Holanda se independiza de Cruyff
La renuncia de Van Basten a los extremos catapulta al combinado 'oranje'
Cuando estaba sentado en las gradas de Berna viendo c¨®mo mi equipo hac¨ªa trizas a la campeona del mundo, Italia, por 3 a 0, me lleg¨® este mensaje de un amigo de la infancia: "Llevo 30 a?os siguiendo a la oranje pero nunca he visto esto". La sensaci¨®n nacional de asombro la resumi¨® el comentarista de la radio estatal holandesa, quien, despu¨¦s de que Robben marcara nuestro tercer gol contra Francia por un hueco que no exist¨ªa, se ech¨® a re¨ªr en antena.
No soy holand¨¦s, pero mi padre trabajaba all¨ª, as¨ª que me cri¨¦ en Holanda. Como todos los dem¨¢s que se criaron all¨ª, llevo el f¨²tbol en la m¨¦dula. Como todos los dem¨¢s, pensaba que se hab¨ªa perdido el producto cultural holand¨¦s m¨¢s grande del siglo XX. Pero en Berna lo volvimos a encontrar, en un nuevo envoltorio que nos durar¨¢ esta generaci¨®n. Un pa¨ªs entero baila en las calles, excepto quiz¨¢s el padre del f¨²tbol holand¨¦s, Johan Cruyff.
Cuando siete goles se reparten entre seis jugadores, la que gana es la tradici¨®n colectiva
Nos gusta que el rival tenga el bal¨®n para abalanzarnos sobre ¨¦l cuando lo pierde
Receta holandesa: combinaci¨®n y ritmo m¨¢ximo de juego |
A los holandeses les importa mucho su equipo. Esta primavera, un estudio pidi¨® a 4.088 holandeses que nombrasen a los compatriotas que mejor representan el sentimiento naranja (el nacionalismo holand¨¦s). Los encuestados nombraron a Cruyff y al cantante Andr¨¦ Hazes, seguidos de Van Basten, su seleccionador. La gente comentaba que la canci¨®n de f¨²tbol de Haze, Amamos a la Naranja, evocaba m¨¢s "sentimientos naranjas" que el himno nacional.
M¨¢s que en otros pa¨ªses, la selecci¨®n holandesa pertenece a su naci¨®n. La selecci¨®n inglesa procede de la clase obrera; el equipo franc¨¦s, de los barrios perif¨¦ricos ¨¦tnicos y pobres, y Espa?a intenta representar a una naci¨®n que no es una naci¨®n. Pero cuando los holandeses ven a este equipo ven a su naci¨®n hecha carne. Desde los a?os setenta nos hemos sentido muy orgullosos de nuestro equipo, que ha ganado m¨¢s que ning¨²n otro pa¨ªs peque?o y gracias a Cruyff juega un f¨²tbol especial e innovador. La empresa brit¨¢nica de estudios de mercado Initiative Sports Futures afirma que en los ¨²ltimos tres grandes torneos de f¨²tbol, Holanda proporcion¨® m¨¢s espectadores per c¨¢pita que ning¨²n otro pa¨ªs.
La selecci¨®n nos pertenece. Nuestros jugadores no son estrellas, sino holandeses normales y corrientes procedentes de casas adosadas a los que casualmente se les da bien el f¨²tbol. Nadie en las gradas de Berna adora a los jugadores holandeses de la actualidad. Los d¨ªas de partido, esta sosa y peque?a ciudad se llena de cientos de miles de aficionados con camisetas naranjas, pero casi nunca se ve el nombre de un jugador actual en la espalda de nadie. A lo sumo se podr¨¢ ver la referencia a la tradici¨®n holandesa: Bergkamp o 14, el n¨²mero de Cruyff. Celebramos la tradici¨®n holandesa, no a los individuos.
Pens¨¢bamos que la tradici¨®n hab¨ªa muerto. En septiembre de 2001, el mes en que 19 terroristas suicidas hicieron temblar el modelo pol¨ªtico liberal de Holanda, el f¨²tbol irland¨¦s hizo lo mismo con el modelo futbol¨ªstico de Holanda. Nos ganaron en Dubl¨ªn, y nos perdimos el Mundial. Nuestras t¨¢cticas tradicionales ya no funcionaban. El modelo Cruyff-Van Gaal de f¨²tbol holand¨¦s era el siguiente: lleva siempre el bal¨®n, p¨¢salo eternamente, h¨¢zselo llegar a los extremos, cr¨²zate, marca. Pero las defensas modernas eran mejores y estaban m¨¢s en forma. Ya no se abr¨ªan ante nuestros pases. Aferrarnos a los extremos nos hac¨ªa parecer un grupo homenaje a Abba, que intentaba revivir desesperadamente los a?os setenta.
Frank Rijkaard es hijo de la tradici¨®n futbol¨ªstica holandesa. En marzo, cuando a¨²n era el entrenador del Bar?a, le pregunt¨¦ en su oficina subterr¨¢nea en el Camp Nou si hab¨ªa desaparecido el estilo holand¨¦s: "Es verdad, no se ve a menudo". ?Jugaba f¨²tbol holand¨¦s su Bar?a? "Bueno, quiz¨¢ de lejos, pero no. Si tienes extremos, sobre el papel es en esa direcci¨®n, pero la pr¨¢ctica suele ser diferente". ?Es que ya no funcionan los extremos pegados a la banda? "Por lo visto, no".
Pero Van Basten se aferraba a los extremos. Era el hijo futbol¨ªstico de Cruyff, y Cruyff le obligaba a hacerlo, como si deshacerse de los extremos nos convirtiera de repente en Alemania. El debate sobre los extremos se convirti¨® en un debate sobre lo holand¨¦s. Las generaciones futuras lo encontrar¨¢n tan incomprensible como las disputas teol¨®gicas calvinistas en Holanda en torno al a?o 1600, acerca de si todo estaba predestinado, o s¨®lo casi todo. Pero el debate era importante para los holandeses porque ya sent¨ªan que todas sus tradiciones se hab¨ªan globalizado y estaban desapareciendo. Citando el t¨ªtulo de un casi legendario art¨ªculo reciente de sociolog¨ªa: "Holanda ya no existe".
El pasado oto?o, un grupo de siete jugadores veteranos convencieron por fin a Van Basten de que se deshiciese de los extremos. Llegamos a Suiza con un dibujo 4-2-3-1. Y resulta que nos sienta como un traje hecho a medida. Con dos centrocampistas defensivos detr¨¢s suyo, nuestros n¨²meros 10 Van der Vaart y Sneijder eran libres para atacar desde el medio campo. Mientras estaban en el Ajax eran unos renacuajos, pero en el extranjero han adquirido un nuevo f¨ªsico, lo cual ayuda. Los dos centrocampistas defensivos recuperan el bal¨®n, algo que durante a?os no pudimos hacer con s¨®lo tres medios. Como se?al¨® el propio Cruyff, para atacar m¨¢s a veces tienes que alinear a m¨¢s jugadores defensivos para conseguir el bal¨®n.
Pero ya no lo pasamos eternamente. En vez de eso, nos gusta que el rival lo tenga, y luego, en el instante en que lo pierden, nos abalanzamos. Es como el momento del rebote en el baloncesto. Los holandeses llaman a ese instante el omschakeling: el intercambio. Podr¨ªa llamarse contraataque, pero no implica sentarse delante de la porter¨ªa durante 90 minutos como Grecia. Se ve que el sistema funciona porque dimos una paliza a Italia (3-0) y a Francia (4-1) con jugadores muy normales: Mathijsen, Ooijer, Van Bronckhorst, Engelaar. Como escribi¨® Brecht, "Feliz es la tierra que no necesita h¨¦roes". Cuando se gana con tipos como esos, y con siete goles marcados por seis jugadores diferentes, se sabe que es la tradici¨®n colectiva la que gan¨®.
El d¨ªa siguiente al partido contra Francia llam¨¦ a David Winner, autor brit¨¢nico de Brilliant Orange: The Neurotic Genius of Dutch Football
[La naranja brillante: El genio neur¨®tico del f¨²tbol holand¨¦s]. Quer¨ªa hablar del gol de Sneijder contra Italia, que se produjo segundos despu¨¦s de que Gio despejase un c¨®rner desde nuestra l¨ªnea de gol. Kuyt, que hab¨ªa estado defendiendo en el otro poste, encabez¨® la asistencia a Sneijder a lo largo de 90 metros campo arriba. "Es un gol imposible", aseguraba Winner. "La t¨¦cnica es muy profunda y en un momento de crisis se manifiesta de forma que nadie podr¨ªa imaginarse. Es como el gol de Van Basten en la final del 88, o el tanto de Bergkamp contra Argentina en el Mundial de 1998. No es posible controlar el bal¨®n como lo hizo Dennis, por encima del hombro. Eso es profundamente holand¨¦s".
Winner a?ad¨ªa que una gran diferencia con los a?os setenta es que ahora tenemos portero. "Van der Sar no habr¨ªa dejado pasar el gol de Kempes [en la final del Mundial de 1978] y probablemente habr¨ªa evitado el de M¨¹ller [en la de 1974]. Creo que deber¨ªa haber jugado con tres a?os".
Hemos hecho todo esto b¨¢sicamente sin extremos (hasta que Robben sale como suplente). Pero los extranjeros ni siquiera se dan cuenta. Entienden que nuestro juego sigue siendo holand¨¦s. Sigue siendo lo que los hispanohablantes llaman la naranja mec¨¢nica o lo que los ingleses denominan f¨²tbol total, o lo que los holandeses se limitan a denominar f¨²tbol holand¨¦s.
Holand¨¦s es que los jugadores debatan con el entrenador para cambiar la formaci¨®n. Holand¨¦s es que se juegue un f¨²tbol de combinaci¨®n a ritmo m¨¢ximo. Holand¨¦s es que el portero mueva los brazos para provocar que un estadio extranjero lleno de holandeses entre en frenes¨ª, porque todos llevan la historia del f¨²tbol holand¨¦s en el cerebro. Holand¨¦s es que el defensa izquierdo, Gio, galope 80 metros hacia adelante para llegar hasta la porter¨ªa cuando ya se va ganando a los campeones del mundo por 2 a 0. Holand¨¦s es superar a Italia y Francia en t¨¦cnica. Holand¨¦s es jugar vestido de alegre naranja. Holand¨¦s es que el entrenador d¨¦ ruedas de prensa en cuatro idiomas. Holand¨¦s es que cuando se est¨¢ defendiendo un 1 a 0 contra Francia, se ponga a un extremo (Robben) en lugar de un centrocampista defensivo (Engelaar) porque se sabe que la mejor defensa es un buen ataque (los holandeses se toman la defensa muy en serio. S¨®lo que lo hacemos de manera diferente a los dem¨¢s).
En Berna, antes del partido de Francia, le pregunt¨¦ a Michel Platini, presidente de la UEFA, si reconoc¨ªa a esta selecci¨®n holandesa como holandesa. "Juegan igual que el Barcelona, o que Rusia", respondi¨®. "Donde hay un entrenador holand¨¦s, todos juegan de la misma manera, porque hay una filosof¨ªa holandesa", a?adi¨®. ?Y a qui¨¦n le importa cu¨¢ntos extremos tienes?
S¨®lo a Cruyff le importa. El f¨²tbol holand¨¦s acababa de entrar en la fase pos-Cruyff. Es una historia ed¨ªpica: el f¨²tbol holand¨¦s est¨¢ asesinando a su padre, y aun as¨ª siempre ser¨¢ el hijo de su padre.
Y que sea as¨ª por mucho tiempo. Podr¨ªamos perder f¨¢cilmente el s¨¢bado, porque el f¨²tbol holand¨¦s es una planta delicada. Es probable que al final quedemos eliminados en los penaltis, como en las Eurocopas de 1992, 1996 y 2000: otra vez hermosos perdedores, en la tradici¨®n holandesa. Reunamos a todos los psic¨®logos de Holanda y llev¨¦moslos en un vuelo ch¨¢rter hasta Lausana, s¨®lo por si se puede hacer algo.
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