Rectificaci¨®n oportuna
Si no se hubiera producido la sublevaci¨®n militar contra la Rep¨²blica en julio de 1936 y el triunfo de dicha sublevaci¨®n tras la guerra civil, es pr¨¢cticamente seguro que Espa?a se habr¨ªa territorializado en regiones aut¨®nomas con base en la Constituci¨®n de 1931 antes de que hubiera finalizado la d¨¦cada. El proceso de constituci¨®n de los diversos territorios en regiones aut¨®nomas avanzaba con una celeridad considerable inmediatamente despu¨¦s de las elecciones generales de 1936. Tras la aprobaci¨®n de los estatutos de autonom¨ªa del Pa¨ªs Vasco y de Galicia, estaba a punto de entrar en las Cortes el proyecto de Andaluc¨ªa y el de otras regiones espa?olas. Lo que ha ocurrido entre finales de los setenta y principios de los ochenta con base en la Constituci¨®n de 1978, se prefigur¨® ya en la primera experiencia democr¨¢tica espa?ola de los a?os treinta. Visto con la perspectiva que nos proporciona el paso del tiempo, se puede afirmar que, en lo que a la estructura del Estado se refiere, hay una continuidad entre las dos constituciones democr¨¢ticas espa?olas, la del 31 y la del 78.
Con la misma seguridad que se puede decir esto, se puede afirmar que el partido socialista no habr¨ªa considerado a Blas Infante no ya principal referencia, sino referencia de ning¨²n tipo en su acci¨®n pol¨ªtica. Nada hay en la informaci¨®n de que disponemos que nos permita llegar a otra conclusi¨®n.
Creo, en consecuencia, que hace bien el PSOE en rectificar y considerar a Blas Infante no como la "principal" referencia, sino como una referencia m¨¢s para la acci¨®n pol¨ªtica socialista en el ejercicio del derecho a la autonom¨ªa.
Con ello creo que se le hace justicia a Blas Infante. No se le deval¨²a, sino todo lo contrario. Blas Infante no es de nadie, porque es de todos. Blas Infante ha acabado representando en Andaluc¨ªa lo que el r¨¦gimen nacido de la guerra civil reprimi¨® con m¨¢s sa?a: la posibilidad misma de que el Estado dejara de ser unitario y centralista y pudiera articularse territorialmente mediante el ejercicio del derecho a la autonom¨ªa. De ah¨ª que en el momento inicial de su constituci¨®n como comunidad aut¨®noma Andaluc¨ªa reconociera a Blas Infante como padre de la patria andaluza.
Blas Infante intuy¨® algo que ahora ya sabemos que es as¨ª, pero que, cuando ¨¦l lo intuy¨®, no lo sab¨ªa casi nadie: que democracia y autonom¨ªa van de la mano en Espa?a, que Espa?a no puede organizarse democr¨¢ticamente con un Estado unitario y centralista, sino que ¨²nicamente puede hacerlo con un Estado pol¨ªticamente descentralizado. Y lo intuy¨® reflexionando sobre Andaluc¨ªa, que es la regi¨®n que m¨¢s peso ha tenido, con diferencia, en la preservaci¨®n de la unidad pol¨ªtica del Estado espa?ol.
Esa intuici¨®n es la que lo ha convertido en referencia, ¨¦sta s¨ª principal, de la autonom¨ªa andaluza. Blas Infante es un referente objetivo del ejercicio del derecho a la autonom¨ªa en Andaluc¨ªa y en Espa?a, porque sin la autonom¨ªa andaluza la estructura del Estado que se habr¨ªa acabado imponiendo con base en la Constituci¨®n de 1978 habr¨ªa sido completamente distinta de la que efectivamente se ha impuesto.
Hace bien, repito, el PSOE en rectificar. A Blas Infante hay que respetarlo y la mejor manera de hacerlo es que ning¨²n partido pretenda apropi¨¢rselo. El lugar de Blas Infante es el Estatuto de Autonom¨ªa y no las resoluciones de los congresos de los partidos. La trayectoria andalucista del PSOE no necesita, por lo dem¨¢s, avales de ning¨²n tipo. Hay treinta a?os de ejecutoria andalucista, de acci¨®n de gobierno en defensa de Andaluc¨ªa, a la que la de ning¨²n otro partido puede aproximarse. Con esto basta y sobra.
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