Un motero en la Toscana
De Orbetello a Chianti, por pueblos medievales, entre cipreses y olivos
Todos tenemos un destino m¨ªtico en alg¨²n lugar de la imaginaci¨®n. Siempre he fantaseado con la Toscana italiana, donde se cr¨ªan los vinos m¨¢s nobles y los pueblos guardan ecos de genios renacentistas. Lo eleg¨ª viendo en DVD la entrevista que le hicieron para TVE a un viejo y todav¨ªa l¨²cido Josep Pla all¨¢ por 1976. El sabio ampurdan¨¦s habl¨® de la Toscana como si de entre los paisajes del mundo s¨®lo ¨¦se valiera la pena ser salvado.
El d¨ªa de la fuga lleg¨® el 14 de abril. Sal¨ª hacia Barcelona con la BMW GS 1200 para embarcar rumbo Civitavecchia (cerca de Roma). La navegaci¨®n es c¨®moda. Al d¨ªa siguiente llegamos a una Italia verd¨ªsima. Sigo la Via Aurelia en direcci¨®n a Pisa. Paro en Orbetello, pueblo entre dos lagunas al sur de la Toscana. En un bar pido espresso, focaccia (pan tipo pizza) y cerveza. Cinco euros. La comida reconforta y el viaje empieza bien.
Veinte kil¨®metros m¨¢s all¨¢ salgo de la autov¨ªa para comenzar la sucesi¨®n infinita de reviradas carreteras entre cipreses, vi?as y olivos. El sol declina y la tarde se presenta con un esplendor insultante. Estos atardeceres ser¨¢n una constante que ya no me abandonar¨¢. Llego a buen ritmo hasta Massa Maritima, pueblo monta?oso del interior. La subida es una pendiente pronunciada de suaves curvas.
En la peque?a localidad hay un Duomo con su torre espigada. Enfrente est¨¢ I Tre Archi, pizzer¨ªa con mesas en la calle donde una margarita cuesta cuatro euros y medio. Es apetecible, pero la noche es fr¨ªa, as¨ª que bajo un poco m¨¢s y ceno a lo grande en la Taverna del Vecchio Borgo, un establecimiento pintoresco y genuino. El men¨² por 27 euros es sencillamente espectacular, y la carta de vinos, muy completa.
El d¨ªa se levanta nublado, pero el paisaje no pierde un ¨¢pice de su belleza primigenia. Parece que esta gente viva en el fondo de un cuadro de Giotto. Los verdes, ocres, dorados y malvas que salpican las colinas embriagan m¨¢s que sus vinos. La carretera se torna agreste y serrana hasta Castelnuovo.
A partir de Larderello, el paisaje se amansa en prados verdes y suaves ondulaciones. La subida a Volterra, tierra de alabastro, se empina. La carretera es magn¨ªfica, el asfalto est¨¢ en buen estado y las curvas son pronunciadas pero amplias. Pronto me doy cuenta de la buena opci¨®n que es viajar en motocicleta; no s¨®lo porque las carreteras sean estrechas, bellas y retorcidas, es que en los cascos antiguos de estas ciudades medievales no dejan circular a los no residentes, pero las motos gozan de cierta tolerancia: con ellas se puede llegar hasta su mismo coraz¨®n.
Amables y altivos
De Volterra en adelante, las vistas son sublimes. Definitivamente, esto es lo que he venido a buscar. Castillos, mansiones de piedra, monasterios, caminos bordeados de cipreses, vides desliz¨¢ndose colina abajo, olivos orgullosos, paisanos amables y altivos... Los arrabales de Castelfiorentino son industriales, aunque su parte alta, donde est¨¢ el castillo, tiene un encanto algo canalla y abandonado con sus callejones, sus coladas tendidas entre las casas, sus hombres en camiseta y su olor a trattoria.
La ruta hasta Empoli empeora; es una zona muy poblada y el peso de la humanidad se nota. El contraste de las construcciones modernas con la belleza renacentista anterior resulta molesto, como el zumbido de un insecto. Pasada Empoli, la cosa da un vuelco una vez se atraviesa Vinci, el pueblo de Leonardo. La carretera de monta?a es ideal para apretar en las curvas. Pistoia es una ciudad grande, pero la dejo a la derecha y subo hasta San Felice y Piteccio, dos pueblos de enorme encanto.
Florencia est¨¢ llena de museos y monumentos, pero el arte que m¨¢s me gusta es el de la calle, lejos de las hordas de japoneses. De la capital de la Toscana est¨¢ casi todo en las gu¨ªas, pero encontr¨¦ un hotel escondido y no muy caro: Relais Uffizi, con magn¨ªficas vistas a la Piazza de la Signoria. Com¨ª en la Terraza del Pr¨ªncipe, desde donde se puede ver el reverso de las vistas m¨¢s famosas de la ciudad: el mirador del Palazzo Pitti, del que le separa una colina tan bella que ser¨ªa perfecta para una pintura.
La regi¨®n del Chianti: donde los ricos americanos est¨¢n comprando villas sin parar. El escenario de cipreses, mas¨ªas y pueblecitos de piedra es tan bello que parece un decorado; uno duda que semejante inmensidad pueda ser cierta; la vista se pierde entre valles y montes sin que se le vea l¨ªmite a la grandiosidad.
De Castellina in Chianti a Montalcino se pasa por Siena para coger el camino a Buonconvento. El valle del Orcia se extiende ante la vista, y la emoci¨®n sobrecoge. Tras unos kil¨®metros por caminos sinuosos diviso Montalcino, perfecta mole medieval en su c¨²spide de roca. La ciudad vive en torno al vino; de aqu¨ª sale el famoso Brunello de Montalcino, el caldo m¨¢s caro de la zona.
Ahora s¨¦ que al menos existe un sue?o que resiste el embate de la realidad. Josep Pla lo supo ver hace cincuenta a?os. Seguro que la misma emoci¨®n descubrir¨¢ hoy cualquier otro viajero que se anime a visitar esta regi¨®n afortunada.
MIQUEL SILVESTRE es autor de Spanya SA (Ediciones Barataria, 2007).
GU?A PR?CTICA
Massa Maritima- I Tre Archi (0039 0566 90 22 74). Piazza Garibaldi. Unos 15 euros.- Taverna del Vecchio Borgo(0039 0566 90 39 50). Via Norma Parenti, 12. Entre 30 y 35 euros.Florencia- Relais Uffizi (0039 055 26 76 239; www.relaisuffizi.it). Chiasso del Buco, 16. Habitaci¨®n doble, desde 140 euros.- Terrazza del Principe (0039 055 22 41 04). Niccol¨° Machiavelli, 10. Unos 40.Montalcino- Osteria di Porta al Cassero (0039 0577 84 71 96). Via Delle Libert¨¢, 9. Alrededor de 20 euros.Informaci¨®n- www.turismo.toscana.it.- www.firenzeturismo.it.
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