La nueva era de las cajas de ahorros
La expansi¨®n de las entidades financieras augura cambios en su modelo
Han tenido que pasar 17 a?os para que una caja de ahorros, la Caja de Ahorros del Mediterr¨¢neo (CAM), haya decidido emitir cuotas participativas, esa especie de acciones sin derecho a voto que ide¨® Carlos Solchaga cuando era ministro de Econom¨ªa con el Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez para que estas entidades obtuviesen fondos. La aventura de la CAM, necesitada de recursos porque se ha metido en muchos fregaos hipotecarios, no ha sido precisamente un ¨¦xito. Ha tenido que recurrir a Lehman Brothers, el banco estabilizador de la emisi¨®n, para que asegurase la colocaci¨®n que utiliz¨® al intermediario burs¨¢til MB Capital Markerts para que adquiriese el 93%. No hay mucho m¨¢s que a?adir por mucho que dijese su presidente, Vicente Sala, tras dar el campanazo virtual de este estreno burs¨¢til.
Dicho esto, no cabe duda de que definitivamente las cajas han entrado en una nueva era en la que se vaticinan cambios significativos. Adem¨¢s de la irrupci¨®n de la CAM en el parqu¨¦, hace s¨®lo unos meses que se produjo la salida a Bolsa de Criteria, la corporaci¨®n empresarial de La Caixa; y el pr¨®ximo oto?o, si no hay retrasos de ¨²ltima hora, lo har¨¢ Cibeles como una sociedad an¨®nima de servicios financieros impulsada por Caja Madrid.
Estamos ante un mercado tremendamente potente y con mucha competencia que ya sufri¨® una fuerte transformaci¨®n tras la ley impulsada por Enrique Fuentes Quintana, ministro de Econom¨ªa con UCD al principio de la transici¨®n. Desde entonces, las cajas pudieron salir de sus territorios naturales y se extendieron por toda Espa?a, lo que condujo a la fusi¨®n de cajas de una misma regi¨®n.
El crecimiento fue imparable y coincidi¨®, adem¨¢s, con el boom inmobiliario. Las cajas han tenido varios a?os de alegr¨ªas, con crecimientos sin reparar en gastos. Han abierto sucursales en todos los rincones de Espa?a y han entrado en muchos grupos industriales, convirti¨¦ndose en accionistas de referencia. Les comieron terreno a los bancos hasta llegar al 51% del mercado. Todo eso, adem¨¢s, teniendo que cumplir con la obra social, a la que las cajas est¨¢n obligadas a destinar al menos el 50% de sus beneficios.
Es posible que algunas, de tama?o mediano principalmente, se hayan metido en camisas de once varas y ahora se encuentren en la necesidad de buscar soluciones para salvar su situaci¨®n (algo que afecta tambi¨¦n a bancos del mismo tama?o). Fuentes del sector no descartan que, ante este panorama, se abra un proceso de integraciones, lo que, en algunos casos, requerir¨ªa el cambio de la legislaci¨®n vigente que impide fusiones entre entidades de distintas comunidades.
El papel del Banco de Espa?a ser¨¢ fundamental. De momento, ya ha advertido a las cajas, en general, que vendan participaciones e inmuebles, para reforzar su solvencia. A buen entendedor... Es una medida cabal teniendo en cuenta que los cr¨¦ditos morosos crecen (muchas cajas ya los tienen cerca del 3%), la cobertura se ha reducido y, en algunos casos, como por cierto ocurre con la CAM, est¨¢ por debajo del 100%, lo que da idea de que las necesidades de la caja mediterr¨¢nea de obtener fondos eran urgentes.
La opci¨®n de las cuotas participativas, que probablemente sigan otras cajas de similar hechura, no deja de ser un apa?o, ya que es dif¨ªcil obtener fondos en medio de una crisis, como se ha visto en el caso de la CAM. Y la de crear una sociedad parece un terreno reservado a las grandes cajas que presiden Isidro Fain¨¦ y Miguel Blesa, que compiten con los grandes bancos y tienen claro que quieren salir al exterior, sobre todo Latinoam¨¦rica y Europa del Este.
La obtenci¨®n de recursos en Bolsa, en todo caso, depende del precio a que se ofrezca. En el caso de las cuotas participativas el problema tambi¨¦n radica en que los inversores acabar¨¢n pidiendo algo m¨¢s que dividendos, lo que supondr¨ªa otro cambio en la naturaleza de las cajas. Precisamente, el Banco de Espa?a ha exigido que se creen sociedades participadas para que se mantenga su idiosincrasia y se mantenga el modelo actual de manera que no se pierda la raz¨®n de ser de la obra social.
El problema, y grave a veces, es que las cajas se han convertido en una plataforma de los grupos pol¨ªticos locales o auton¨®micos, que las utilizan para sus intereses. Un cambio de naturaleza tendr¨ªa que llevar acompa?ado la despolitizaci¨®n de las cajas. Nada menos. -
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