® a campe¨®n del mundo de los pesos gallo en los a?os cincuenta, y Jos¨¦ Medel, campe¨®n en los a?os sesenta. "Tuve un buen profesor, me hizo estrella del boxeo". Pele¨® en tres categor¨ªas y derrot¨® a campeones como Rafael Herrera. Cuando colg¨® los guantes se dedic¨® a la far¨¢ndula, fue actor de teatro y cine. Ahora tiene unos 20 alumnos en el gimnasio, pero "ninguno con madera de campe¨®n; es tan dif¨ªcil como encontrar un polic¨ªa honesto en M¨¦xico". Un jefecillo del mundo de la droga llam¨® un d¨ªa al Famoso G¨®mez. "Pretend¨ªa que sacara a los chavos (muchachos) del gimnasio. Quieren que en Tepito s¨®lo tengamos fama de la mala, no de la buena".
En el Gimnasio Morelos, varias chicas entrenan para ser campeonas alg¨²n d¨ªa. Un cartel del Consejo Mundial de Boxeo colgado en una pared advierte: "Cuidado con las drogas". Alma Gonz¨¢lez Torres, de 43 a?os, le pega duro al saco de entrenamiento. "Hace 10 a?os vine aqu¨ª por primera vez con un hijo, para que entrenara y supiera lo que es la disciplina. Jos¨¦ Medel era uno de los profesores". Alma ha peleado 14 combates y quiere entrenar a otras chicas. Todo un desaf¨ªo en un barrio duro y complicado. "Hay redadas constantemente, la polic¨ªa nos desaloja el deportivo. Los j¨®venes se alejan del boxeo, s¨®lo piensan en la parranda y los desmanes, y se vac¨ªan los gimnasios".
Ubicado en el segundo per¨ªmetro del centro hist¨®rico, Tepito bordea el corredor tur¨ªstico catedral-bas¨ªlica y corre el riesgo de ser presa de la especulaci¨®n inmobiliaria. Una exposici¨®n sobre el barrio lleva por t¨ªtulo: Tepito, quieto como un resorte, pero listo como una cerilla. Es un refugio de delincuentes, s¨ª, y tambi¨¦n de la creatividad, donde se recicla el lenguaje, el pensamiento y los objetos usados. Aqu¨ª se puede conseguir de todo, pero se paga m¨¢s caro que en ninguna otra parte el impuesto a la ingenuidad.
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