El 'culebr¨®n' Ch¨¢vez
La espectacular liberaci¨®n de Ingrid Betancourt ha dejado al mundo literalmente boquiabierto y parece ser que ya se trabaja activamente en Hollywood en el gui¨®n para un posible rodaje. Sin embargo, m¨¢s que una pel¨ªcula nost¨¢lgica de cuando el mundo estaba dividido en dos bloques, el declive de las tristemente c¨¦lebres FARC, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, podr¨ªa ser el argumento de un episodio del culebr¨®n Ch¨¢vez.
Ser¨ªa un error, en efecto, intentar deshacer el intrincado ovillo de relaciones entre pol¨ªticos, terroristas y milicias recurriendo a los instrumentos de la guerra fr¨ªa: por una parte, un c¨¦lebre reh¨¦n -icono del esfuerzo democr¨¢tico de Colombia-, un presidente emprendedor, ?lvaro Uribe, apoyado por los gringos de Washington, y una extraordinaria coalici¨®n encabezada por el El¨ªseo y los servicios secretos israel¨ªes; por otra, las FARC, el imprevisible presidente-dictador venezolano Hugo Ch¨¢vez, y el movimiento antiimperialista de Latinoam¨¦rica.
El actual declive de las FARC va unido a la pol¨ªtica de erradicaci¨®n de plantaciones de coca
El ¨¦xito contra las FARC facilita a Uribe una enorme popularidad
La realidad, seg¨²n se dice, supera frecuentemente a la ficci¨®n, de manera que ser¨ªa aconsejable que durante los pr¨®ximos meses los guionistas de Hollywood no dejaran de tener muy en cuenta este dicho. El terrorismo no es el tiempo atmosf¨¦rico, resulta imposible realizar previsiones precisas. Hace seis meses, todos los analistas se mostraban concordes en considerar a las FARC como el ¨²nico grupo armado presente en Latinoam¨¦rica con capacidad de globalizarse, es decir, con posibilidades de dejar sentir su presencia fuera de Colombia.
Desde hace a?os, en efecto, mantienen relaciones con el IRA y con ETA y entablan negocios con los banqueros libaneses de Hezbol¨¢ en Ciudad del Este. Y sin embargo, en el curso de unos cuantos meses, el Ej¨¦rcito colombiano, flanqueado por el estadounidense, consigui¨® hacer pedazos a la c¨²pula de la organizaci¨®n.
En mayo perdi¨® la vida en un bombardeo en la frontera ecuatoriana el n¨²mero dos de las FARC, Ra¨²l Reyes, la eminencia gris del grupo. Poco despu¨¦s muere en su cama el propio fundador, Tirofijo. Defecciones y traiciones diezman a los militantes y el Ejecutivo admite que ha habido infiltraciones en su seno. En unos cuantos meses, la punta de diamante del terrorismo latinoamericano se convierte en un ej¨¦rcito a la desbandada, y si hoy Ingrid Betancourt est¨¢ libre es precisamente gracias a la falta de comunicaci¨®n y de coordinaci¨®n que hoy caracteriza a la organizaci¨®n.
Resultar¨ªa prematuro, sin embargo, declarar el final de las FARC. No ser¨ªa la primera vez que se las da por desahuciadas: en 1980, el n¨²mero de sus militantes hab¨ªa descendido a 200miembros y la organizaci¨®n estaba sin blanca, hasta el extremo de carecer de dinero incluso para alimentar a sus poqu¨ªsimos adeptos; sin embargo, Tirofijo tiene una intuici¨®n genial. Estipula un acuerdo con la narcomafia colombiana, gestionada en aquel momento por un pu?ado de individuos, ofreci¨¦ndole protecci¨®n armada contra el Ej¨¦rcito a cambio de una porci¨®n de los beneficios del narcotr¨¢fico. Las FARC saben moverse en el interior del pa¨ªs y son unos maestros de la guerrilla. Es lo que le hace falta al cartel: mantener alejado al Ej¨¦rcito colombiano para multiplicar la producci¨®n de coca¨ªna. La asociaci¨®n funciona y las FARC se enriquecen.
El actual declive de la organizaci¨®n va unido a la pol¨ªtica de erradicaci¨®n de las plantaciones de coca en Colombia, a la hostilidad de la poblaci¨®n civil vejada por secuestros e impuestos revolucionarios y al apoyo militar de los Estados Unidos. Pero el nuevo jefe, el antrop¨®logo Alfonso Cano, de 60 a?os, podr¨ªa guardarse un as en la manga: un acuerdo de cooperaci¨®n con un protector ilustre, el presidente de Venezuela.
Ch¨¢vez ha defendido en repetidas ocasiones la causa pol¨ªtica de las FARC, llegando incluso a incitar a Uribe a reconocer a la organizaci¨®n como fuerza pol¨ªtica a cambio de la promesa de su desmilitarizaci¨®n. Colombia y los Estados Unidos sostienen que Ch¨¢vez protege a las FARC, un verbo diplom¨¢tico tras el cual se esconde la convicci¨®n de que Venezuela es su aut¨¦ntico patrocinador. En mayo, tras la muerte de Reyes, la Interpol recupera tres port¨¢tiles que conten¨ªan informaci¨®n relativa a una presunta oferta de 300 millones de d¨®lares por parte de Ch¨¢vez. En un correo electr¨®nico se ventila la posibilidad de que las FARC adiestren a fuerzas venezolanas en las t¨¦cnicas de guerrilla. ?Con qu¨¦ objeto? No faltan en Suram¨¦rica quienes creen que Ch¨¢vez pretende convertir a las FARC en una milicia personal, en un Ej¨¦rcito en la sombra, oculto en la selva tropical que cubre la mayor parte de la frontera con Colombia. Es para ese ej¨¦rcito para el que hace poco Venezuela ha adquirido 1.000 AK-42 rusos, un arma predilecta por terroristas y guerrilleros pero que no pertenece a la dotaci¨®n del Ej¨¦rcito venezolano.
Las condiciones econ¨®micas de Colombia y de Venezuela parecen confirmar la tesis de que las FARC, si no reconvierten, desaparecer¨¢n. El crecimiento es r¨¢pido en ambos pa¨ªses por m¨¢s que la gesti¨®n de la econom¨ªa sea distinta. El presidente Uribe, notoriamente pro americano, ha sido capaz de estimular el crecimiento econ¨®mico a trav¨¦s de la exportaci¨®n de manufacturas hacia Estados Unidos y del flujo de capitales extranjeros, que se han triplicado desde 2002, alcanzando los 6.300 millones de d¨®lares. La pobreza y el desempleo han descendido y el ¨ªndice de popularidad de Uribe ha subido hasta el 80%, gracias entre otras cosas a sus victorias contra las FARC y contra la criminalidad. Los asesinatos han descendido en un 40% y los ataques terroristas en un 77%. La producci¨®n de coca¨ªna se reduce y a medida que se van erradicando las plantaciones, los cocaineros las desplazan al otro lado de las fronteras, en Per¨², Bolivia y Venezuela.
El crecimiento econ¨®mico venezolano, por el contrario, va unido al petr¨®leo y al gasto p¨²blico. No existe un sector privado, pues, al contrario, Ch¨¢vez se ha esforzado por destruirlo. La econom¨ªa est¨¢ a merced de una inflaci¨®n galopante, el 23% en 2007, casi el doble que en 2008, y se da una carencia cr¨®nica de productos b¨¢sicos, desde la leche a la harina. La ret¨®rica anticapitalista del presidente alimenta la fuga de capitales. La criminalidad ha aumentado hasta niveles de r¨¦cord, mientras que el ¨ªndice de popularidad de Ch¨¢vez ha descendido hasta el 40%. Y al presidente le hacen falta grandes esfuerzos para mantener buenas relaciones con sus vecinos antiimperialistas, como Evo Morales, sobre quienes pretende ejercer su propia influencia pol¨ªtica.
Y as¨ª llega el inesperado final de este episodio del culebr¨®n Ch¨¢vez: las FARC impiden que la oposici¨®n contra Ch¨¢vez alcance sus prop¨®sitos y a cambio obtienen v¨ªa libre para reconducir el narcotr¨¢fico proveniente de las nuevas plantaciones a trav¨¦s de Venezuela. La transici¨®n de grupo armado a narcomafia se concluye y al mismo tiempo se completa la de presidente a dictador.
Traducci¨®n de Carlos Gumpert.
Loretta Napoleoni es economista italiana, autora de Econom¨ªa canalla.
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