Orondo saltamontes

Como en una adaptaci¨®n multisalas de las teor¨ªas -tan medularmente orientales- del eterno retorno, Kung Fu Panda recuerda a algo que nos han contado mil veces y que no tardar¨¢n en volvernos a contar. En concreto, nos lo volver¨¢n a contar hacia octubre, cuando llegue a las pantallas El reino prohibido, una pel¨ªcula de artes marciales de imagen real (aunque dirigida por un animador), con Jackie Chan en su reparto (en Kung Fu Panda ejerce de doblador), referencias al mito del Rey Mono (aqu¨ª tambi¨¦n las hay) y un improbable h¨¦roe que ejerce de espejo (torpe, inocente) del espectador m¨¢s o menos nerd, segmento ideal de estas modalidades de ficci¨®n. La originalidad no es, pues, el fuerte de Kung Fu Panda. El secreto de su encanto hay que buscarlo en su ejecuci¨®n.

La pel¨ªcula despliega su enso?aci¨®n oriental en Cinemascope, como en una versi¨®n lis¨¦rgica de una ilustraci¨®n china sobre pergamino horizontal. El dise?o de personajes halla un singular equilibrio entre la chinoiserie y la disneyizaci¨®n sint¨¦tica. Pel¨ªcula infantil que no matar¨¢ de aburrimiento al acompa?ante adulto, Kung Fu Panda contiene generosas raciones de slapstick, pero tambi¨¦n otros placeres m¨¢s sofisticados: Dustin Hoffman, voz del maestro Shifu, roza, con soberbia iron¨ªa, la intensidad emocional de lo que suele considerarse una interpretaci¨®n de oscar en su clim¨¢tico combate con el villano Tai Lung.