La Europa impotente
Con la que est¨¢ cayendo en sus econom¨ªas es imposible que los ciudadanos europeos se entusiasmen con discusiones sobre si habr¨¢ presidente de la Uni¨®n o superministro de Asuntos Exteriores. Por ello es dif¨ªcil de entender el amaneramiento de la reciente reuni¨®n del Consejo Europeo de Bruselas donde, adem¨¢s, no se alcanz¨® ning¨²n acuerdo m¨¢s que el de seguir con el proceso de ratificaci¨®n del Tratado de Lisboa (faltan ocho pa¨ªses por hacerlo) y dejarlo todo para octubre, bajo la presidencia francesa.
Quiz¨¢ lo que los mandatarios europeos deber¨ªan haber hecho era manifestar su extra?eza porque el primer ministro irland¨¦s no haya dimitido tras el "no" de sus ciudadanos al refer¨¦ndum, dejar alguna pasarela abierta para que Irlanda se una pronto al proceso, y pasar a la resoluci¨®n de la crisis econ¨®mica. ?Por qu¨¦ no lo han hecho?: seguramente por la falta de legitimidad de franceses y holandeses para exigir nada, tras su negativa al tratado constitucional de hace unos a?os.
Hay una sensaci¨®n de par¨¢lisis institucional europea sobre la crisis financiera y alimentaria
Todav¨ªa peor que esa sensaci¨®n de par¨¢lisis institucional ha sido la impotencia de los mandatarios europeos para abordar los efectos de la crisis financiera, alimentaria y energ¨¦tica que afecta a la mayor¨ªa de los ciudadanos. La declaraci¨®n final de la reuni¨®n de Bruselas es desoladora: "Hay que evitar medidas fiscales distorsionadoras y otras pol¨ªticas intervencionistas que impidan los necesarios ajustes econ¨®micos". Y punto. As¨ª que en los ¨²ltimos tiempos s¨®lo emergen de la UE mensajes restrictivos y paralizantes: la asombrosa directiva de retorno para los inmigrantes sin papeles, en la que la mayor parte de los eurodiputados socialistas espa?oles vot¨® junto a la derecha m¨¢s limitadora de derechos (gloriosa excepci¨®n la de Josep Borrell, Raim¨®n Obiols y Mart¨ª Grau y Segu); la no menos sorprendente directiva de los ministros de Trabajo que permite una semana laboral de 60 horas, como si los asalariados poseyeran la libertad real de negociar con los empleadores; y el desfallecimiento y falta de acuerdo a la hora de paliar las dificultades econ¨®micas de los m¨¢s d¨¦biles. Esto es lo que emana de Bruselas. Ning¨²n tipo de pedagog¨ªa.
Son por ello significativas las reflexiones que en alto est¨¢ haciendo, para quien quiera o¨ªrle, el presidente de la comisi¨®n de sabios para repensar Europa, Felipe Gonz¨¢lez. Aunque las medidas para paliar la crisis econ¨®mica a corto plazo no forman parte del contenido de esa comisi¨®n de sabios, es pol¨ªticamente importante que Gonz¨¢lez, a t¨ªtulo personal, no se resigne a la incompetencia y hermetismo europeos y lance ideas para el debate, aunque sea para contrariarlas.
La inflaci¨®n, motivada en buena parte por el precio del petr¨®leo y la especulaci¨®n sobre las materias primas (alimentarias) parece resistirse a pol¨ªticas monetarias tan contrarias como las del Banco Central Europeo y la Reserva Federal. Cuando m¨¢s sube el precio del petr¨®leo, m¨¢s se enriquecen las haciendas por efecto de los impuestos que gravan el crudo y m¨¢s se empobrecen los contribuyentes.
?Por qu¨¦ no crear un fondo de estabilizaci¨®n del precio del petr¨®leo con el dinero que se sobreingresa con los impuestos -cuando se supera el precio del barril incorporado a los presupuestos de cada pa¨ªs- y se devuelve a los afectados directos como desgravaci¨®n a la actividad productiva? ?Por qu¨¦ no se dificulta la especulaci¨®n en los mercados de futuros alimenticios, exigiendo un afianzamiento mayor de las cosechas que se compran a plazo, y que influyen decisivamente en el precio posterior de las mismas? No se trata de intervenir en los mercados o de limitar la libertad de compra, sino de que al menos los especuladores asuman riesgos.
Ambas propuestas exigen el acuerdo del conjunto de la UE: no pueden aplicarse en un solo pa¨ªs. Hay una tercera medida, ¨¦sta s¨ª de matriz nacional, para paliar las dificultades de las familias sobreendeudadas por los costes hipotecarios motivados por el espectacular aumento del Eur¨ªbor: ampliar el plazo de pago de las hipotecas con un periodo de carencia (mediante el cual se pagar¨ªan los intereses pero no se amortizar¨ªa el capital).
A pesar de la renuencia manifestada ya por algunos banqueros, ?no es mejor esto que las entidades financieras se llenen, como anta?o, de viviendas que los morosos no han podido pagar?
?brase el debate sobre ¨¦stas o cualquier otra medida. Todo mejor que esta par¨¢lisis que amenaza la idea de Europa como utop¨ªa factible.
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