Rusia impone su poder
El Gobierno de Mosc¨² ha obtenido un gran ¨¦xito al lograr que el presidente Sarkozy aceptara hablar, por primera vez en Occidente, de los territorios no reconocidos de la antigua URSS sin mencionar la integridad territorial de Georgia
La guerra ha vuelto al C¨¢ucaso. El enfrentamiento de Georgia con Rusia por conquistar Osetia del Sur es el s¨ªntoma m¨¢s inquietante de viejos problemas vecinales que, como enfermos no tratados, se han agravado con el tiempo, adem¨¢s de haberse contagiado de las dolencias, las man¨ªas y las obsesiones de los grandes actores de la geopol¨ªtica mundial.
En la noche del 8 al 9 pasados, Mija¨ªl Saakashvili, el presidente de Georgia, trat¨® de solucionar por la fuerza uno de los cinco conflictos que quedaron en la geograf¨ªa de la antigua URSS cuando se fragment¨® en 15 pa¨ªses. El de Chechenia, el m¨¢s virulento de todos, ya fue resuelto por Rusia (por lo menos de momento) al precio de dos guerras, decenas de miles de muertos y la instauraci¨®n en el poder de Ramz¨¢n Kad¨ªrov, que dicta su propia ley en aquella regi¨®n cauc¨¢sica.
El enfrentamiento es el s¨ªntoma de problemas que, como enfermos no tratados, se han agravado con el tiempo
Territorios sin salida para sus aspiraciones viven independientes, 'congelados' en un mundo paralelo
Los presidentes que ha habido en Georgia desde el colapso sovi¨¦tico han iniciado guerras por motivos territoriales
Putin ha sabido encauzar la energ¨ªa guerrera chechena al servicio y n¨®mina del Estado ruso
El delicado tema de la independencia de los "agujeros negros" se encuentra ya sobre la mesa en Europa
Georgia presenta a osetios y abjazos como "mafias delictivas", mientras que la ret¨®rica actual rusa los exalta
El resto de territorios que no han encontrado salida para sus aspiraciones -Osetia del Sur y Abjazia, en Georgia; el Alto Karabaj, en Azerbaiy¨¢n, y el Transdni¨¦ster, en Moldavia- llegaron a un estado de congelaci¨®n tras diversos acuerdos de alto el fuego firmados en la primera mitad de los a?os noventa. Desde entonces han sido independientes de hecho y han vivido en un mundo paralelo al de los Estados reconocidos en 1991, a los cuales en la pr¨¢ctica nunca se han sometido. El Alto Karabaj se mantiene gracias a Armenia, y los otros tres lo hacen merced a la ayuda de las tropas de pacificadores rusos y el apoyo pol¨ªtico y econ¨®mico de Mosc¨², que ha repartido generosamente pasaportes entre sus habitantes.
Kosovo ha derretido aquel universo congelado. La independencia lograda por la antigua regi¨®n aut¨®noma de Serbia con el apoyo de EE UU y otros pa¨ªses occidentales ha supuesto un precedente para todos, un ejemplo a imitar para los territorios no reconocidos y a evitar para quienes pretenden controlarlos. Al deshielo de la situaci¨®n de Osetia del Sur y Abjazia ha contribuido la aparici¨®n de Mija¨ªl Saakashvili, un l¨ªder encumbrado por la Revoluci¨®n de las Rosas (2003) con prisa por "reunificar las tierras georgianas" e ingresar en la OTAN a toda carrera para, seg¨²n el primer ministro ruso, Vlad¨ªmir Putin, "intentar arrastrar a su pa¨ªs y a otros pueblos en su aventura sangrienta".
Igualmente importante en la gestaci¨®n del conflicto es la pol¨ªtica de afirmaci¨®n de intereses de una Rusia enriquecida y embravecida por los hidrocarburos, la cual, desde la perspectiva de Saakashvili, "no ha aprendido nada, despu¨¦s de los mongoles" y no tiene "ni un gramo de civilizaci¨®n".
El c¨®ctel preparado con estos ingredientes ha sido la guerra de Osetia del Sur. Para conquistar este territorio, las tropas georgianas realizaron un ataque masivo preparado concienzudamente. Los rusos lo rechazaron en nombre de sus conciudadanos residentes en Osetia del Sur y, en su contraataque, cruzaron la frontera de otro pa¨ªs -por primera vez desde que desapareci¨® la URSS- para entrar en Georgia y realizar operaciones militares en el territorio de ¨¦sta (en Gori, la patria de Stalin, y en el puerto de Poti, en el mar Negro, por citar s¨®lo dos casos). Pese al acuerdo entre Georgia y Rusia gestionado hace unos d¨ªas por el presidente franc¨¦s, Nicolas Sarkozy, el pasado jueves parec¨ªa que los soldados rusos no abandonar¨ªan las posiciones militares en territorio de Georgia que son imprescindibles para la seguridad de Abjazia y Osetia del Sur.
Osetios y rusos calculan que el n¨²mero de muertos y heridos oscila entre los 1.600 y 2.000, aunque esta cifra parece exagerada a quienes han recorrido la zona y podr¨ªa estar deliberadamente inflada en el marco de la propaganda de guerra para subrayar la magnitud del ataque georgiano. Las p¨¦rdidas de los militares rusos son de 74 muertos, 171 heridos y 19 desaparecidos, seg¨²n cifras facilitadas por el Estado Mayor ruso el pasado 13 de agosto. En las operaciones participaron reclutas cumpliendo su servicio militar, seg¨²n el diario Novii Izvestia.
Paralelamente, Abjazia aprovech¨® la guerra en Osetia del Sur para abrir un segundo frente y reconquistar la parte alta del valle de Kodor, que los georgianos ocuparon en 2006 para establecer un r¨¦gimen leal a Tbilisi, algo parecido a lo que hab¨ªan hecho tambi¨¦n en Osetia del Sur, en el pueblo de Kurta, a seis kil¨®metros de Tsjinvali. A diferencia de Osetia del Sur, donde los pueblos georgianos (hoy vac¨ªos) y los osetios forman un mosaico, Abjazia es un territorio compacto.
La guerra propagand¨ªstica que ha acompa?ado las hostilidades hace dif¨ªcil la reconstrucci¨®n precisa de muchos aspectos. Saakashvili saca a los rusos de sus casillas porque ¨¦stos creen sinceramente que el l¨ªder georgiano dice una cosa y hace exactamente lo contrario con el benepl¨¢cito de europeos y, sobre todo, de los norteamericanos.
El detonante inmediato de la confrontaci¨®n fue un ataque por sorpresa georgiano en la noche del 7 al 8 de agosto. Los rusos -desde los altos dirigentes hasta los ciudadanos de a pie- le aplican un solo calificativo: "p¨¦rfido". Para Tbilisi, el objetivo es el "restablecimiento" de un "orden constitucional" que -hay que subrayar- nunca existi¨® de hecho en Osetia del Sur.
A principios de los a?os noventa, cuando en Tbilisi estaba en el poder Zviat Gamasajurdia, los georgianos intentaron someter a Osetia del Sur, que los rechaz¨® por las armas, tras un penoso bloqueo de Tsjinvali, que, por estar metida en un valle, es muy vulnerable a los ataques desde las alturas vecinas por el sur y los pueblos georgianos en las monta?as. En 1992, el presidente de Rusia, Bor¨ªs Yeltsin, y el de Georgia, Eduard Shevardnadze, firmaron en Dagom¨ªs (Sochi) un acuerdo regulador del conflicto. En virtud de este pacto fue creado un mecanismo tripartito, la Comisi¨®n Mixta de Control (CMC), que sentaba a la mesa a rusos, georgianos y osetios, y enviaba a la zona un contingente pacificador formado por tres batallones: uno georgiano, otro ruso y otro osetio, a raz¨®n de 500 hombres cada uno, am¨¦n de la posibilidad de ser reforzados.
En los ¨²ltimos a?os, la CMC se reun¨ªa de forma cada vez m¨¢s espor¨¢dica y los pacificadores colaboraban cada vez menos y estaban cada vez m¨¢s a la gre?a. Hace ya tiempo que Saakashvili quer¨ªa eliminar a los pacificadores rusos presentes en Osetia del Sur y en Abjazia, por considerarlos tropas de ocupaci¨®n que han tomado partido por los separatistas. Sin embargo, los rusos se han negado a marcharse invocando los acuerdos de los noventa y la necesidad de proteger a osetios y abjazos. Georgia ha presionado en vano a los pa¨ªses de la Comunidad de Estados Independientes (CEI), bajo cuya ¨¦gida act¨²an formalmente los pacificadores rusos en Abjazia, para que suspendieran su mandato, y tambi¨¦n ha tratado de involucrar a pacificadores de otros pa¨ªses en los dos territorios independentistas.
En julio pasado, las hostilidades en Osetia del Sur fueron en aumento. Por las noches, los georgianos disparaban sobre Tsjinvali desde los altos vecinos y la poblaci¨®n civil hab¨ªa comenzado a evacuar a los ni?os a Osetia del Norte. Los aviones rusos llegaron a volar sobre la capital osetia para "enfriar las cabezas calientes". El 7 de agosto la situaci¨®n dio un giro radical y se transform¨® en guerra abierta cuando Tbilisi mand¨® su aviaci¨®n y sus tanques a la conquista de Osetia del Sur. Ni los osetios ni los rusos esperaban la agresi¨®n, sobre todo despu¨¦s de las declaraciones televisivas de Saakashvili, que por la tarde del 7 de agosto hab¨ªa exhortado a mantener la calma y no responder a las "provocaciones" de los surosetios. Ante las m¨¢gicas palabras del presidente cesaron los tiroteos sobre Tsjinvali, que hab¨ªan durado todo el d¨ªa. A la capital osetia lleg¨® el ministro de reintegraci¨®n georgiana, Temur Yakobashvili, que se reuni¨® a puerta cerrada con el embajador para asuntos extraordinarios del Ministerio de Exteriores de Rusia, Yuri Popov, y Bor¨ªs Choch¨ªev, el representante de Osetia del Sur en la CMC. Yakobashvili abandon¨® Tsjinvali en un coche con cristales ahumados y sin hablar con la prensa, seg¨²n la periodista Marina Perev¨®zkina.
La sensaci¨®n de relajo era tal que Popov, Choch¨ªev y Marat Kulajm¨¦tov, el jefe de los pacificadores rusos en Osetia del Sur, hicieron un descanso antes de comunicar a los periodistas, entre las ocho y las nueve de la noche, que se hab¨ªa acordado un alto el fuego y que a mediod¨ªa del viernes, d¨ªa 8, se reunir¨ªan Yakobashvili y Choch¨ªev.
Perev¨®zkina dorm¨ªa ya cuando el secretario de prensa de los pacificadores despert¨® personalmente a todos los periodistas del hotel Al¨¢n, el ¨²nico aceptable de la ciudad, que fue renovado para acoger en noviembre de 2006 a los reporteros que cubrieron el refer¨¦ndum en el que Osetia del Sur reafirm¨® su voluntad de independencia, ya expresada en otra consulta popular en 1992, y reeligieron tambi¨¦n a su presidente, Eduard Kokoity. Kulajm¨¦tov quer¨ªa hacer una declaraci¨®n urgente en el cuartel de los pacificadores, pero cuando el militar se dispon¨ªa a hablar cay¨® una carga de mortero sobre el cuartel y los periodistas salieron huyendo, mientras la artiller¨ªa georgiana, apoyada por la aviaci¨®n, atacaba la ciudad con morteros, misiles y bombas.
La periodista Perev¨®zkina, con otros compa?eros y pacificadores osetios, pas¨® la noche en la caseta de las duchas, un edificio poco consistente, de donde saldr¨ªa para correr como una liebre hacia el s¨®tano del hotel. La odisea que la llev¨® por huertos y s¨®tanos se acabar¨ªa para ella el s¨¢bado 9 de agosto por la noche, cuando pudo abandonar la ciudad.
Irina Kuksenkova, del diario Moskovski Komsom¨®lets, que tambi¨¦n estaba en el cuartel de los pacificadores rusos en Tsjinvali, registr¨® la conversaci¨®n por radio en la que una unidad rusa advert¨ªa a otra del comienzo del ataque masivo de los tanques georgianos sobre Tsjinvali. Eran las 23.37 (dos horas menos en Espa?a) del jueves 7 de agosto. En el momento del ataque, afirmaba Kuksenkova, Rusia ten¨ªa 1.700 soldados en Tsjinvali. Esos efectivos eran insuficientes para repeler la ofensiva que Tbilisi ha calificado como "medidas de respuesta a la provocaci¨®n de Osetia del Sur y de defensa de la agresi¨®n rusa". Medios militares rusos aseguraban que en ella han participado 10.000 hombres.
A la vista de lo bien equipados que est¨¢n los georgianos, los militares rusos piden ahora un incremento de su presupuesto, en parte para medios de equipamiento electr¨®nico. La sofisticaci¨®n de los pertrechos georgianos y la cuant¨ªa de su presupuesto de defensa (hasta 890 millones de d¨®lares o el equivalente al 8% de su PIB, seg¨²n el diario Kommersant) contrastan con la situaci¨®n econ¨®mica del pa¨ªs, que ha sustituido su econom¨ªa tradicional agroindustrial orientada hacia el mercado ruso por una combinaci¨®n de cr¨¦ditos, inversiones directas inspiradas en parte pol¨ªticamente y donaciones.
"La econom¨ªa georgiana es artificial y depende de las entidades internacionales que reproducen en Tbilisi la misma pol¨ªtica que llevaban en Latinoam¨¦rica en los a?os setenta", se?ala una fuente financiera internacional. "Si dejamos de lado el maquillado de las cifras realizado por expertos funcionarios internacionales, todas las finanzas georgianas suponen la d¨¦cima parte del volumen de una caja de ahorros espa?ola de medio pelo", se?alaba la misma fuente, que considera el env¨ªo de 2.000 soldados georgianos a Irak como una forma de "luchar contra el paro".
Por la ma?ana del 8 de agosto, Tsjinvali era una ciudad en ruinas que a muchos les recordaba Grozni, la capital de Chechenia, durante la guerra. La sede de la presidencia y el Gobierno de Osetia del Sur, el Ministerio de Defensa y Asuntos Exteriores, el Parlamento y la Universidad hab¨ªan quedado destruidos, al igual que barrios enteros, especialmente los m¨¢s expuestos a las posiciones georgianas. Por la tarde del 8, los tanques georgianos se paseaban junto al cuartel de los pacificadores, y la situaci¨®n para los soldados rusos y osetios que permanec¨ªan en ¨¦l lleg¨® a ser tan cr¨ªtica que ¨¦stos quemaron los documentos y los c¨®digos secretos de las comunicaciones y echaron a la hoguera la bandera georgiana que todav¨ªa ondeaba en el cuartel, incluso despu¨¦s de que los georgianos se fueran aparentemente a la vista de lo que se avecinaba.
El s¨¢bado 9 de agosto, los rusos recibieron refuerzos del 58? Ej¨¦rcito, unidades del batall¨®n checheno Vostok y una brigada del servicio de espionaje militar. Los soldados rusos que durante todo el d¨ªa estuvieron entrando en Osetia del Sur se cruzaban con una riada humana que hu¨ªa hacia el norte. Cuando las agencias de prensa rusas anunciaban que Tsjinvali estaba ya bajo control, la realidad era que los rusos no hab¨ªan podido entrar en Tsjinvali debido al intenso fuego de los georgianos. En opini¨®n de Kuksenkova, un precipitado ataque ese d¨ªa cost¨® a los rusos decenas de carros blindados y pr¨¢cticamente les priv¨® de un batall¨®n.
El domingo 10 de agosto, Tsjinvali fue dividido en dos partes: rusos y osetios controlaban el norte del mercado, y los georgianos controlaban el sur. Hubo confusi¨®n y grandes p¨¦rdidas. Los rusos derribaron uno de sus propios aviones, cuyo piloto se salv¨® de milagro del tiroteo amigo, seg¨²n relataba Kuksenkova, y de los 200 pacificadores que intentaron salir del puesto de Shanjai (un barrio al sur de Tsjinvali) s¨®lo 40 lograron ponerse a salvo en Dzhava, la segunda ciudad del pa¨ªs. Hubo que esperar a la noche, tras la entrada de refuerzos masivos, para poder hablar de una "liberaci¨®n segura" de la ciudad, seg¨²n afirmaba el coronel ?gor Konachenkov, ayudante del jefe de la infanter¨ªa rusa. E incluso el lunes y el martes de esta misma semana segu¨ªan los combates residuales en la frontera administrativa de Osetia del Sur con Georgia. En opini¨®n de los analistas militares rusos, tan s¨®lo la desmilitarizaci¨®n de las zonas adyacentes georgianas asegura la estabilidad de la regi¨®n separatista. Por esta raz¨®n, parece, el Ej¨¦rcito ruso emprendi¨® operaciones en Gori, incluso despu¨¦s de que el presidente Dmitri Medv¨¦dev anunciara el alto el fuego el pasado martes. En esa jornada, la diplomacia comenz¨® a predominar sobre las armas gracias a los esfuerzos del presidente franc¨¦s, Nicolas Sarkozy.
Mientras tanto, Abjazia hab¨ªa bombardeado a los georgianos del desfiladero de Kodor y completaba su operaci¨®n para expulsarlos de all¨ª. Los abjazos dijeron que se hab¨ªan bastado solos, pero Rusia les envi¨® 9.000 hombres y 350 blindados, as¨ª como al general Vlad¨ªmir Sham¨¢nov, famoso por sus campa?as en Chechenia. La situaci¨®n internacional se complic¨® con la entrada en juego de Ucrania, preocupada por el uso de la flota del mar Negro de Rusia en contra de Georgia. Efectivamente, los buques rusos bloquearon los accesos a los puertos georgianos con el fin de impedir que las tropas de Tbilisi entraran en Abjazia por mar y tambi¨¦n que el Ej¨¦rcito pudiera recibir suministros de armamento proveniente de otros pa¨ªses.
Tambi¨¦n en el frente abjazo, Rusia se sali¨® del marco de la defensa de los territorios no reconocidos, al hacer incursiones en el puerto de Poti y destruir instalaciones militares en esa ciudad. Tras entrar en Zugdidi, en la zona de seguridad abjazo-georgiana, los rusos siguieron hasta Senaki. Y¨²shenko, con otros l¨ªderes de la nueva Europa, de Polonia y los pa¨ªses del B¨¢ltico, fue a apoyar a Saakashvili a Tbilisi y posteriormente promulg¨® un decreto por el que obliga a los buques de la flota del mar Negro a pedir permiso con anticipaci¨®n para abandonar su base de Crimea. Rusia alega que la medida viola los acuerdos de 1997 sobre la flota del mar Negro.
Para comprender lo sucedido y en previsi¨®n de lo que puede suceder, conviene deslindar entre los problemas mismos de las comunidades no reconocidas y los que han aportado los salvadores y mediadores. El independentismo de Osetia del Sur y de Abjazia tiene su propia l¨®gica interna, pero sobre ella se proyectan las l¨®gicas y ambiciones de quienes se presentan como gestores diversos del problema. Rusia ha visto en los n¨¢ufragos de la antigua URSS un instrumento para afirmar su pol¨ªtica contra la ampliaci¨®n de la OTAN. Mosc¨² ha ayudado a los separatistas con pasaportes, becas de estudios, ciertas prestaciones sociales como pensiones de jubilaci¨®n y financiaci¨®n de obras y comunicaciones. Pero tambi¨¦n ha tenido a estas regiones en una especie de limbo jur¨ªdico, sin reconocerlas como Estado y sin anexion¨¢rselas. La solidaridad y las emociones que hoy despiertan los osetios en el Kremlin contrastan con la indiferencia de ¨¦ste ante los problemas de los rusos a merced de d¨¦spotas asi¨¢ticos. El Kremlin nunca ha defendido en p¨²blico a los rusos que sufren diferentes vejaciones en Turkmenist¨¢n, un socio clave de Gazprom en el negocio del gas. La indignaci¨®n de la sociedad rusa ante el sufrimiento de los osetios contrasta tambi¨¦n con su indiferencia ante los excesos que el Ej¨¦rcito ruso cometi¨® en Chechenia, hoy aparentemente olvidados.
La Rusia de hoy no es la de los noventa, y prueba de ello es que en Osetia del Sur han luchado los batallones chechenos Vostok (Este) y Z¨¢pad (Oeste), que ya fueron de pacificadores al L¨ªbano. Putin ha sabido encauzar la energ¨ªa guerrera chechena al servicio y n¨®mina del Estado, y prueba de lo complicadas que son las cosas en el C¨¢ucaso es Sulim Yamad¨¢yev, sobre el que pesa una orden de busca y captura como acusado de asesinato, seg¨²n Moskovski Komsom¨®lets, uno de los jefes de las unidades chechenas en Osetia del Sur. En Osetia del Sur han luchado 218 chechenos (103 en Tsjinvali y otros 115 en las proximidades de Gori).
En 1989, el premio Nobel de la Paz Andr¨¦i S¨¢jarov hab¨ªa calificado a Georgia de "peque?o imperio" con respecto a Abjazia y Osetia del Sur. De hecho, los tres presidentes que se han sucedido en Georgia desde el colapso de la URSS -Zviad Gamsajurdia, Eduard Shevardnadze y Mija¨ªl Saakashvili- han iniciado guerras por motivos territoriales. Cualquiera que est¨¦ familiarizado con Georgia advierte el contraste entre las dos caras del pa¨ªs: una refinada y exquisita, que produce m¨²sica fascinante y cineastas de la categor¨ªa de Ioseliani, Che¨ªdze, Paradzh¨¢nov o Abuladze; y otra brutal y cruel, cuyo m¨¢ximo exponente fue Stalin. Esta corresponsal recuerda c¨®mo en febrero de 1991 los ancianos de un asilo de Tsjinvali perec¨ªan de fr¨ªo debido a las insoportables condiciones creadas por el corte de energ¨ªa el¨¦ctrica sancionado por las autoridades georgianas.
Los georgianos se han empe?ado en presentar a osetios y abjazos como "mafias delictivas", y la ret¨®rica actual rusa en defensa de peque?os pueblos los exalta ahora pr¨¢cticamente como reservas culturales de la humanidad. La realidad es m¨¢s matizada. Por definici¨®n, es imposible sobrevivir como "Estado no reconocido" sin cometer ilegalidades desde el punto de vista de los reconocidos. Los abjazos pertenecen a la comunidad de los cherkesos masacrada y vencida por el Imperio Ruso en el siglo XIX, y los osetios se consideran los descendientes de los alanos, otro viejo pueblo del C¨¢ucaso, y hablan una lengua emparentada con el farsi. Unos y otros sufren la globalizaci¨®n. En diciembre de 2006, un ex alto funcionario osetio se quejaba en Tsjinvali de que la cultura local estaba siendo asimilada a la rusa y de que los actuales dirigentes, acostumbrados al apoyo de Mosc¨², se esforzaban poco por desarrollar el potencial econ¨®mico de la regi¨®n, que, seg¨²n ¨¦l, estaba en la agricultura y la energ¨ªa hidroel¨¦ctrica.
Rusia ha obtenido un gran ¨¦xito al conseguir que Sarkozy, por primera vez en Occidente, aceptara hablar de los territorios no reconocidos sin mencionar la integridad territorial de Georgia, y aunque este punto desapareci¨® del plan consensuado con Saakashvili, lo cierto es que el tema de la independencia de los agujeros negros est¨¢ ya sobre la mesa en Europa. En altos c¨ªrculos rusos existen dos tendencias: una a reconocer la independencia de estas regiones, y otra a dar largas al proceso. Al no reconocer la independencia de Tsjinvali y Sujumi, el Kremlin mantiene a Georgia y Occidente pendientes de un proceso de di¨¢logo y negociaci¨®n, es decir, ata a Georgia y le impide autodeterminarse ella misma, libre de su "peque?o imperio". Esta ¨²ltima postura prevalec¨ªa esta semana en Mosc¨². Se trata de un juego arriesgado que requiere mucha sofisticaci¨®n para no desbordarse. Desde luego, los separatistas preferir¨ªan ser reconocidos ya. Hoy mismo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.