Datos de la jungla
Fernando Meirelles nos hab¨ªa contado con realismo doloroso en Ciudad de Dios que la vida no vale nada en las favelas, que los ni?os pueden convertirse por vocaci¨®n, afirmaci¨®n, necesidad o supervivencia, con monstruosa normalidad, en asesinos sin sentido de culpa. Tambi¨¦n que el ¨²nico dios en territorio tan volc¨¢nico, el permanente motor vital y econ¨®mico, es el narcotr¨¢fico.
Seis a?os m¨¢s tarde, Jos¨¦ Padilha retrata con brutal distanciamiento, con mirada tan l¨²cida como antimoralista la relaci¨®n umbilical de esa jungla con sus supuestos aunque siempre turbios represores, con unas fuerzas del orden en las que la corrupci¨®n no es la excepci¨®n sino la norma.
El s¨®rdido trapicheo, las intocables reglas del juego, el reino de las apariencias, el negocio com¨²n entre los g¨¢nsteres de la favela y los delincuentes legalizados que llevan uniforme y chapa, se altera con consecuencias devastadoras por la llegada de aquel Papa tan viajero a R¨ªo de Janeiro y la imposici¨®n que dicta el Gobierno de lavado de imagen, de que ninguna bala perdida turbe el sue?o de tan celestial invitado.
TROPA DE ?LITE
Director: Jos¨¦ Padilha.
Int¨¦rpretes: Wagner Moura, Andr¨¦ Ramoro, Caio Junqueira, Milhen Cortaz, Fernanda Machado.
G¨¦nero: drama. Brasil, 2008.
Duraci¨®n: 115 minutos.
La c¨¢mara de Jos¨¦ Padilha es tan anfetan¨ªmica como el infierno que describe
La voz en off de un capit¨¢n de las Fuerzas Especiales encargadas de que no ruja la selva durante una estrat¨¦gica temporada nos va narrando los salvajes mecanismos para cercar a las fieras. Este legionario pragm¨¢tico, experto en torturas y soluciones letales, adrenal¨ªnico y atormentado, exige a sus hombres algo tan ¨¦pico como que no est¨¦n pringados, odio al sentimentalismo, gatillo inmisericorde, obediencia ciega, la certeza de que el ¨²nico pecado imperdonable que pueden cometer es que el enemigo les mate.
La c¨¢mara de Jos¨¦ Padilha es tan anfetam¨ªnica como el infierno que describe, tiene vocaci¨®n documentalista, crea hipertensi¨®n en el espectador. No hay afanes moralistas en ¨¦l. Todo lo que muestra es atroz, no hay mensajes ni soluciones, nadie es inocente. Sales revuelto de Tropa de ¨¦lite, con sensaci¨®n de maldita verdad. Y entiendes que haya conmocionado a Brasil. Y que el Poder sufra un ataque de nervios.
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