"Los porteros de hoy no blocan"
El meta espa?ol en el Mundial de Brasil 1950 hizo debutar al padre de Pepe Reina
Agust¨ªn Eizaguirre, portero de la Real Sociedad de 1912 a 1925, estuvo en los m¨ªticos Juegos Ol¨ªmpicos de Amberes 1920, pero regres¨® a casa antes de que terminaran para atender los negocios familiares y por considerar que la porter¨ªa espa?ola estaba bien cubierta por un chico llamado Ricardo Zamora. Nunca fue internacional. En su partido de despedida, el 1 de enero de 1927, pos¨® para la posteridad con el primer capit¨¢n de la selecci¨®n, Belauste, y un ni?o vestido de la Real. Su hijo, I?aki Eizaguirre (San Sebasti¨¢n, 1920), ense?a con orgullo, a sus 87 a?os, esa fotograf¨ªa. "De chaval, cog¨ªa un bal¨®n de la armer¨ªa que ten¨ªa mi padre y me iba a la playa de la Concha", recuerda; "entre los palos de los toldos imaginaba estiradas imposibles. Cuando regresaba a la tienda, lo limpiaba y lo volv¨ªa a poner en el escaparate".
"Guantes... ?Por qu¨¦? ?Te los pondr¨ªas para acariciar a una mujer? Hay que tener tacto"
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I?aki Eizaguirre tiene desde ni?o una obsesi¨®n, el bal¨®n: "El jugador de campo debe igualar o superar la velocidad del contrario. El portero debe igualar o superar la velocidad del bal¨®n. Por las noches, a¨²n sue?o con balones que se me escapan o con paradas imposibles". Todav¨ªa recuerda la jugada que marc¨® su vida profesional. Fue en el primer partido del Mundial de Brasil 1950 frente a Estados Unidos. El bal¨®n le bot¨® mal, le dio en el hombro y fue dentro. En el segundo, el titular fue Ramallets. "El ¨¢rbitro Pedro Escart¨ªn escribi¨® a la FIFA para decir que los balones de aquel Mundial eran en su mayor¨ªa defectuosos. Eso me tranquiliz¨® bastante..., y eso que ganamos el partido".
Aquel bote desgraciado hizo que no dejara nada a la improvisaci¨®n. "Cuando jugaba en Osasuna [entre 1956 y 1960], cargaba dos sacos de arena de la playa de La Concha en el coche y la tarde antes del partido los echaba en las ¨¢reas con un rastrillo. Media hora antes del encuentro sal¨ªa al campo con una regadera y reblandec¨ªa la zona donde iba a impactar".
Esa meticulosidad y esa profesionalidad extrema hicieron que jugara 19 temporadas en la Primera Divisi¨®n: "Hoy en d¨ªa, los porteros no blocan. Y no entiendo el porqu¨¦. Tampoco entiendo lo de los guantes. ?Te pondr¨ªas guantes para acariciar a una mujer? Un portero debe tener tacto".
En sus a?os de profesional, jam¨¢s fue amonestado por ning¨²n colegiado. "El ¨²nico que me sac¨® de mis casillas fue Di St¨¦fano. Un d¨ªa sal¨ª corriendo hasta el medio campo y le dije que hiciera el favor de callarse, que llevaba todo el partido insultando a mis defensas. No me hizo ni caso. Pero Alfredo ha sido el mejor jugador que he visto en mi vida".
Los triunfos deportivos en el Valencia, entre 1942 y 1950, cuando consigui¨® tres Ligas, una Copa y dos Trofeos Zamora, no le cegaron. I?aki regres¨® para jugar en la Real cuando estaba triunfando con los levantinos. "Aquella marcha, en Valencia, no la entend¨ªan. Yo all¨ª lo ten¨ªa todo. Pero mi padre me necesitaba en casa, en San Sebasti¨¢n. ?l renunci¨® a una medalla ol¨ªmpica en su d¨ªa. Yo ni lo dud¨¦. Cuando m¨¢s tarde lo expliqu¨¦, en Valencia me entendieron. La familia siempre ha sido y ser¨¢ lo primero. ?sa es mi educaci¨®n".
"Como entrenador estuve en muchos equipos. Todav¨ªa recuerdo cuando hice debutar en 1964 a Miguel Reina [el padre del meta del Liverpool] en el C¨®rdoba frente al Elche. Le dije: 'Es usted el tercer portero, pero creo que est¨¢ preparado para debutar'. Y ¨¦l me dijo con su acento cordob¨¦s: '?Tire ust¨¦ p'alante!'. Cinco a?os despu¨¦s debut¨® con la selecci¨®n. En mi ¨¦poca de t¨¦cnico, en los a?os sesenta, mi esposa, Carmen, estudiaba estad¨ªsticamente a los rivales y los martes me daba una hoja en la que estaban anotados todos los detalles de los equipos contrarios jugador por jugador. Si all¨ª rezaba que uno hab¨ªa marcado un penalti por la derecha, yo le dec¨ªa a mi portero que se tirase por la derecha porque volver¨ªa a tirarlo por all¨ª. El que marca nunca cambia. El que falla cambia la direcci¨®n en el siguiente. Mi mujer ha sido una precursora en esto de las estad¨ªsticas".
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