Contrato para la guerra
Los procedimientos de selecci¨®n de personal de ciertas empresas, de demasiadas empresas, han rebasado la l¨ªnea de la eficiencia y de la originalidad para posarse en lo estramb¨®tico, en lo abominable y en lo denunciable. Las modernas pr¨¢cticas para los ascensos y despidos, as¨ª como las condiciones laborales y el trato entre jefes y subordinados en compa?¨ªas de despacho, corbata y supuesto nivel intelectual, han provocado una serie de pel¨ªculas en cascada, de las que Bienvenido a Farewell-Gutmann es s¨®lo la ¨²ltima, todas herederas de Glengarry Glen Ross, manuscrita por la certera crueldad de David Mamet.
Segundo largo de Xavi Puebla tras la casi invisible Noche de fiesta, la pel¨ªcula est¨¢ m¨¢s cerca del esperpento de El m¨¦todo Gronh?lm (la pieza teatral, no tanto su versi¨®n para cine), cargado de situaciones poco realistas, que de la pat¨¦tica naturalidad de Casual day. Sin embargo, su autor retuerce en exceso la rueda de la extravagancia, sobre todo porque, apeg¨¢ndonos a la autenticidad m¨¢s cotidiana, las situaciones tendr¨ªan ya la suficiente carga de imbecilidad como para provocar hilaridad por s¨ª mismas, sin necesidad de acercarse a esa degradaci¨®n de la realidad. Lo que lleva a que, quiz¨¢ en consonancia con lo anterior, Puebla haya optado por una interpretaci¨®n distanciada, convirtiendo as¨ª su pieza de c¨¢mara en un gui?ol empresarial.
BIENVENIDO A FAREWELL-GUTMANN
Direcci¨®n: Xavi Puebla.
Int¨¦rpretes: Ana Fern¨¢ndez, Adolfo Fern¨¢ndez, Llu¨ªs Soler, H¨¦ctor Colom¨¦.
G¨¦nero: comedia. Espa?a, 2008.
Duraci¨®n: 98 minutos.
Desde su sensacional corto Viernes (2002), Puebla est¨¢ enganchado con el lado m¨¢s fr¨¢gil y penoso del ser humano, pero, mientras aqu¨ª apostaba por la sutileza y el silencio, en Bienvenidos... abusa de la explicitud y de los juegos de espejos. Eso s¨ª, donde su obra resulta m¨¢s eficaz es en el descarnado retrato de las luchas entre los subordinados, siempre provocados por el mando. As¨ª, su ¨²ltima imagen, tan congelada como sus vidas, remite al demoledor ¨²ltimo plano de Blue collar (Paul Schrader, 1978), aunque cambiando los pu?etazos por el apret¨®n de manos. Al fin y al cabo, ahora estamos ante empresas de alto (e ignominioso) nivel educativo.
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