La primera exhibici¨®n de China
La ceremonia de apertura de los Juegos Ol¨ªmpicos fue una fiesta colosal, tanto por su visualidad como por su movilizaci¨®n humana, s¨®lo empa?ada por el asfixiante calor en el estadio
China logr¨® ayer durante cuatro horas una tregua pol¨ªtica que, bajo la lupa de los principales dirigentes del planeta, le permiti¨® desplegar toda su majestuosidad para festejar la apertura de unos Juegos gigantescos, como corresponde a un pa¨ªs tan desmesurado. Ante la mirada del presidente, Hu Jintao, y con George W. Bush, Vlad¨ªmir Putin y Nicolas Sarkozy a su espalda entre cerca de 90 gobernantes y miembros de las realezas, Pek¨ªn apost¨® por una ceremonia de enorme exhibicionismo, grandiosa, con un arranque amenizado por una intrigante orquesta de 2.008 tambores y un inolvidable encendido del pebetero, ejecutado a 70 metros de altura por Li Ning, un ex campe¨®n ol¨ªmpico de gimnasia de 45 a?os. Fue una fiesta colosal, tanto por su visualidad, incluido un marat¨®n pirot¨¦cnico y simult¨¢neo en 1.800 puntos de la capital, como por su may¨²scula movilizaci¨®n humana, con 14.000 participantes, 9.000 de ellos militares, algunos de los cuales han tenido ensayos de 48 horas sin descanso. Un total de 100.000 agentes de seguridad custodiaron la ciudad, con el aeropuerto clausurado durante las cuatro horas que dur¨® el estreno, medida que ya estaba prevista antes de que ayer por la ma?ana un avi¨®n de Air China que llegaba de Tokio fuera obligado a regresar a la capital japonesa por una amenaza de bomba. Tambi¨¦n un grupo islamista lanz¨® inquietantes misivas contra Pek¨ªn y sus Juegos a trav¨¦s de Internet.
El 'anarcopase¨ªllo' espa?ol hizo temer a los organizadores por un retraso en el gui¨®n
S¨®lo el Nido, como se conoce al futurista estadio ol¨ªmpico, empa?¨® el espect¨¢culo al resultar una caldera asfixiante. Sus reputados arquitectos, los gabinetes suizos de Herzog y De Meuron, no han reparado en la ventilaci¨®n y la estrechez de las bocanas de acceso a las localidades impide cualquier corriente de aire. Insoportable. Como imagen elocuente, Rafa Nadal, al que las c¨¢maras de televisi¨®n captaron regado de la cabeza a los pies. La bandera china izada en el estadio flameaba por arte de magia. El ¨²nico soplo de la noche.
En esta sauna, el cineasta Zhang Yimou, que ha contado con un presupuesto de 100 millones de d¨®lares (unos 66 millones de euros), present¨® una obra con constantes referencias a la cultura milenaria local y un gui?o final al presente, con China de paseo por el Globo. Como coristas del evento, 2.488 voluntarios repartidos estrat¨¦gicamente por el grader¨ªo para dirigir el ¨¢nimo de los 91.000 espectadores.
Como era l¨®gico, el mayor voltaje lleg¨® con la aparici¨®n de la delegaci¨®n china, que cerr¨® el desfile, m¨¢s tedioso de la cuenta, de m¨¢s de 11.000 deportistas de 205 pa¨ªses, con Yao Ming, jugador de la NBA, como abanderado. A su lado, un h¨¦roe infantil, un ni?o de nueve a?os llamado Lin Hao que salv¨® a dos compa?eros de parvulario durante el terremoto que en mayo caus¨® casi 70.000 muertos y 20.000 desaparecidos en la provincia de Sichuan, al oeste de Pek¨ªn. Tambi¨¦n fueron acogidos con entusiasmo los desfiles de Taiw¨¢n, Hong Kong, Corea del Norte, Rusia y Estados Unidos. Y la entrada de David Cal, doble medallista en pirag¨¹ismo en Atenas 2004, al frente de Espa?a, a cuyos deportistas les dio por un anarcopase¨ªllo tan irreverente y descorchado que hicieron empalidecer a los organizadores, temerosos de no cumplir en hora con el gui¨®n. Los Pr¨ªncipes de Asturias ovacionaron el paso de la comitiva, al igual que Juan Antonio Samaranchi, como se conoce en China al ex presidente del Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional, extraordinariamente popular desde que bajo su mandato se concedieran a Pek¨ªn los Juegos en 2001. No hubo proclamas pol¨ªticas ni disidencias. La ¨²nica pancarta a la vista la mostr¨® un miembro de Senegal: "Amistad primero, competici¨®n despu¨¦s".
La traca final fue el encendido del pebetero, cuya ubicaci¨®n en lo alto del Nido no fue descubierta hasta bien entrada la ceremonia. Li Ning, s¨¦xtuple medallista de gimnasia en Los ?ngeles 1984, vol¨® como trapecista a 70 metros y, tras recorrer el inmenso anillo del techo, prendi¨® la antorcha. Soberbio, imaginativo e impactante. Un broche magn¨ªfico para el bautizo de unos Juegos que, bajo vigilancia pol¨ªtica, hoy dar¨¢n paso al deporte. Es su hora.
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