La deuda atraganta a las inmobiliarias
Las empresas renegocian la deuda o ampl¨ªan capital para librarse de suspensiones
Cuando el pasado lunes, al final del acto de presentaci¨®n por parte de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero de las medidas contra la crisis, Fernando Mart¨ªn rode¨® literalmente al presidente, m¨¢s de uno de los presentes quiso conjeturar lamentos del empresario, uno de los m¨¢s activos en el sector inmobiliario. Posiblemente no pas¨® de saludarle y, como mucho, agradecerle que les tuviera en sus oraciones en estos tiempos de zozobra que han seguido a unos a?os de protagonismo absoluto del sector por su actividad vertiginosa.
Ahora ese protagonismo contin¨²a, pero las circunstancias han cambiado radicalmente. Las inmobiliarias est¨¢n casi en cuidados intensivos, con el fantasma de la suspensi¨®n de pagos (o concurso de acreedores) planeando sobre varias de las empresas. El final del boom del ladrillo, acompa?ado por la ca¨ªda en Bolsa y la subida del Eur¨ªbor, amenaza con hacer trizas el sector. Por algo las grandes inmobiliarias constituyeron el denominado G-14, lobby para defender sus intereses ante las instituciones, como sus hermanas constructoras tienen Seopan.
Ante el c¨²mulo de turbulencias y las dificultades de financiaci¨®n, las inmobiliarias no han tenido m¨¢s remedio que renegociar las deudas que arrastran con las entidades financieras desde los tiempos de vacas gordas en que todo val¨ªa. En gran parte, esa refinanciaci¨®n ha sido forzada por los propios bancos y cajas de ahorros, l¨®gicamente preocupados por una suspensi¨®n. Y tambi¨¦n porque en algunos casos les facilitaron las operaciones.
La deuda que mantienen con la banca se acerca a los 250.000 millones de euros, una cantidad sobre la que el Banco de Espa?a ya dio la voz de alarma cuando hace dos a?os detect¨® que los ¨ªndices de crecimiento eran del 50%. El problema radica en que las empresas se endeudaron hasta las cejas en lo m¨¢s alto del ciclo y ahora se encuentran ahogadas por la crisis crediticia.
En fuentes del sector financiero se reconoce que las inmobiliarias han tenido que renegociar los cr¨¦ditos, en mayor o menor medida, y buscar ampliaciones de capital. Por ejemplo, Reyal, que recibi¨® un cr¨¦dito de 4.000 millones de euros para adquirir Urbis (por 3.300 millones) a Banesto y ACS y abordar otras operaciones. El presidente de Reyal, Rafael Santamar¨ªa, ha capeado el temporal hasta el momento, pero la actual Reyal Urbis ha entrado en p¨¦rdidas y se ha visto obligado a reducir personal.
Martinsa, la empresa presidida por Mart¨ªn, recibi¨® otros 4.000 millones largos para adquirir Fadesa al gallego Manuel Jove, que seguro que est¨¢ feliz por haberse salido a tiempo y tener sus dineros a buen recaudo. Martinsa-Fadesa, que tembi¨¦n se asoma a p¨¦rdidas, aprob¨® el viernes una ampliaci¨®n de capital de 350 millones para afrontar el inmediato futuro y diversificar, tanto en territorio como en actividad, y apostar por las viviendas accesibles y el desarrollo internacional.
La deuda de Colonial, por su parte, alcanzaba en 2007 los 7.000 millones, por lo que fue obligada a no distribuir dividendos a sus accionistas. La de Metrovacesa, a su vez, lleg¨® a los 10.000 millones antes de acordar la escisi¨®n que puso fin a la pelea entre el jerezano Joaqu¨ªn Rivero y la familia catalana Sanah¨²ja, que protagonizaron un culebr¨®n de m¨¢s de un a?o de duraci¨®n.
Las cosas pintan bien distintas. En los a?os del boom todo el territorio era propicio para el triunfo del ladrillo, la construcci¨®n masiva de viviendas -se hac¨ªan al a?o m¨¢s que Francia, Alemania e Italia juntas- y el dinero f¨¢cil. Se instal¨® una cultura del pelotazo basada en una agresiva pol¨ªtica de actuaciones, grandes promociones urban¨ªsticas, adquisiciones multimillonarias, salidas a Bolsa y un disparatado aumento de los precios de los pisos hasta cifras desorbitantes, aderezada adem¨¢s por el cambio al euro.
Era el reino de Jauja, aquel valle de Per¨² famoso por su riqueza, al que incluso acud¨ªan empresarios ajenos, mientras algunos constructores, como Ferrovial y ACS hac¨ªan mutis h¨¢bilmente. Comenz¨® una competici¨®n particular. Coparon las salidas a Bolsa (Renta Corporaci¨®n, Riofisa, Parquesol y Astroc); se produjeron varias compras y fusiones: Inmocaral compr¨® Colonial, Martinsa hizo lo propio con Fadesa, San Jos¨¦ se hizo con Parquesol y Reyal adquiri¨® Urbis. El comienzo del fin fue Astroc, que se precipit¨® al abismo tras crecer sin freno y fue salvada in extremis.
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