Necesito matarte, majestad
Una hija del general marroqu¨ª Oufkir ataca a Hassan II por encarcelarla con su familia a los nueve a?os. Cuando fue liberada ten¨ªa 29
Tuviste la brillante idea de morirte en pleno verano, el 23 de julio. Al d¨ªa siguiente de mi cumplea?os. Tu muerte me hizo despertar de la borrachera. (...) Para m¨ª eras inmortal. Cre¨ªa que eras insumergible, a prueba de bombas".
El estilo es insolente y desabrido. M¨¢s a¨²n cuando son palabras dirigidas a su rey, Hassan II, fallecido hace nueve a?os. Pero quien las escribe tiene circunstancias atenuantes. Fue una de las principales v¨ªctimas de aquel monarca marroqu¨ª, y una de las m¨¢s j¨®venes.
Soukaina Oufkir ten¨ªa s¨®lo nueve a?os cuando, el 23 de diciembre de 1972, unos polic¨ªas la arrancaron del mullido confort de la villa familiar en Rabat; la separaron de su bicicleta, de sus l¨¢pices de colores y de su barco hinchable. Ese a?o no recibir¨ªa regalos en Nochevieja.
Los juguetes fueron sustituidos por un mundo en el que s¨®lo hab¨ªa ratas y escorpiones, y faltaban la m¨²sica, los espejos, el jab¨®n, la ropa limpia, el agua caliente... "Se me castig¨® sin haberme portado mal", afirma con una sonrisa triste.
Junto con su madre, sus cinco hermanos -Abdellatif ten¨ªa solo tres a?os- y dos ni?eras, los Oufkir pasaron, por decisi¨®n de Hassan II, casi 20 a?os en nauseabundas c¨¢rceles secretas del desierto o de la periferia de Casablanca.
?Cu¨¢l era su crimen? Ser la esposa, los hijos o las sirvientas del general Mohamed Oufkir, ministro de Defensa que impuls¨® el fallido golpe de Estado contra Hassan II del 16 de agosto de 1972. El general apareci¨® muerto por la espalda, acribillado a balazos, pero la versi¨®n oficial asegur¨® que se hab¨ªa quitado la vida.
A los cuatro meses del suicidio, su familia fue desterrada con la probable intenci¨®n de dejarla morir a fuego lento. Al principio no pod¨ªan creer que ese rey que educ¨® en palacio, junto con sus hijas, a Malika, la mayor de los hermanos, y que eligi¨® el nombre de Soukaina (Serenidad) para la menor de las ni?as, fuera capaz de tal vileza.
Incr¨¦dulos ante la ignominia, imploraban al soberano. "Le envi¨¢bamos constantemente cartas pidiendo su protecci¨®n, rog¨¢ndole que pusiera fin a nuestro calvario", recuerda Soukaina. Pero una conversaci¨®n, que sorprendieron, entre sus cancerberos les devolvi¨® a la realidad: "Pierden el tiempo. Acabar¨¢n siendo enterrados en el patio uno tras de otro".
Los Oufkir no murieron. Resistieron. Intentaron incluso escaparse de sus mazmorras clandestinas, y finalmente vieron la luz en 1991, gracias a la llamada que Malika logr¨® hacer, durante una ef¨ªmera evasi¨®n, a Radio Francia Internacional. Destap¨® as¨ª la siniestra venganza real.
"La verdadera libertad no lleg¨®, sin embargo, hasta cinco a?os despu¨¦s, cuando pude, por fin, viajar al extranjero y emigr¨¦ a Francia", asegura Soukaina. "Descubr¨ª que se puede caminar por la calle sin ser vigilada, expresarse sin tapujos". "S¨¦ que Marruecos ha cambiado, pero aun as¨ª, cuando regreso, los uniformes me siguen crispando porque temo que act¨²en con arbitrariedad".
Con 35 a?os, Soukaina acab¨® el bachillerato y luego empez¨® a estudiar derecho en La Sorbona. Para sobrevivir trabaj¨® para varias ONG y como recepcionista en ferias. Ahora intenta iniciar una carrera de cantante y act¨²a en locales parisienses como Le Z¨¨bre, que lanz¨® un programa, del que forma parte, para "j¨®venes promesas".
Para una mujer que pas¨® casi la mitad de su vida en inmundos calabozos, Soukaina tiene hoy, a sus 45 a?os, un aspecto sorprendentemente joven y atractivo. Es habladora, nerviosa, simp¨¢tica y sonr¨ªe aunque su semblante rezuma fragilidad. "Estoy saliendo adelante bastante bien con el apoyo de amigos", recalca.
Soukaina ha sido incluso la ¨²nica de los supervivientes de la familia que se atrevi¨® a reunirse con los dos hijos de Mehdi Ben Barka, el jefe de la oposici¨®n a Hassan II, secuestrado en Par¨ªs en 1965 y asesinado, precisamente por orden de Oufkir. Antes de decidir su muerte, el padre de Soukaina traz¨® con un estilete surcos sangrientos en su pecho. "Ambos hermanos se portaron estupendamente conmigo", recuerda. "Fue intenso, emocionante".
Para rematar su recuperaci¨®n ha recurrido a la misma terapia que dos de sus hermanos y su madre: escribir un libro. La vie devant moi (La vida ante m¨ª) fue publicado hace un par de meses por la editorial Calmann-Levy. Soukaina se lo dedica a s¨ª misma: "A Ella, mi peque?o tesoro, la ni?a que yo fui".
A lo largo de sus 241 p¨¢ginas, una ni?a de nueve a?os, que se convierte en adolescente y en adulta, narra su reclusi¨®n. Pero, sobre todo, interpela, reta y carga contra el que fue su rey. "Me habr¨ªa gustado que estuviera a¨²n vivo", afirma. "As¨ª me habr¨ªa podido explicar el placer que se puede experimentar destruyendo a ni?os". "?Por qu¨¦ los ni?os tienen que pagar por los supuestos cr¨ªmenes de sus padres?".
"Necesito matarte", escribe Soukaina dirigi¨¦ndose a Hassan II, "porque el mundo entero rinde homenaje a tu ilustre inteligencia, y a m¨ª, mi tonter¨ªa me incita a hacerte da?o para existir. (...) Cada uno se consuela como puede. Y pensar que te has muerto sin que haya tenido que mancharme las manos. Y pensar que estoy sola, sin adversario. Yo sin ti, es extra?o (...). S¨®lo queda tu hijo para comprender".
El hijo, Mohamed VI, fue entronizado en 1999. "Es inteligente, ha estudiado y tengo cierta confianza en ¨¦l", asevera Soukaina. Por eso le envi¨® su obra con unas l¨ªneas en las que evoca "la necesidad de pasar p¨¢gina, de construir el porvenir". El rey no le contest¨®, pero la edici¨®n francesa del libro se vende en Marruecos y pronto se publicar¨¢ una edici¨®n local a precio m¨¢s asequible. Aun as¨ª, el silencio del palacio real la decepciona.
Soukaina condena a Hassan II, pero rechaza hacer otro tanto con su padre, pese a que fue durante a?os su brazo derecho. "Los que juzgan a mi padre no le colocan en el contexto de la ¨¦poca", argulle en su defensa. "Y adem¨¢s es mi padre, y le echo de menos".
Como todas las dem¨¢s v¨ªctimas censadas de los llamados a?os de plomo, que coinciden con el reinado de Hassan II (1963-1999), la familia Oufkir fue recientemente indemnizada por sus padecimientos. A Soukania le otorgaron 170.000 euros, con los que el Estado marroqu¨ª admite su responsabilidad. ?No ha llegado la hora de perdonar? "Para que conceda mi perd¨®n hace falta, primero, que me lo soliciten. Nadie me lo ha pedido". -
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