Zimbabue o la inflaci¨®n al 14.000.000%
El presidente Mugabe lleva a su pa¨ªs a un desastre econ¨®mico sin precedentes en tiempos de paz
Si alguien logra plusval¨ªas del 50% en cualquier Bolsa del mundo ser¨¢ considerado un lince, un gur¨², un fen¨®meno. Pero no Lyndon Murray: ¨¦l lo logra cada dos por tres, y con tantos pelotazos simplemente aspira a no quedar en n¨²meros rojos: vive en Zimbabue, cuya inflaci¨®n ha roto todos los techos imaginables y ha adquirido tintes surrealistas: las ¨²ltimas estimaciones independientes la sit¨²an en el 14.000.000% anual.
Murray tiene unos dedos endiablados que marcan en una calculadora un cero detr¨¢s de otro a una velocidad inimaginable para los no avezados. En la humilde Bolsa de Zimbabue -un tercer piso en el centro de la capital, Harare-, la veintena de brokers reunidos intercambian chistes mientras calculan cifras astron¨®micas. Muchos parecen divertirse, pero sacan humo: viven rodeados de ceros y contar uno de m¨¢s o de menos puede llevarles a la ruina.
China y el Reino Unido compiten por colocarse bien ante un cambio de r¨¦gimen
"Actualmente, casi todos los movimientos de la Bolsa est¨¢n relacionados con la hiperinflaci¨®n", afirma un analista burs¨¢til que pide anonimato. "Zimbabue tiene much¨ªsimo potencial, pero la incertidumbre es demasiado grande; no es recomendable invertir ahora, pero hay que estar muy atento porque si acaba la incertidumbre pol¨ªtica aparecer¨¢n grandes oportunidades", a?ade. De momento, sin embargo, s¨®lo hay una realidad: un colapso econ¨®mico sin precedentes en ning¨²n pa¨ªs del mundo en tiempo de paz.
No se trata s¨®lo de la inflaci¨®n: el PIB per c¨¢pita es ahora el 10% de lo que era en 2000 (54 d¨®lares anuales frente a 518), el paro supera el 80%, no hay transporte p¨²blico, ni apenas gasolina, ni casi nada que comprar. La esperanza de vida ha pasado en tres d¨¦cadas de 60 a 35 a?os. El descalabro del pa¨ªs surafricano, anta?o uno de los m¨¢s ricos de ?frica, es tan dram¨¢tico que parece que el pa¨ªs salga de una gran guerra o de un terremoto devastador. Nada de esto ha sucedido. La clave est¨¢ en una esquina de la Bolsa, aunque medio escondida: es el retrato de un hombre mayor, con gafas y cara de enojo. Se llama Robert Mugabe, tiene 84 a?os y en 1979 liber¨® a un pa¨ªs llamado Rodesia del apartheid. Pero la delirante pol¨ªtica econ¨®mica, sobre todo a partir de 2000, ha llevado a su pa¨ªs a una situaci¨®n surrealista.
Zimbabue era conocida como la joya de ?frica: paisajes de ensue?o por el que deber¨ªan pelearse los turoperadores -las cataratas Victoria, parques naturales espectaculares...-, tierras f¨¦rtiles -antes era uno de los principales graneros del continente-, poblaci¨®n instruida y recursos naturales de lujo: oro, n¨ªquel, platino, paladio, acero... El potencial es tan alto que grandes potencias como China y el Reino Unido pugnan para estar bien colocadas para el d¨ªa despu¨¦s: para cuando el padre de la patria abandone la escena y se abran las ventanas.
China trata de consolidar su posici¨®n a trav¨¦s de las estructuras actuales, aportando ox¨ªgeno al r¨¦gimen moribundo y colocarse as¨ª en la pole position. El a?o pasado invirti¨® en el pa¨ªs 1.600 millones de d¨®lares, b¨¢sicamente en el sector minero, esclerotizado por falta de inversi¨®n. En cambio, el Reino Unido y otros pa¨ªses occidentales f¨ªan sus esperanzas en la llegada al Gobierno del Movimiento para el Cambio Democr¨¢tico (MDC, en ingl¨¦s), apartado del poder por pucherazos consecutivos y por la represi¨®n policial y militar.
El Reino Unido ha prometido organizar una conferencia de donantes para inyectar de inmediato 1.500 millones a la devastada econom¨ªa zimbabuense en el mismo momento en que se venga abajo el r¨¦gimen.
El Gobierno inici¨® el camino hacia el precipicio en 2000, con una mal llamada reforma agraria que supuso la expropiaci¨®n de las 4.300 fincas que controlaban los granjeros blancos y el reparto del bot¨ªn entre la camarilla que rodea el dictador, sin la menor inquietud por trabajar las tierras. El resultado fue catastr¨®fico: la producci¨®n cay¨® en picado -el ma¨ªz y el tabaco, en casi dos tercios- y el 70% de los jornaleros fueron despedidos. En compensaci¨®n, el Gobierno empez¨® a imprimir moneda desaforadamente. Las arcas est¨¢n ahora vac¨ªas y los millones se reparten por todo el pa¨ªs, pero no tienen ning¨²n valor. La gente ha dejado de ir a trabajar porque la espiral de la hiperinflaci¨®n no le compensa: le cuesta mucho m¨¢s caro el pasaje del transporte p¨²blico que el salario. Todo est¨¢ paralizado.
Las elecciones del pasado 29 de marzo parec¨ªan la salida del t¨²nel: el candidato de la oposici¨®n, Morgan Tsvangirai, gan¨® en unas elecciones semilibres, aunque oficialmente no logr¨® el 50% necesario para ser elegido sin necesidad de segunda vuelta. En realidad, supuso el deterioro a¨²n mayor de la vida cotidiana: la represi¨®n ha aumentado hasta el punto de provocar la retirada de Tsvangirai -detenido continuamente durante la campa?a- y la m¨¢quina de imprimir dinero ha aumentado a un ritmo que parec¨ªa ya imposible de superar. El cambio del d¨®lar zimbabuense con el estadounidense refleja la velocidad de v¨¦rtigo: en febrero se cambiaba a 40 millones en el mercado negro.
Ahora, s¨®lo tres meses despu¨¦s, por cada billete verde pueden obtenerse 16.000 millones de d¨®lares zimbabuenses. Ni en el Monopoly los aceptar¨ªan.
La hora de los depredadores
Los millonarios pobres se encuentran en cada esquina de Zimbabue. Pero tambi¨¦n hay millonarios ricos, que est¨¢n ganando lo inimaginable gracias a la brutal crisis que atraviesa el pa¨ªs: son la camarilla m¨¢s cercana al dictador, Robert Mugabe.Con la reforma agraria les regalaron una gran finca. Y con ella, vino aparejado algo a¨²n mejor: el derecho a gasolina a precio subvencionado. En teor¨ªa, para cultivar, pero como el combustible escasea les sale infinitamente m¨¢s rentable revenderla. Aqu¨ª amasan fortunas, porque compran a precios irrisorios y multiplican su precio por 100 en el mercado negro.Su posici¨®n en la Administraci¨®n o el partido les da entrada a otro privilegio muy suculento: tienen derecho a divisas al precio oficial, tasado por el Estado. La compraventa genera aqu¨ª beneficios a¨²n mayores: necesitan juntar s¨®lo 300.000 d¨®lares zimbabuenses -su valor es cercano a cero: un cigarrillo cuesta 300 millones- por cada d¨®lar estadounidense, que en el mercado negro se cotiza a 16.000 millones.La farsa del tipo de cambio es una de las razones que impide a las empresas extranjeras operar en el pa¨ªs. Casi no queda nadie: al moderno aeropuerto de Harare no llegan aviones, salvo alguno procedente de la vecina Sur¨¢frica. -
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