Gambia, la peque?a Jamaica

El destino despierta ciertas dudas. "?Gambia?, ?y qu¨¦ pinto yo en Gambia?". Pues, aunque no lo crea, mucho. Playas kilom¨¦tricas, reservas naturales; reggae y buen rollito; atardeceres de pel¨ªcula y conciertos al aire libre. Todo a precios muy asequibles (para septiembre se encuentran viajes de una semana a partir de unos 692 euros por persona, con vuelos, hotel y tasas).

Es el momento dulce de Gambia. El pa¨ªs, rodeado por Senegal (?frica occidental), vive una revoluci¨®n tur¨ªstica. Los que llegan son, sobre todo, ingleses o alemanes; j¨®venes que juegan al f¨²tbol en la playa y saludan al viajero. En Gambia, hasta las piedras sonr¨ªen (el lema tur¨ªstico oficial es The smiling coast, la costa sonriente). En una semana se descubren algunos de los secretos de este pa¨ªs en forma de serpiente (11.300 kil¨®metros cuadrados, como el Principado de Asturias) y partido en dos por el r¨ªo Gambia.

1. Sol y zumo de baobab

La Hawai gambiana se encuentra a unos veinte minutos en autob¨²s del aeropuerto de Banjul, la capital de Gambia. El trayecto por carretera es un resumen del pa¨ªs. Por la ventana desfilan baobabs (¨¢rboles de ramas atrofiadas, s¨ªmbolo del continente), casas se?oriales y tenderetes de carne asada donde cuelgan fotograf¨ªas de un sonriente Yahja Jammeh, presidente desde 1994. Im¨¢genes habitadas que se suceden con cuentagotas entre descampados.

Si el viaje es organizado, nos alojaremos en alguno de los resorts de la costa atl¨¢ntica. Una franja de 10 kil¨®metros entre las poblaciones de Bakau y Kololi que pasa por Fajara y Kotu. M¨¢s que hoteles, parecen urbanizaciones: habitaciones en casas de una planta, jardines con palmeras, piscinas a lo Melrose Place, salas de baile tipo Benidorm y ex¨®ticos restaurantes con techado de paja. Lo bueno de dormir en este tipo de alojamiento es que tenemos un pie en la cama y otro en la playa. La primera ma?ana se pasa volando repantigado en la hamaca, bebiendo un zumo de baobab (65 GMD, 2 euros) y holgazaneando. En las playas, los turistas parecen gatos al sol. Y las mujeres gambianas, de coloridos ropajes, venden platos de fruta (65 GMD, 2 euros) y ofrecen masajes (90 GMD, 3 euros).

2. Al ritmo de Bob Marley

La llaman la peque?a Jamaica, y con raz¨®n. Rastas, banderas jamaicanas, ritmos dub. Hay conciertos de m¨²sicos como el franc¨¦s afincado en Gambia y autodenominado Rebellion the Recaller o el tr¨ªo masculino Dancehall Masters. Tambi¨¦n abundan los espect¨¢culos de acr¨®batas fula, trovadores malink¨¦ y m¨²sicos de djamb¨¦ en las terrazas. Se puede tomar un plato de pescado y arroz (45 GMD, 1,50 euros) y una Julbrew (35 GMD, 1 euro), la cerveza gambiana, y disfrutar del espect¨¢culo en Lama Lama o Destiny (en Kololi).

3. Un pu?ado de 'dalasis'

Serekunda, a 15 minutos en taxi compartido desde Kotu, invita a regatear. Su abigarrado mercado de puestos es un hervidero de olores. Y su laberinto de calles, un entra?able bullicio. Muchachas con palanganas sobre la cabeza, cl¨¢xones de motos y coches, ni?os sonrientes pidiendo caramelos y amigos que insisten en actuar de gu¨ªas. El paseo dura un par de horas. Lo justo para admirar la t¨¦cnica del batik (tela te?ida con cera de abeja) y comprar alg¨²n souvenir como unas sandalias de cuero.

4. Naturaleza sagrada

Parecen piedras en el camino, pero no lo son. En el lago sagrado de los cocodrilos (su nombre oficial es Kachikaly Crocodile Pool), en el centro de Bakau (a 20 minutos en taxi compartido de Kotu), los reptiles tuestan su piel y echan una cabezadita. S¨®lo los turistas pagan por entrar. Los lugare?os acuden a rezar, porque los cocodrilos representan el poder de la fertilidad.

Gambia cuenta con seis parques y reservas naturales. All¨ª, chimpanc¨¦s, monos y babuinos hacen trastadas en las palmeras. Abuko, situada al oeste, es la zona protegida m¨¢s antigua del pa¨ªs. El mejor momento para observar las aves es a primera hora de la ma?ana, antes del calor del mediod¨ªa.

5. Marisco y manglares

Brikama, tercera poblaci¨®n de Gambia, es c¨¦lebre por su mercado de artesan¨ªa. El Woodcarver's Market, en un extremo de la ciudad y a la derecha viniendo desde Banjul o Serekunda, es un hormiguero de puestos. Los artesanos fabrican con madera cuencos, esculturas de gatos y bisuter¨ªa. Merece la pena sentarse a charlar con los ancianos del lugar, protegidos del calor por sus puestos de piedra. No muy lejos, a unos diez minutos en taxi convencional (150 GMD, 4,50 euros desde Serekunda), una caba?a hecha a mano flota sobre unos pilotes sobre el r¨ªo Gambia. Su nombre, Lamin Lodge; su aspecto, la casa de un cuento. En realidad es un restaurante muy c¨¦lebre entre los turistas donde sirven marisco. Antes de la comilona, un paseo en barca de una hora (700 GMD, unos 20 euros) permite so?ar entre manglares.

6. Cual Indiana Jones

El misterio envuelve Wassu, una aldea a unos veinte kil¨®metros de Georgetown. Unos cilindros de piedra, de entre uno y dos metros y medio de altura, tienen en jaque a los expertos. Datan de entre el a?o 500 y el 1000 despu¨¦s de Cristo. Nada se sabe sobre qui¨¦n los construy¨® ni para qu¨¦. No est¨¢ de m¨¢s acercarse a admirar su tosca belleza y fantasear con encontrarles una explicaci¨®n a lo Indiana Jones.

La amabilidad gambiana suele ser lo m¨¢s recordado del viaje. Existen nueve dialectos, pero todas las comunidades hablan ingl¨¦s y algunos chapurrean espa?ol. No se debe dejar el pa¨ªs sin compartir una taza de ataaya. En las esquinas de los mercados, los hombres preparan esta infusi¨®n de t¨¦ verde y mucho az¨²car. Hay que beberla de un trago y pasar el vaso.

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