Fernando Higueras, infinito
A Higueras -con quien tuve la suerte de trabajar cuando era estudiante- le gustaba recordar una an¨¦cdota de los primeros a?os de estudiante, cuando el examen de ingreso retrasaba las biograf¨ªas profesionales varios lustros. Saliendo del examen de c¨¢lculo, consistente en resolver un solo y dif¨ªcil problema, Fernando le pregunta a su amigo Luis Pe?a Ganchegui: ?a ti cu¨¢nto te ha dado? Pe?a le responde: "A m¨ª, cero". "Pues a m¨ª, infinito", le dice Fernando. Luis se queda pensativo y tras unos segundos le dice con acento de casero del Goierri: "?Tanto, eh?". Infinito era lo que le daba todo en la vida a Fernando Higueras, generoso autor de obras infinitas que sali¨® al mundo profesional el a?o 1959 con el que considero el proyecto m¨¢s brillante de la arquitectura espa?ola moderna, la Residencia de Artistas en el Monte de El Pardo, consiguiendo con ¨¦l y de forma fulminante el acc¨¦sit del Premio Nacional de Arquitectura (sin haber construido antes nada). Un proyecto m¨¢s vivo hoy que entonces, fechado en 1959, con una geometr¨ªa y una concepci¨®n espacial m¨¢s probable en 2000 y de la mano de alg¨²n cybergur¨² americano que de un biso?o autor madrile?o en el castizo y franquista Madrid de los sesenta. S¨®lo por este proyecto Higueras habr¨ªa quedado en la memoria de los arquitectos por mucho tiempo.
Pero no se qued¨® ah¨ª: al a?o siguiente, colaborando nada menos que con Rafael Moneo, entonces tambi¨¦n biso?o, gan¨® el Premio Nacional de Arquitectura con el germen de lo que luego ser¨ªa el Centro de Restauraciones en la Ciudad Universitaria de Madrid, primer ensayo de uno de sus leitmotivs, el edificio circular (ahora que la Ciudad de la Justicia va a inaugurar 18 edificios circulares en Madrid, m¨¢s de uno redescubrir¨¢ la maestr¨ªa de aquella obra...). La figura circular con patio central le condujo a familiarizarse pronto con el hormig¨®n, material m¨¢s manejable que el acero para estas geometr¨ªas. Descubrir¨ªa no s¨®lo su plasticidad sino que -frente a la tendencia dominante del momento, que ensalzaba las cualidades estructurales del hormig¨®n (Nervi, Torroja)- la uni¨®n de circunferencias y hormig¨®n despert¨® en Fernando Higueras un inter¨¦s entonces in¨¦dito por la historia, en especial por las construcciones estereot¨®micas de las canter¨ªas g¨®ticas y renacimentales, de c¨²pulas, tolos, girolas y dem¨¢s ejemplos desarrollados en el Siglo de Oro por las "¨¢guilas" de la arquitectura espa?ola, y que ¨¦l reinterpret¨® combinando tri¨¢ngulos y rect¨¢ngulos, realizados los primeros in situ y los segundos con tableros pretensados con la ayuda de Jos¨¦ Antonio Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, amigo e ingeniero de val¨ªa. Sus techos tender¨ªan siempre a exhibir su condici¨®n tect¨®nica con gran poder evocativo de las viguer¨ªas de las construcciones tradicionales, una s¨ªntesis de tecnolog¨ªa contempor¨¢nea y lecciones pl¨¢sticas de la historia que emocionaba a Fernando y con la que firm¨® otros dos proyectos magn¨ªficos desgraciadamente frustrados, el pabell¨®n para la Feria de Nueva York y el proyecto de Montecarlo.
De nuevo encontramos necesario buscar la fecha de su autor¨ªa (1963) al contemplar la maqueta del Pabell¨®n de Espa?a para la Feria de Nueva York, con su superficie reglada remiti¨¦ndose a tantas arquitecturas topogr¨¢ficas como hemos visto en las dos ¨²ltimas d¨¦cadas pero generando aqu¨ª una estructura formal ambigua, escalinata, plaza, anfiteatro y plaza de toros a la vez, de bell¨ªsima factura, capaz de emocionar como pieza abstracta, casi escult¨®rica, y como referencia cultural tradicional espa?ola, tal era su habilidad para hablar por as¨ª decirlo dos lenguas, la de la modernidad y la de la tradici¨®n, sin cambiar de palabras, con los mismos elementos constructivos y compositivos. Y luego vino la apoteosis, el lanzamiento internacional de Higueras con su proyecto para el concurso internacional m¨¢s importante realizado en aquella d¨¦cada junto al Centro Pompidou de Par¨ªs, el concurso de Montecarlo, en el que luch¨® nada menos que con Archigram con un proyecto enormemente escult¨®rico que se contrapon¨ªa frontalmente al de los ingleses. Mientras el de Archigram propon¨ªa en aquel lugar pegado al mar una colina artificial cubierta para ofrecer un parque de c¨¦sped ingl¨¦s y crear en su interior (sin luz) un contenedor multifuncional hipertecnificado, Higueras constru¨ªa en hormig¨®n una gigante flor o volc¨¢n, una explosi¨®n mineral radiando -?c¨®mo no!- en torno a un centro mediante bandejas voladas que permit¨ªan entrar la luz y disfrutar de las vistas desde cualquier ¨¢ngulo, exterior e interior, indiferenciadamente. Sin duda la construcci¨®n de aquel proyecto hubiera cambiado radicalmente la trayectoria profesional de su autor -Sidney lo hizo con Utzon y m¨¢s recientemente Yokohama con FOA-, y quiz¨¢s el ¨¦xito en este concurso hubiera dado un marco mejor a su tendencia monumental y formalista que el m¨¢s provinciano en el que se mov¨ªa la arquitectura espa?ola en los sesenta.
Pero no todo era grandioso o monumental en su obra. Tambi¨¦n supo dar sentido a su obra en contextos en los que la m¨¢xima simplicidad era necesaria. Fernando fue, como Pe?a y otros de su generaci¨®n, un magn¨ªfico "viviendero", un fabricante de magn¨ªficas viviendas colectivas como en el centro de Madrid muestra su intervenci¨®n en la glorieta de San Bernardo. Pero, sobre todo, consigui¨® el prodigio que es para un autor supuestamente excesivo y barroco que su obra construida m¨¢s sencilla y barata sea la m¨¢s admirada y reconocida internacionalmente, el gran ejemplo que supo construir entonces Madrid para erradicar el barraquismo: la UVA de Hortaleza (reconocible hoy como marco escenogr¨¢fico donde discurren las escenas m¨¢s "sociales" del Ulises televisivo). Un proyecto pensado por Fernando contra el esp¨ªritu de la ¨¦poca, que demandaba en la vivienda social prefabricaci¨®n compacta y que ¨¦l, intuyendo que la dignidad de los emigrantes reci¨¦n llegados a la capital era el gran problema arquitect¨®nico a resolver, plante¨® en ladrillo, con cubierta de tejas y maravillosas galer¨ªas al modo tradicional andaluz, que pronto se llenaron de macetas y enredaderas y crearon un entorno clim¨¢tico y social ¨²nico y prodigioso. De nuevo la amalgama de naturaleza y artificio, de nuevo una relectura oportuna de la tradici¨®n tipol¨®gica y una toma de postura radical e intuitiva ante el problema planteado. Estos rasgos hicieron casi ineludible que C¨¦sar Manrique y Fernando se encontraran y formasen un interesante t¨¢ndem.
C¨¦sar y Fernando no s¨®lo eran amigos y colaboradores sino necesarios el uno al otro, una impredecible combinaci¨®n de creadores puros, ambos con m¨¢s proyecci¨®n fuera que dentro de su pa¨ªs, sospechosos aqu¨ª, desde la ortodoxia izquierdista, de "comerciales" y, como se dec¨ªa entonces, "horteras". Mientras, el resto del mundo -para su fortuna- los celebraba y entend¨ªa mucho mejor que nosotros la brillante y visionaria transformaci¨®n de Lanzarote, aquel infierno al que Franco mandaba a los desafectos, en uno de los centros del mapa imaginario de la libertad, los incipientes valores medioambientales y la belleza hedonista de la ¨¦poca. En ese mapa, como una verdadera catedral, reinaba y reina a¨²n hoy el hotel Las Salinas, un manifiesto desgraciadamente solitario de lo que pod¨ªa haber sido la costa y el turismo espa?oles con un poquito m¨¢s de amor hacia los lugares, la arquitectura y los turistas (seguramente la comparaci¨®n con Puerta Am¨¦rica, nuestro hotel m¨¢s cool actual nos puede dar una idea de lo mal que han ido las cosas).
En Lanzarote tambi¨¦n est¨¢ ubicado el otro gran proyecto tur¨ªstico de Higueras, un proyecto de una urbanizaci¨®n ingenuamente pre-ecologista que fusiona el patr¨®n circular de otros anteriores suyos con el bell¨ªsimo paisaje de la "Geria", creado artificialmente en la isla -el conocido sistema de c¨ªrculos excavados para proteger del viento los vi?edos que producen la malvas¨ªa (el mismo problema al que se enfrentaba Fernando, el viento)-. La maqueta de esta topograf¨ªa artificial circular y aterrazada restituyendo el acantilado de lava con la impronta de la Geria es, en mi opini¨®n, junto al proyecto inici¨¢tico de la Residencia de Artistas, el momento de mayor inspiraci¨®n en su obra, a¨²n hoy, como el primero, con poder para desencadenar nuevos proyectos -como demuestra que siga siendo utilizado como referencia de forma recurrente por muy distintos arquitectos de m¨²ltiples pa¨ªses-.
Tuve la oportunidad de trabajar para ¨¦l en la d¨¦cada de los setenta, en un mal momento en su vida. Le o¨ªa tocar la guitarra horas y horas encerrado en su despacho (fue, como es sabido, uno de los disc¨ªpulos m¨¢s amados de Andr¨¦s Segovia). Lala M¨¢rquez y yo, muy ignorante, ayud¨¢bamos a desarrollar los proyectos con desigual fortuna. Ella impecable con lo suyo, siempre elegante e inteligente; yo creyendo haber dado con la soluci¨®n perfecta al hotel perfecto (era un hotel en Isla Margarita) hasta que por fin un d¨ªa Fernando se dign¨® salir de su despacho de buen humor y con ganas, se sent¨® junto a m¨ª y me dio la mayor lecci¨®n de arquitectura que recuerdo, deshaciendo primero por completo mi trabajo ante mis at¨®nitos ojos y recomponi¨¦ndolo a continuaci¨®n -todo en no m¨¢s de 20-25 minutos- hasta proyectar un hotel asombrosamente perfecto y complej¨ªsimo espacialmente, dibujando a mano bocetos elementales pero muy bellos de los que s¨®lo tras varias semanas de restituir aquello pude comprobar anonadado su incre¨ªble precisi¨®n, un verdadero mago, cuya facilidad infinita quiz¨¢s fuese a la postre su peor enemigo (esto no lo digo yo, lo dijo Alejandro de la Sota, otro de los grandes de entonces, y de siempre, en las ant¨ªpodas de Fernando en todo, ambos de la madera de la que s¨®lo est¨¢n hechos los que tienen grandeza infinita).
Fernando Higueras: ¨ªntimo y externo. Fundaci¨®n cultural COAM. Piamonte, 23, Madrid. Hasta el 26 de septiembre.
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