En clase del profesor McCartney
La atm¨®sfera de Liverpool tiene algo de inquietante. Como de bestia dormida. Este cielo renegrido hasta el punto de querer rugir; estos ladrillos medio rojos o medio negros de las f¨¢bricas ya sin vida, con sus alambres ara?ando los muros; estas calles sin un alma? Raro, triste. Uno deja este panorama y enfila Upper Duke Street y se encuentra con la nada. Alex, un chaval dando bocados a un pitillo: ?Siempre es as¨ª. Es l¨²gubre?. Apaga el cigarro y se pierde en un laberinto de pasillos. Arriba, tras la fachada anodina de Lipa (Liverpool Institute for Performing Arts), la escuela de artes esc¨¦nicas fundada por Paul McCartney en 1995, le espera el micr¨®fono, su banda, las canciones, los saltos. Los sue?os hacen ruido.
Que siga la m¨²sica.
Arranca la bater¨ªa de Dawn. Alex descubre su garganta bajo un atuendo a la ¨²ltima: ?Everyday is so beautiful with the sun sitting so high up in the sky. When she comes around I can hear the sound of my sweet girl walking by? (?Todos los d¨ªas son tan bonitos, con el sol sentado ah¨ª arriba en el cielo. Cuando ella aparece, puedo o¨ªr el sonido de mi dulce chica caminando?). Rock mel¨®dico. Es la canci¨®n Sweet se?orita, uno de los seis temas que ha escrito esta banda. ?La letra est¨¢ basada en una historia real? R¨ªen.
A la mente le vienen las lecciones de Edy London, guitarrista del legendario grupo de los ochenta China Crisis. Imparte clases de todo, pero su especialidad es composici¨®n. ?Hay que pensar en im¨¢genes, pero si nunca has compuesto, no vas a saber hacerlo bien?, advierte. Talento, un concepto repetido tras estas paredes.
A pesar de todo, cada aula va a su rollo.
McCartney es oro. En los noventa, el ex Beatle quer¨ªa hacer algo por Liverpool, que este a?o es flamante capital cultural europea y que entonces se desviv¨ªa por buscar proyectos para salir de la reconversi¨®n industrial. Y se fue a su ciudad. Fund¨® el centro en la escuela donde estudi¨® de pe??que?o. Arthur Bernstein, un profesor estadounidense con m¨¢s pinta de sir ingl¨¦s, dice que sus habitantes empezaron a tenerle menos ojeriza. ?Los Beatles nacieron aqu¨ª, pero pronto se volvieron ciudadanos del mundo?, recuerda. Ciudadanos libres y ricos. Mientras, Liverpool segu¨ªa con su sangr¨ªa de poblaci¨®n y su sopor. Eso hay gente que no se lo perdona.
La escuela es otra cosa, con sus estudiantes que no paran. Ilusionados. A Alex y Dawn se ha unido Hanks, noruego como tantos otros en Lipa. Los chicos ensayan temas con The Commitments de fondo. A Hanks se le deshacen los dedos con su guitarra. Hace caranto?as como buen m¨²sico. Un riff y una contorsi¨®n. Los tres han tocado en algunos de los innumerables garitos de Liverpool, pero este verano dan el salto a Londres. Les servir¨¢ para so?ar.
En septiembre tendr¨¢n que volver. ?Aqu¨ª se aprende, no se ense?a?, reconoce categ¨®rico Mark Featherstone-Witty, el director, bonach¨®n, de pelo cano, que se r¨ªe de s¨ª mismo, de su panza. Con ese humor sin cors¨¦s dirige un centro con t¨ªtulos universitarios de tres a?os y cursos de uno. Se puede estudiar m¨²sica y otras disciplinas, como arte dram¨¢tico, tecnolog¨ªa, dise?o, danza, teatro musical, management? Estudios destinados al ocio. ?La clave es el programa multidisciplinar?, lanza Bernstein. ?Se trata de abrir mentes, de conectar con personas?, explica Featherstone-Witty desde su peque?o despacho, atestado de libros, revistas y folletos. ?Pero el talento es crucial: por cada plaza hay 25 solicitudes?. Luego, los educadores se convierten en simples gu¨ªas. Andan por ah¨ª, observan, corrigen. ?Y Paul? ?Qu¨¦ papel tiene?
Paul es el se?or McCartney. Aqu¨ª, uno de los mitos de la cultura popular por los siglos de los siglos es Paul. Simplemente. Todos los a?os visita a los estudiantes del tercer a?o de m¨²sica. Ellos tocan, cantan, y ¨¦l les da consejos. Como a The Wombats, revelaci¨®n del indie rock el a?o pasado. ?Id con cuidado al escribir sobre personas reales?, le advirti¨® a Murph, el cantante. No le hizo caso y las canciones sobre antiguos amor¨ªos las corean j¨®venes de todo el globo. Son el orgullo de Lipa. Aunque en su pasional ¨¦xito Let?s dance to Joy Division canten eso de ?I?m back in Liverpool and everything seems the same? (?Estoy en Liverpool y todo parece igual?). Algo debe pasar con estas nubes. Que tambi¨¦n inspiraron a los Beatles.
Las esquinas recuerdan a ellos. Desde el aero?puerto John Lennon has??ta los autobuses, con im¨¢?genes de esos melenudos rebeldes. La beatleman¨ªa es rentable. ?Todo el mundo quiere dedicarse a la m¨²sica?, se sorprende Jannet, alumna noruega, pianista para m¨¢s se?as. Lipa act¨²a como una caja de resonancia: los grupos revientan las costuras de esta urna y la corriente fluye. Cuando se encienden los neones, las pintas vuelan por las barras y las chicas se ponen sus minifaldas, Liverpool suena. Vive. Chicos de pantalones de pitillo y zapatillas molidas, a lo The Strokes, acarrean sus instrumentos desde Lipa. ?The time when you and me were beggars? (?La ¨¦poca cuando t¨² y yo ¨¦ramos mendigos?), se oye una voz ¨¢spera que escapa de un bar en Hardman Street. Entran en los pubs y paren el pop rock que el Reino Unido sabe parir.
Marc Parrot, antes El Chaval de la Peca, ahora cantante underground de sonidos vol¨¢tiles y gorro perenne, est¨¢ alucinado con los ritmos de las tiendas de la ciudad. A finales de mayo visit¨® la escuela porque fue elegido por la entidad espa?ola Artistas en Ruta para que impartiera unas clases a unos cuantos alumnos seleccionados. Ensayaron y ensayaron los temas del artista. Y acaban de dar cuatro conciertos en Espa?a. Este intercambio se repite todos los a?os con diferentes cantantes. ?No se parece en nada a lo que estamos acostumbrados a escuchar. Marc tiene un aire mediterr¨¢neo. Nos sirve para abrirnos a otras m¨²sicas?, concede Ely, una de las alumnas, en uno de los recesos del ensayo. Lipa basa sus ense?anzas en las experiencias pr¨¢cticas. Cuantas m¨¢s, mejor. Otro ejemplo es la colaboraci¨®n con el Sound City, un festival de bandas emergentes y arriesgadas, que ha nacido este a?o. Otra vez la euforia musical bajo esta noche cerrada.
Pues a por ella. Liverpool pasa de los ronquidos a los espasmos.
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