Fernando Castro, pelotari, periodista
Era el socio n¨²mero uno del Athletic
Cada vez que se asomaba al abismo del folio en blanco, lo hac¨ªa con la tranquilidad de quien conoce el terreno que pisa como la palma de su mano, y eso que las suyas eran casi infinitas. Por algo fue monaguillo antes que fraile. Antes de escribir miles de cr¨®nicas, art¨ªculos y entrevistas, Fernando Castro (Bilbao, 1924) fue campe¨®n del mundo de pala, posiblemente la m¨¢s compleja de las modalidades de la pelota vasca, la gran pasi¨®n de su vida junto a su esposa, Ikerne Aransolo, sus hijos, Fernando, Txitxo, Mar¨ªa, I?igo y Bego?a, y el Athletic de Bilbao, club del que fue socio n¨²mero uno los ¨²ltimos ochos meses de su intensa y rica vida.
"Jam¨¢s he conocido un periodista que amase tanto la pelota, ni un profesional tan apasionado en su trabajo", explica un antiguo compa?ero en la redacci¨®n de Deia, donde alcanz¨® la jubilaci¨®n franqueada con creces la barrera de los setenta. "Fue el ¨²ltimo exponente de una saga de periodistas, de aquellos que se tiraban de los pelos al ver publicidad en la pared del front¨®n o en la camiseta de los pelotaris, de los que iban todos los d¨ªas al front¨®n, lugar sagrado que las nuevas generaciones no frecuentan en exceso, de los que pon¨ªan el grito en el cielo si el redactor jefe le met¨ªa un m¨®dulo de publicidad. Cuando la redacci¨®n se informatiz¨®, ¨¦l logr¨® esconder y conservar su m¨¢quina de escribir", a?ade su colaborador.
Castro era hijo de un gallego y una bilba¨ªna. Un t¨ªo suyo, Manuel de Castro, que fue periodista deportivo bajo el seud¨®nimo de H¨¢ndicap y que llegar¨ªa a ser seleccionador nacional de f¨²tbol, fusion¨® los clubes Fortuna y Vigo para fundar el Celta de Vigo. Su pasi¨®n por la pelota floreci¨® en los veranos que la familia disfrutaba en Elorrio, en la casa materna. All¨ª, siendo un adolescente, vivi¨® la Guerra Civil, en la que su padre, Federico, defendi¨® la legalidad republicana colaborando con el Gobierno vasco. Su trabajo en Papelera Espa?ola (primero en el monte, a pie de tala, m¨¢s tarde en las oficinas de Arrigorriaga y Bilbao) le impidi¨® convertirse en profesional de la pala, pero pudo conquistar un campeonato del mundo de aficionados, en San Sebasti¨¢n, en 1952. "Tambi¨¦n particip¨¦ en [Uruguay] [URUGUAY]en 1954 y en Francia en 1962. En total tengo unos 130 trofeos por toda la casa y hasta llegu¨¦ a ser subcampe¨®n del mundo de frontenis junto al catal¨¢n Vidal. Lo ¨²nico que me falta es un entorchado ol¨ªmpico, porque la pelota s¨®lo ha sido deporte de exhibici¨®n en los Juegos Ol¨ªmpicos de Par¨ªs en 1924, el a?o que nac¨ª, en 1968 en M¨¦xico y en 1992 en Barcelona, cuando ya estaba retirado", declaraba Castro en una entrevista.
El despertar de su faceta period¨ªstica, latente durante a?os, fue casual. Un locutor de Radio Juventud le telefone¨® para aclarar una duda sobre la pelota vasca. Castro alumbr¨® la respuesta con la luz de sus vast¨ªsimos conocimientos y trabaj¨® durante seis a?os para la emisora. De all¨ª pasar¨ªa a Radio Nacional de Espa?a, al desaparecido rotativo bilba¨ªno La Gaceta del Norte y al Deia, en el que colg¨® la pluma a finales de los noventa. "Escrib¨ªa una p¨¢gina de lunes a viernes, y dos los fines de semana, desde partidos profesionales hasta torneos escolares. Y los martes coordinaba un suplemento de pelota de ocho p¨¢ginas. Su capacidad de trabajo no ten¨ªa fin", recuerda un compa?ero.
Castro dej¨® de ir al front¨®n la ¨²ltima Navidad, no por capricho o por falta de salud, sino porque quer¨ªa demasiado a su familia y demasiado a la pelota. Su hijo, Fernando, se convirti¨® en esa fecha en intendente del Club Deportivo, el front¨®n bilba¨ªno que aglutina la actividad de la pala, y Fernando padre lo pasaba fatal cuando alg¨²n aficionado censuraba la gesti¨®n de la instalaci¨®n o cuando el front¨®n no registraba la entrada necesaria para cubrir gastos. Una larga enfermedad acab¨® ayer con su intensa vida.
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