Un director universal
Da igual lo que le echen: el director, actor y core¨®grafo Chen Shi-Zheng (Chang-sha, 1963) transforma en excelso arte esc¨¦nico todo lo que toca. Y su historia se parece un tanto al de la ¨®pera de marras. No en vano procede de la regi¨®n de Hunan, cuna de dagas voladoras y arroyos de mercurio, entre otras mitolog¨ªas a las que el cine contempor¨¢neo chino nos tiene ya acostumbrados.
Chen Shi-Zheng despunt¨® como actor y estudi¨® en una escuela de arte cl¨¢sico actoral, de donde pas¨® a la ?pera China tradicional. Su inquietud le llev¨® a emigrar a Norteam¨¦rica en 1986 (le ayud¨® un t¨ªo lejano, algo habitual en las sagas familiares chinas) y pas¨® fugazmente por unas aulas de teatro y danza vocacionales de la Universidad de Nueva York. Pero el talento es el talento y eso le abri¨® las puertas en la macrociudad de las oportunidades. Su sensibilidad para la cultura musical occidental cl¨¢sica le permiti¨® enseguida bordar varios montajes. En 2000 estren¨® en Nueva York El pabell¨®n de las peon¨ªas (Tang XianZu) y a recorrer mundo: Avi?¨®n, Mil¨¢n, Viena, Berl¨ªn, Par¨ªs... y finalmente Londres. Tambi¨¦n dirigi¨® en el festival de Spoleto y demostr¨® afinar ya sea con Mozart o con Purcell, y hasta con un fant¨¢stico Turandot (Puccini) que ha dado mucha guerra desde 1999.
El mismo Chen Shi-Zheng reconoce que su estilo es b¨¢sicamente danza sobre cualquier acci¨®n; se basa para componer sus escenas en los movimientos que le dicta su intuici¨®n musical: es decir, coreograf¨ªa. En sus ¨®peras siempre parece que todo se articula en un continuo, en una respiraci¨®n l¨ªrica que arrastra y fascina. En 2007, este chino universal, elegante y con cierto toque ir¨®nico, hizo su primer filme: Dark matter (con Meryl Streep, que dice literalmente adorar su sentido de direcci¨®n) y que fue aplaudida y premiada en Sundance.
La ¨®pera trata la muy antigua y sobada met¨¢fora tao¨ªsta del eterno viaje inici¨¢tico hacia Occidente, y el detalle est¨¢ en que, a pesar de algunas cr¨ªticas londinenses que fueron un tanto feroces, ¨¦sta la convirti¨® en un futurible donde no faltan fatalismos junto a horizontes promisorios.
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