Estalla la fiesta de 'la roja'
Los hinchas cortan el centro - Cargas policiales en Alonso Mart¨ªnez y Bilbao - Decenas de miles de j¨®venes 'incendian' la 'plaza roja' desde horas antes del encuentro
Poco antes de la una de la madrugada de hoy la euforia de la plaza de Col¨®n, la plaza roja, se hab¨ªa trasladado a la de Cibeles (donde un doble cerco de coches imped¨ªa a los hinchas ba?arse), a Gran V¨ªa, a Neptuno, al paseo del Prado, a Goya, a Alcal¨¢. Calles cortadas, c¨¢nticos y bailes. El grito de "?Espa?a, Espa?a!", ahora ya es "?Campeones! ?Campeones!".
La 'generaci¨®n consola' iba a ver si sus h¨¦roes estaban a la altura
"Si gana Espa?a no s¨¦ cu¨¢ndo volveremos, y si pierde, tampoco"
Especial: ?Campeones! |
Decenas de miles de personas en las calles. La celebraci¨®n, sin embargo, acab¨® en una batalla campal con coches quemados, marquesinas rotas y cristales por doquier. El entorno de Alonso Mart¨ªnez, a la una de la madrugada, parec¨ªa una suerte de vertedero, con cristales, contenedores volcados y restos de basura esparcidos por el asfalto. A las 23.30, un grupo de unos 40 j¨®venes, en la esquina de la calle de Sagasta con Alonso Mart¨ªnez la hab¨ªa emprendido a botellazos con la polic¨ªa. Los antidisturbios respondieron lanz¨¢ndoles pelotas de goma. A la 1.30, las carreras y las cargas se suced¨ªan en la glorieta de Bilbao.Mientras, 20.000 mostole?os segu¨ªan de fiesta, en honor de su vecino y capit¨¢n de la selecci¨®n Iker Casillas. En Madrid, los aficionados no se pudieron remojar en la fuente de la Cibeles (hab¨ªa dos c¨ªrculos de coches policiales que la proteg¨ªan), pero los de M¨®stoles (los que pudieron) se ba?aron en la llamada fuente de los Pinchos. Cerca de las dos de la madrugada, los coches volvieron a circular por Cibeles.
Horas antes, el centro neur¨¢lgico de la competici¨®n europea en Madrid, la plaza de Col¨®n, era un sitio incandescente plagado de banderas, un volc¨¢n en erupci¨®n del que sal¨ªan c¨¢nticos y consignas a favor de un equipo: Espa?a. Gente llegada de todas partes de la pen¨ªnsula, muchos ya hab¨ªan ganado el partido en sus casas con un mando en las manos: la generaci¨®n de las consolas se dispon¨ªa a presenciar si sus h¨¦roes de carne y hueso estaban a la altura de sus haza?as virtuales. Como Aurelio, Mista y sus amigos, m¨¢s de 20 j¨®venes de Miranda de Ebro, de entre 20 y 24 a?os, apostados desde la una en las inmediaciones de Col¨®n. "Si gana Espa?a no s¨¦ cu¨¢ndo volveremos, y si pierde, tampoco", dec¨ªa Aurelio.
Todas las miradas puestas en las pantallas. Decenas de miles de j¨®venes dispuestos a soportar un calor de justicia, dispuestos a darlo todo, unidos para contemplar y compartir lo que la mayor¨ªa de los all¨ª presentes no hab¨ªa visto en su vida: el equipo de su pa¨ªs pod¨ªa ganar la Eurocopa.
Una vez m¨¢s el f¨²tbol demostraba su enorme poder provocando esa comuni¨®n euf¨®rica, guiada por un solo pensamiento: ganar. Y luego, compartir el triunfo. La felicidad es m¨¢s plena cuando es compartida. "Por eso estamos aqu¨ª", dec¨ªan los presentes. Miguel Herance, a sus 40 a?os, uno de los mayores en el epicentro de la celebraci¨®n, no quiso que su hijo Julio, de cinco a?os, se perdiera "un hecho hist¨®rico: "?sta es la mejor manera de compartir la ilusi¨®n, m¨¢s all¨¢ de nacionalismos ni historias", dec¨ªa. Entre la afici¨®n no hubo tiempo de descanso. S¨®lo los que estuvieron all¨ª pudieron sentir que Col¨®n retumbaba a golpe de tambor, a golpe de saltos. El primer estallido fue cuando las pantallas emit¨ªan la primera imagen de "los h¨¦roes", dirigi¨¦ndose al estadio de Ernst-Happel en Viena. Eran las 18.50.
Hubo tambi¨¦n sitio para la osad¨ªa germ¨¢nica. Un alem¨¢n ondeaba la bandera de su pa¨ªs, mientras soportaba una lluvia de botellas de pl¨¢stico y latas vac¨ªas y escuchaba botar a la muchedumbre al grito de "?esa bandera, la vamos a quemar!". Un polic¨ªa, de los 300 desplegados, le invitaba a irse, sin ¨¦xito.
Las mangueras de los bomberos intentaban bajar la temperatura de una fiesta que crec¨ªa con el himno de "alcohol, alcohol, alcohol... Hemos venido a emborracharnos, el resultado nos da igual"... Lo que dejaba claro cu¨¢les eran las intenciones de la parroquia. Y, de pronto, la plaza se paraliza. Suena el himno de Espa?a acompa?ado de "lo, lo lo...". Comienza el partido. Las miradas fijas en las pantallas. Silbidos para Alemania y gritos de ¨¢nimo para Espa?a. La tensi¨®n crece. Y ?gooooool!... bengalas, tambores, petardos, gritos, abrazos, llantos, m¨®viles al viento... Euforia colectiva. La tensi¨®n se masca: sed de victoria. Gritos de "campeones" en los minutos de descuento. Llega el final. Los que ayer hicieron arder la "plaza roja", los que la abandonaban dejando una estela de gloria camino de Cibeles, mirar¨¢n a Col¨®n ya siempre con esa complicidad: "Yo estuve all¨ª".
Con informaci¨®n de Javier S¨¢nchez del Moral, Pilar ?lvarez y ?lvaro de C¨®zar.
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