Ideolog¨ªa y crisis econ¨®mica
Desde que el Gobierno zanj¨® el debate sem¨¢ntico sobre el actual periodo de d¨¦bil crecimiento y lo llam¨® crisis, la discusi¨®n se centr¨® por fin en las medidas que deb¨ªan adoptarse para salir de la misma.
Conocedores de su relevancia p¨²blica, los partidos pol¨ªticos comenzaron a gotear sus propuestas antes del verano, y las vienen acompa?ando siempre de una etiqueta ideol¨®gica. El Gobierno se esforz¨® en explicar que, dado su car¨¢cter progresista, el mantenimiento de sus pol¨ªticas sociales (sobre todo, la financiaci¨®n de la Ley de Dependencia, el incremento del salario m¨ªnimo y la subida de las pensiones m¨ªnimas) es lo que le diferenciar¨ªa en esta crisis del PP. Los populares, sin embargo, dijeron que lo que los ciudadanos y las empresas espa?olas necesitan es m¨¢s dinero a fin de mes, por lo que una rebaja impositiva generalizada es su medida estrella para salir de la crisis.
El Gobierno debe sumar al discurso social argumentos que pongan en valor la inversi¨®n p¨²blica
En este contexto, hay dos cosas claras: primero, el curso pol¨ªtico que empieza en septiembre ser¨¢ dif¨ªcil para el Gobierno por la crisis y por su minor¨ªa parlamentaria; y segundo, el discurso econ¨®mico ser¨¢ tan importante como las medidas que se adopten, de cara a rentabilizar pol¨ªticamente la fase de crecimiento que llegar¨¢ antes de las elecciones de 2012.
El dif¨ªcil debate presupuestario de este oto?o ser¨¢ el primer hito en la batalla discursiva que afrontar¨¢ el Gobierno a corto y medio plazo en el terreno econ¨®mico. Se ver¨¢ sobrepasado por la izquierda por IU o ERC cuando pidan m¨¢s gasto social, y tambi¨¦n por la derecha, cuando el PP o CiU pidan menores impuestos y ajustes en el gasto de Administraciones P¨²blicas.
Para superar esas presiones y ganar nuevos matices en la exposici¨®n de su pol¨ªtica presupuestaria, debe apuntalar su discurso ideol¨®gico con nuevos elementos. En este sentido, la experiencia internacional de las ¨²ltimas d¨¦cadas nos ense?a dos lecciones que deber¨ªan ser ¨²tiles. En primer lugar, las hemerotecas prueban que los partidos en el poder (de izquierdas o derechas) siempre se pusieron a la cabeza de la protecci¨®n de sus ciudadanos frente a las crisis cuando ¨¦stas llegaron. Ning¨²n dirigente democr¨¢tico afirmar¨ªa en plena desaceleraci¨®n que va a abandonar a los que m¨¢s sufren, por mera cuesti¨®n de supervivencia pol¨ªtica. As¨ª, dirigentes de centro-derecha como Kohl en Alemania, o Chirac en Francia, mantuvieron (o incrementaron) su gasto social durante la crisis de principios de los noventa, con el mismo discurso que hoy hace el PSOE, y al que tambi¨¦n trata de apuntarse el PP.
En segundo lugar, los datos objetivos demuestran que en los pa¨ªses de la OCDE, entre 1970 y 2005, los gobiernos de centro-izquierda invirtieron el doble que los gobiernos de centro-derecha. Estas diferencias se mantienen aunque var¨ªen el n¨²mero de a?os en el gobierno o el peso de su mayor¨ªa parlamentaria. Se mantienen tambi¨¦n aunque s¨®lo consideremos los a?os de crisis y los de restricciones presupuestarias. Cuando llegaron las vacas flacas, los gobiernos de centro-izquierda prefirieron mantener la inversi¨®n p¨²blica, incluso aunque eso implicara un menor crecimiento de las transferencias sociales, el consumo p¨²blico o los salarios de los funcionarios.
No es de extra?ar esta apuesta por la inversi¨®n productiva por parte de los gobiernos de centro-izquierda, ya que obedece a una visi¨®n econ¨®mica diferenciada. Los gobiernos progresistas creen que el Estado puede mejorar las condiciones en las que operan las empresas, mediante fuertes inversiones en educaci¨®n, infraestructuras, comunicaciones y tecnolog¨ªa, para incrementar la productividad de los factores que utilizan esas empresas. Mientras que los gobiernos conservadores creen que la intervenci¨®n del Estado es ineficiente y distorsionadora, y conceden un papel m¨ªnimo a la inversi¨®n p¨²blica. Para ellos, el capital privado invertir¨¢ en las actividades que generen mayores retornos y, al maximizar su inversi¨®n individual, estar¨¢n maximizando el bienestar de la sociedad.
Por tanto, en Estados de bienestar consolidados, como los europeos, donde realmente se establecen las diferencias ideol¨®gicas en ¨¦pocas de crisis no es en el gasto social, sino en la apuesta relativa de los gobiernos por la inversi¨®n productiva. Este tipo de inversi¨®n p¨²blica incluye partidas como el gasto en formaci¨®n, I+D+i, infraestructuras del transporte, rehabilitaci¨®n urbana, telecomunicaciones o ahorro y eficiencia energ¨¦tica, que son mucho menos visibles que los gastos sociales, pero m¨¢s importantes para la recuperaci¨®n econ¨®mica.
El Gobierno socialista gan¨® en 2004 y 2008 con programas electorales plenamente coherentes con esta visi¨®n, que pon¨ªan en valor al Estado como agente dinamizador de la econom¨ªa. Para ello, apostar¨ªa por un c¨ªrculo presupuestario virtuoso que empezar¨ªa por el gasto productivo para llegar al crecimiento econ¨®mico y as¨ª financiar el aumento del gasto social, pero no a la inversa. En su primer mandato, todos los presupuestos siguieron esta filosof¨ªa.
Ahora, al principio de su segundo mandato y con el debate econ¨®mico en todas las portadas, el Gobierno debe mantener esa l¨ªnea y sumar a su discurso social actual un argumento inversor. Poner en valor la inversi¨®n p¨²blica que realice le permitir¨¢ capitalizar la recuperaci¨®n posterior. El Gobierno podr¨¢ atribuirse el m¨¦rito de haber marcado la senda del cambio de modelo, y adem¨¢s ser¨¢ muy bueno para salir pronto y reforzados de esta crisis.
Carlos Mulas-Granados es profesor de Econom¨ªa Aplicada en la UCM.
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