A un paso de la gloria
Sastre distancia a Evans con un ataque al pie de Alpe d'Huez, se impone en la cima y viste el 'maillot' amarillo
En Alpe d'Huez gan¨® Coppi la primera vez que se subi¨® a su cima, all¨¢ por 1952, un bautizo que ya marc¨® para siempre la ascensi¨®n a los 1.850 metros de la estaci¨®n de esqu¨ª: siendo una reci¨¦n llegada a un Tour cargado de historia sus 21 curvas entraron de bruces en el mito.
Especial del Tour de Francia |
En Alpe d'Huez, uno de los templos sagrados del Tour, pues, ya hab¨ªan ganado otros espa?oles, los vascos Etxabe y Mayo; de Alpe d'Huez ya hab¨ªa salido vestido de amarillo un par de veces Miguel Indurain, y en Alpe d'Huez se visti¨® de amarillo Perico Delgado en 1988, pero ninguno hab¨ªa logrado lo que ayer consigui¨® un austero castellano, un asceta tallado en el mismo granito que asombra en su pueblo de El Barraco, un chaval t¨ªmido, puro huesos, un veterano corredor de ojos tristes y car¨¢cter fr¨ªo que se gan¨® un puesto en la iconograf¨ªa de la historia del ciclismo, al lado de vacas sagradas como Hinault, LeMond, Coppi, Armstrong, Pantani: conquistar el liderato del Tour despu¨¦s de levantar los brazos, emocionado, sentimental, besos y babas sobre el logotipo del equipo, en la cima de Alpe d'Huez.
Es Carlos Sastre. Ayer revent¨® por fin un Tour que como un for¨²nculo crec¨ªa y crec¨ªa a lo largo de etapas de vigilancia, contemplaci¨®n y reflexi¨®n sobre las m¨¢s altas carreteras de Europa. Ayer levant¨® los brazos victorioso s¨®lo por cuarta vez en una carrera profesional que dura ya 12 a?os y puede que el domingo suba a lo m¨¢s alto del podio de los Campos El¨ªseos.
Atac¨® desde el primero de los 13,8 kil¨®metros de la ascensi¨®n, en las mismas calles de Bourg d'Oisans. Atac¨® una vez, le cazaron, y sin tiempo para respirar volvi¨® a atacar, a remachar el clavo en caliente. Ascendi¨® solo. Gan¨® solo. Lleg¨® a la meta 39m 29s m¨¢s tarde con una ventaja de 2m 13s sobre el anterior l¨ªder, su compa?ero Frank Schleck, y de 2m 15s sobre Cadel Evans, el m¨¢s peligroso de todos sus rivales para la victoria final y a quien aventaja en 1m 34s en la general. Al Tour le quedan cuatro etapas para terminar. A Sastre s¨®lo le queda una valla, menuda valla, que superar, los 53 kil¨®metros de la contrarreloj del s¨¢bado en C¨¦rilly y donde se reeditar¨¢ una vez m¨¢s la eterna batalla del Tour, la de los escaladores contra los contrarrelojistas. Sastre contra Evans, el mismo ciclista que el a?o pasado se qued¨® a poco m¨¢s de 20s de Contador.
Atac¨® porque lo hab¨ªa decidido ya hace tiempo, quiz¨¢s cuando conoci¨® el recorrido en octubre pasado, quiz¨¢s cuando le pidi¨® a Bjarne Riis, el patr¨®n del CSC, que pusiera a todo el equipo a su disposici¨®n para asaltar la victoria de una vez, quiz¨¢s en una noche de insomnio durante los ejercicios de supervivencia tipo marine a los que Riis somete a sus corredores todos los inviernos para afianzar los lazos entre ellos, para detectar qui¨¦n es l¨ªder y qui¨¦n es gregario, para saber qui¨¦n tiene el car¨¢cter, el temple de los campeones. "Si no he atacado hasta ahora es porque he decidido jug¨¢rmelo todo a la carta de Alpe d'Huez", le dijo la v¨ªspera a un amigo. "Otros a?os me he desperdigado en demasiados ataques: para ganar el Tour hay que atacar s¨®lo una vez y llegar hasta el final". Atac¨®, y atac¨® pronto, nada m¨¢s empezar a empinarse la carretera y aprovechando el sprint que Cancellara el terrible lanz¨®, estilo las tropas de Armstrong en sus tiempos, porque sigui¨® el consejo del mismo amigo. "Si atacas tienes que ser el primero, tienes que adelantarte a Frank y no mirar atr¨¢s, porque si pierdes el tiempo, los dos hermanos se organizan y te ahogas. El que ataque el primero deber¨¢ ser respetado por los dem¨¢s".
Atac¨® al maillot amarillo que era su compa?ero de equipo, lo que estar¨ªa mal visto en cualquier otra situaci¨®n, y con su ataque, convirti¨® una estrategia de victoria de etapa en un ataque a la victoria total. Y con su ataque, con la visi¨®n de Menchov quemado nada m¨¢s empezar -"quiz¨¢s me equivoqu¨¦ al salir tan r¨¢pido", dijo el ruso, el ¨²nico que aguant¨® moment¨¢neamente la rueda de Sastre, "pero sali¨® justo delante de m¨ª y estaba obligado a seguirle: yo tambi¨¦n necesitaba recuperar tiempo r¨¢pido"-, con la de Evans buscando refugio del viento en todas las ruedas posibles, con la de los dem¨¢s miembros del grupo, Kohl, Valverde, Vande Velde, Samuel, desorientados, arrancando y frenando, dudando, con la de los hermanos Andy y Frank marcando al hombre y por zonas, desanimando todas las acometidas, Riis, en el coche, suspir¨®.
Sastre, su decisi¨®n, su fuerza, le hab¨ªa resuelto el problema m¨¢s gordo que hab¨ªa tenido en mucho tiempo: ?c¨®mo decidir qui¨¦n es el l¨ªder del equipo entre uno que va de amarillo y otro al que se sabe que es m¨¢s fuerte sin romper la armon¨ªa que es la fuerza del grupo? Y luego, el dan¨¦s suspir¨® una vez m¨¢s: el primer paso lo dio Sastre, el ¨²nico con el que puede aspirar a ganar el Tour, porque, claro, habr¨ªa sido terrible que el equipo m¨¢s fuerte, despu¨¦s de tantas demostraciones de fuerza, despu¨¦s de que hiciera ayer, por ejemplo, atravesar la temida Croix de Fer a ritmo de carga de caballer¨ªa, no se llevara el premio m¨¢s importante. "Y una cosa a?ado", dice el amigo, tan buen consejero, de Sastre. "El que le quiera quitar el maillot deber¨¢ sudar sangre, ser¨¢ tan dif¨ªcil como arrancarle la piel".
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