Podemos
Europa anda siempre lament¨¢ndose de que, aunque sea un gigante econ¨®mico, en lo militar es insignificante. Nada m¨¢s lejos de la realidad. El gasto combinado en defensa de los 27 miembros de la Uni¨®n Europea es el segundo del mundo, nada menos que 200.000 millones de euros. Esa cantidad representa la mitad del gasto de la hiperpotencia estadounidense, pero tres veces m¨¢s que el de China y hasta cuatro veces el de Rusia. De hecho, los miembros de la UE mantienen aproximadamente dos millones de soldados en activo, una cantidad incluso superior a la de Estados Unidos. Por tanto, aunque los europeos tiendan a agachar la cabeza frente a Washington, Mosc¨² o Pek¨ªn y resignarse a ejercer su supuesto "poder blando", esta actitud no est¨¢ justificada. Como prueban los casi 23.000 soldados que los Estados miembros de la Uni¨®n Europea tienen desplegados en Afganist¨¢n, pese al t¨®pico, Europa no es ni mucho menos una potencia meramente civil.
Se malgasta gran cantidad de recursos en ej¨¦rcitos que no han digerido el fin de la guerra fr¨ªa
Los avances han sido tan t¨ªmidos que la llamada "Europa de la defensa" no termina de arrancar
Otra cosa es que esa enorme cantidad de recursos se malgaste en unos ej¨¦rcitos que todav¨ªa no han digerido el fin de la guerra fr¨ªa o en costos¨ªsimos programas de armamento que no se coordinan entre s¨ª. Los europeos mantenemos en activo unos 10.000 tanques y 2.500 aviones de combate que de poco sirven frente al tipo de crisis con el que generalmente nos vamos a encontrar. Cada vez que surge una crisis internacional, los Estados miembros miran a otro lado y se confiesan incapaces de encontrar, entre esos dos millones de soldados, unos cuantos miles que desplegar, por no hablar de la escasez end¨¦mica de aviones de transporte o helic¨®pteros, absolutamente cruciales para poder desplazarse al terreno y garantizar el ¨¦xito de las misiones una vez all¨ª.
La buena noticia es que, por una vez, algo relacionado con la integraci¨®n europea no requiere un gran ejercicio de audacia, sino un m¨ªnimo sentido com¨²n y algunas decisiones pr¨¢cticas. A veces se plantea la defensa europea como un gran e imposible sue?o, como si fuera el ¨²ltimo escal¨®n de una construcci¨®n pol¨ªtica que no termina de llegar. Se da por hecho as¨ª que Europa necesita un gran ej¨¦rcito y que la construcci¨®n europea requiere que los j¨®venes luchen y mueran baja bandera europea, como una naci¨®n en armas. Pero Europa no es un Estado-naci¨®n, tampoco aspira a ser un super-Estado, ni desea forjar un demos sobre la (dudosa) ¨¦pica de la guerra, por lo que no necesita un ej¨¦rcito europeo que sustituya a los ej¨¦rcitos nacionales, sino una m¨ªnima fuerza que poner al servicio de la paz y la seguridad internacionales. Por ello, ni siquiera se trata de gastar m¨¢s, sino de gastar mejor, y de hacerlo coordinadamente.
Afortunadamente, Europa est¨¢ en paz, y su defensa est¨¢ adecuadamente asegurada por los ej¨¦rcitos nacionales y por la OTAN. Es el resto del mundo el que no est¨¢ en paz. En el mundo del siglo XXI, las amenazas han cambiado de cariz y la guerra, como la conocimos en el siglo XX, pr¨¢cticamente ha desaparecido. Por eso, en lugar de librar batallas convencionales o defender el territorio patrio o de los aliados, los ej¨¦rcitos tendr¨¢n, cada vez m¨¢s, que gestionar crisis que se desarrollar¨¢n fuera de nuestras fronteras. Todo ello requiere un nuevo tipo de fuerzas armadas, m¨®viles y eficaces, y una nueva mentalidad, donde lo civil y lo militar se integren desde el principio hasta el final, donde militares, cooperantes, administradores civiles, jueces y polic¨ªas intervengan coordinadamente para apoyar Estados fr¨¢giles, reconstruir zonas que han sufrido cat¨¢strofes naturales o acompa?ar procesos de paz.
Lo sorprendente es que pese a la experiencia de impotencia en la antigua Yugoslavia, los fracasos de la comunidad internacional en Somalia o Darfur o las lecciones de Afganist¨¢n o Irak, los avances en esta materia han sido excesivamente t¨ªmidos, de tal manera que la llamada "Europa de la defensa" no termina de arrancar.
Entre sus muchos objetivos, Sarkozy se ha propuesto revitalizar la defensa europea. El problema es que para ello necesita el concurso de Reino Unido, imprescindible si se quiere lograr una Europa de la defensa. Parad¨®jicamente, ahora que en Francia hay un presidente plenamente comprometido con este tema, Londres mira hacia otro lado dejando en evidencia que un Gordon Brown tan debilitado internamente dif¨ªcilmente dar¨¢ pasos en este sentido. Y, como de costumbre, mientras nos ponemos de acuerdo en los detalles, el mundo sigue desorden¨¢ndose.
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