A?oranza (fingida) de la 'rentr¨¦e'
Como quien no quiere la cosa, dentro de unos meses se conmemora el 70? aniversario del final de la Guerra Civil y, de paso, el inicio de una Dictadura absolutamente an¨®mala (junto con la padecida por los portugueses) en el contexto europeo post-1945 de derrota del fascismo. Aquella guerra cruel y siniestra, pero a la que el tiempo ha nimbado (sobre todo en el extranjero) de un halo rom¨¢ntico, es posiblemente el segundo conflicto b¨¦lico civil -despu¨¦s de la Guerra de Secesi¨®n norteamericana- que m¨¢s literatura ha generado. Hace unos meses la Uned public¨® Bibliograf¨ªa de la Guerra Civil Espa?ola de 1936 a 1939, un ced¨¦ que inclu¨ªa m¨¢s de 40.000 t¨ªtulos censados por Maryse Bertrand de Mu?oz, la profesora canadiense que tanto ha contribuido a localizar la memoria de aquel conflicto que dej¨® profundas huellas en dos generaciones de espa?oles. A las siguientes ya no les afect¨® tanto, pero si uno se da una vuelta por la ficci¨®n contempor¨¢nea escrita en cualquiera de las lenguas oficiales del Estado, se encontrar¨¢ con que sigue siendo tel¨®n de fondo o pretexto de innumerables relatos y novelas. En todo caso, la pr¨®xima temporada contemplar¨¢ un incremento significativo de la bibliograf¨ªa en torno al periodo. Cr¨ªtica anuncia la biograf¨ªa Juan Negr¨ªn, de Gabriel Jackson, de quien la editorial lanza una "biblioteca" en la que se reeditar¨¢n algunas de sus obras fundamentales, como La Rep¨²blica espa?ola y la Guerra Civil (M¨¦xico, 1967). La peripecia vital y pol¨ªtica del m¨¦dico republicano y ministro de Hacienda, uno de los pol¨ªticos europeos m¨¢s sensibles al ascenso de los fascismos durante la "d¨¦cada oscura", ha sido recientemente explorada en sendas aproximaciones de Ricardo Miralles (Temas de Hoy) y Enrique Moradiellos (Pen¨ªnsula). Taurus, a su vez, emprende en noviembre un proyecto destinado a una gran repercusi¨®n intelectual: unas Obras Completas de don Manuel Aza?a (1880-1940) en seis tomos que recogen material que no figuraba en las de Juan Marichal publicadas en 1966-1968 (M¨¦xico, Oasis) y que ha preparado el historiador Santos Juli¨¢. En el mismo sello se publicar¨¢, de este ¨²ltimo autor, Aza?a, la biograf¨ªa completa, que ampl¨ªa y pone al d¨ªa su biograf¨ªa anterior, especialmente lo referente al periodo de la Presidencia de la Rep¨²blica (mayo, 1936-febrero, 1939). Un conjunto de libros importantes que se convertir¨¢n en otras tantas referencias de aquella Espa?a lejan¨ªsima (s¨®lo a veces).
La pr¨®xima temporada contemplar¨¢ un incremento significativo de la bibliograf¨ªa en torno a aquella Espa?a lejan¨ªsima (s¨®lo a veces)
Ocultismo
Tanto en Extra?o extranjero, la biograf¨ªa de Pessoa de Robert Br¨¦chon (Alianza), como en La Gran Bestia, la vida de Aleister Crowley, de John Symonds, que reedita Siruela estos d¨ªas, se encuentran abundantes referencias al encuentro del famoso mago brit¨¢nico y del poeta portugu¨¦s en el oto?o de 1930. A Crowley (1875-1947), de quien tambi¨¦n Melusina publicar¨¢ en septiembre la biograf¨ªa que le consagr¨® Martin Booth, le preced¨ªa su diab¨®lica reputaci¨®n obtenida a golpe de autopromoci¨®n: el "Monstruo" que hab¨ªa hecho del "666" apocal¨ªptico su divisa, y que escandalizaba a la burgues¨ªa brit¨¢nica exhibiendo su bisexualidad, escupiendo en el agua bendita o recitando el padrenuestro al rev¨¦s ("y l¨ªbranos del bien"), era ya ese conocido personaje a quien retrat¨® -sesgadamente para gusto del interesado- Somerset Maugham en su novela El Mago (1908). En cuanto a Pessoa (1888-1935) -de quien Gadir ha publicado recientemente los Diarios-, para entonces era uno de los m¨¢s prestigiosos poetas portugueses, aunque a¨²n no hab¨ªa publicado Tabacaria, uno de los m¨¢s grandes poemas europeos del siglo XX. Claro que la poes¨ªa no era el ¨²nico de sus intereses. Tras el suicidio en Par¨ªs (1916) de su amigo Sa Carneiro, Pessoa se hab¨ªa convertido en un forofo de lo sobrenatural-misterioso que permanec¨ªa obsesivamente atento a cuanto se presentara como esot¨¦rico u ocultista, y en los ¨²ltimos a?os hab¨ªa publicado no pocos art¨ªculos sobre esos temas (desde los Rosacruces a la masoner¨ªa, pasando por la teosof¨ªa, la c¨¢bala o la astrolog¨ªa): los lectores interesados pueden encontrar una muestra significativa en sus Escritos sobre ocultismo y masoner¨ªa (Alfama), traducido y prologado por Florencia Preatoni. La relaci¨®n entre los dos personajes ha saltado estos d¨ªas a la prensa cuando se ha hecho p¨²blico que una galer¨ªa lisboeta se prepara para subastar, en octubre, un conjunto de cerca de 2.000 p¨¢ginas del poeta que guardaban sus herederos, entre ellas 800 cartas y papeles referentes a la relaci¨®n Pessoa-Crowley. La posibilidad de que dichos documentos pudieran ser adquiridos por uno de los numerosos coleccionistas brit¨¢nicos fans de Crowley ha provocado que el Gobierno portugu¨¦s est¨¦ pensando en tomar cartas en el asunto. Quiz¨¢s el mejor sistema para impedir esa eventualidad tan poco halag¨¹e?a para el orgullo literario nacional ser¨ªa utilizar un conjuro crowleyano para convocar, en la sala de subastas, a los esp¨ªritus de las decenas de heter¨®nimos creados por Pessoa. Ser¨ªa curioso contemplar, por ejemplo, c¨®mo el pagano Alberto Caeiro o el moderno (pero irresoluto) ?lvaro de Campos se enfrentan en la puja por los papeles de su contradictorio demiurgo.
Jueza
?Qui¨¦n lo hizo? De la pregunta en ingl¨¦s ha derivado el marbete de un subg¨¦nero que ha dado mucho de s¨ª en la ya larga trayectoria de la novela policiaca: el whodunit. Un tipo de historia en la que el detective o investigador -siempre con un punto exc¨¦ntrico o poco convencional- resolv¨ªa el caso revelando finalmente la identidad del culpable, a la que hab¨ªa llegado como consecuencia de una serie de procesos deductivos. El (sub)g¨¦nero lo invent¨® Poe en Los cr¨ªmenes de la calle Morgue (1841), donde aparec¨ªa por vez primera el detective Auguste Dupin, pero fue Agatha Christie quien le dio un impulso sin precedentes. En el whodunit el ¨¦nfasis est¨¢ puesto en el qui¨¦n y el c¨®mo: el investigador/a observa comportamientos y coartadas, suministrando al lector datos suficientes como para que, a su vez, se convierta en detective vicario. Tras cuatro novelas protagonizadas por la jueza Mariana de Marco, el personaje creado por Jos¨¦ Mar¨ªa Guelbenzu (1944) llega a su madurez t¨¦cnica y expresiva en Un asesinato piadoso -t¨ªtulo de sabor cl¨¢sico- que Alfaguara publicar¨¢ a la vuelta del verano. La se?ora de Marco, independiente, meticulosa, profesional y con chispa de iron¨ªa bien dosificada ha evolucionado hasta convertirse en una referencia imprescindible en la actual literatura espa?ola de intriga. Pero, adem¨¢s, es una mujer elegante (me la imagino con su traje negro de c¨®ctel con tirantes) y absolutamente consciente de su poder de seducci¨®n -y no s¨®lo para su rijoso primo-. Y en cuanto a la historia, a prueba de desfallecimientos lectores, Guelbenzu demuestra ser un completo narrador que no olvida la -digamos- gama alta de su obra, sino que incorpora en su saga policiaca todo su oficio novelesco. -
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