Una noche emotiva

Joan Baez anda celebrando sus 50 a?os en el mundo de la canci¨®n y, la verdad, vi¨¦ndola sobre el escenario, nadie lo dir¨ªa. A sus 67 a?os, sigue conservando esa imagen a medio camino entre la fragilidad y la fuerza contenida, y su voz mantiene la belleza de anta?o, tal vez algo m¨¢s corta en extensi¨®n, pero con todo el poder¨ªo y la capacidad de penetraci¨®n que la convirti¨® en icono incontestable de la segunda mitad de la d¨¦cada de 1960.

Y sobre todo, Joan Baez sigue siendo esa fuerza de la naturaleza capaz de encandilar al p¨²blico con su sola voz, incluso prescindiendo de micr¨®fono: fue realmente estremecedora la versi¨®n de Sweet low, sweet chariot que desat¨® una de las mayores ovaciones de una velada plagada de ovaciones.

Baez abarrot¨® el Palau y el entusiasmo se desbord¨® una y otra vez. No es frecuente que el p¨²blico puesto en pie aguante una ovaci¨®n de 10 minutos (luces encendidas y m¨²sica disuasoria a tope desde la mesa de control) para conseguir que el cantante regrese al escenario tras el ¨²ltimo bis. Y como se retrasaba, el p¨²blico enton¨® un espont¨¢neo We shall overcome al que Baez sum¨® su voz sin micr¨®fono (ya estaban desconectados) en un momento impresionante.

Fue el final de una noche emotiva que Baez hab¨ªa iniciado tan s¨®lo acompa?ada por un sobrio tr¨ªo (guitarra, bajo y bater¨ªa) atacando alguno de sus temas m¨¢s cl¨¢sicos (Lily of the west, Farewell Angelina). Sigui¨® invocando a todos sus mentores, desde Bob Dylan hasta Steve Earle pasando por Woody Guthrie, John Lennon, Violeta Parra y Johnny Cash, y tambi¨¦n, con menor fortuna, a sus propios fantasmas (El preso n¨²mero 9).

Sola con su guitarra puso el detalle simp¨¢tico de un Rossinyol que vas a Fran?a sin historia y acab¨® la velada en lo m¨¢s alto: Blowin' in the wind, Donna Donnna y Here's to you.

Un repertorio inapelable, una voz soberbia, un concierto para el recuerdo.