Un tarde descastada de Zalduendo

Los buenos presagios con que se iniciaba la tarde, la expectaci¨®n para ver al triunfador de las pasadas corridas generales y a uno de los toreros medi¨¢ticos del momento se vieron frustradas fundamentalmente por el poco juego de los zalduendos de Fernando Domecq. La ganader¨ªa extreme?a, triunfadora en la Semana Grande de 2006 ofreci¨® un encierro descastado, falto de fuerza y con tendencia innata a rajarse, caracter¨ªsticas que se unieron a la bondad protot¨ªpica de la ganader¨ªa.

Si al fiasco ganadero unimos que, sobre todo Cayetano, equivoc¨® en su lote el castigo en varas, dejando vac¨ªo el dep¨®sito de un sexto toro, que no era un pl¨¦yade de fortaleza, la valoraci¨®n de la tarde es f¨¢cil de obtener.

Manuel Jes¨²s El Cid pech¨® con un primero oponente de ofensiva encornadura al que recibi¨® con mecidas ver¨®nicas en las que el toro dej¨® bien a las claras que su ¨²nico pit¨®n potable era el derecho. Tras enfrentarse con el del castore?o, El Cid inici¨® la faena de muleta por la diestra, donde su oponente dej¨® claro lo incierto de su comportamiento, ante lo que el de Salteras abrevi¨® cerrando su turno con una estocada baja.

Ante el segundo de su lote, el toro m¨¢s manejable del encierro, Manuel Jes¨²s se luci¨®, en un quite por delantales tras su segunda baja, al que replic¨® Cayetano, por faroles rematados con una briosa revolera. Promet¨ªa el toro, que humillaba m¨¢s y m¨¢s largo, pero las dos primeras tandas por la derecha, la primera citando desde los medios, fueron un espejismo. En cuanto el toro vio que se le exig¨ªa y se le iba a ganar la batalla, su mansedumbre sali¨® a relucir y termin¨® raj¨¢ndose prematuramente como el resto de sus hermanos.

Cayetano Rivera Ord¨®?ez, torero de regia estirpe, en cuyas venas fluye sangre Domingu¨ªn, Ord¨®?ez y Rivera por la v¨ªa de su padre Paquirri, volv¨ªa a la plaza en que se despidi¨® triunfalmente de novillero antes de tomar la alternativa en la goyesca de Ronda.

Recibi¨® a su primero con buenas ver¨®nicas. En el primer tercio, se percibi¨® desde el tendido que el toro se colaba por el pit¨®n izquierda. En la faena de muleta, ante un toro que iba y ven¨ªa sin m¨¢s inter¨¦s y que termin¨® emplazado como un marmolillo. Cayetano interpret¨® un toreo despegado y hac¨ªa el exterior, a la inversa de lo que mandan los c¨¢nones, invirtiendo el sentido del toreo. Pasaport¨® al burel de buena estocada.

En el toro que cerraba tarde, el diestro no hizo gala de lo que se espera de un matador reci¨¦n alternativado, que, en la m¨¢s pura teor¨ªa debe demostrar todas las tardes la afici¨®n por ser figura del toreo. Equivoc¨® el castigo en varas, con una primera vara eterna, que termin¨® con las escasas reservas del toro. Se excedi¨® en el metraje cuando saltaba a la vista la ausencia de oponente, lo que dividi¨® a unos tendidos que hab¨ªan demostrado su predisposici¨®n al iniciarse el pase¨ªllo.

El triunfador de la tarde fue el rejoneador navarro Pablo Hermoso de Mendoza, quien tras una ardua labor por desemplazar al zambombo que abr¨ªa tarde, despleg¨® todos sus argumentos ante el sobrero de la misma ganader¨ªa titular, la del tambi¨¦n rejoneador Ferm¨ªn Boh¨®rquez, que sustituy¨® a su hermano, que se descord¨® al inicio de la faena.

En su actuaci¨®n, jalonada de recursos de doma, cort¨® el ¨²nico ap¨¦ndice de la tarde, en la jornada en la que volv¨ªa a los ruedos tras la intervenci¨®n quir¨²rgica a la que se ha visto sometido, que le impidi¨® comparecer en Madrid.