La confianza mata a Casado
Higuero, ¨²nico espa?ol en la final de 1.500 metros tras la eliminaci¨®n del madrile?o
La felicidad por haber logrado el pase a la semifinal ol¨ªmpica de una manera que crey¨® sencilla le dur¨® a Arturo Casado lo que dura un cubito de hielo al sol de la plaza de Tiananmen. En cuanto vio con qui¨¦nes tendr¨ªa que batirse el cobre, al madrile?o de Santa Eugenia por poco le da algo. "Una locura", dijo; "una final anticipada. Todos los grandes nombres est¨¢n ah¨ª". Pero, en vez de reaccionar con temor, Casado, que se sent¨ªa fuerte e invulnerable, un atleta en estado de gracia, se tom¨® la prueba como un desaf¨ªo a su medida. "Me dej¨¦ llevar por la confianza y la ambici¨®n. Si aspiraba a medalla, ten¨ªa que pasar cualquier prueba", dijo Casado, que termin¨® und¨¦cimo. "Me equivoqu¨¦. Me he equivocado de t¨¢ctica. Era una serie tan fuerte que me ten¨ªa que haber reservado?", confes¨®.
En cada semifinal se clasificaban cinco. Dos m¨¢s pasaban por tiempos. En la de Juan Carlos Higuero, el otro espa?ol, que pas¨® la criba sin problemas, el arandino y el keniano Kiprop estaban claramente por encima de los dem¨¢s. En la de Casado corr¨ªan tambi¨¦n el temible bahrein¨ª Ramzi, el franc¨¦s Baala, el brit¨¢nico Baddeley, el keniano Choge, el neozeland¨¦s Willis, el norteamericano Lagat? La aristocracia actual del 1.500.
No fue Casado el ¨²nico cad¨¢ver ilustre de una semifinal incre¨ªble. El doble campe¨®n mundial de Osaka en los 1.500 y en los 5.000 metros, Lagat, tambi¨¦n se qued¨® fuera tras una carrera en la que el campe¨®n de Espa?a, como es su costumbre, esprint¨® en los primeros 200 metros para coger la cuerda y, en contra de la l¨®gica de las carreras t¨¢cticas, al mismo tiempo, la cabeza. Su altura y su gran corpulencia, un per¨ªmetro tor¨¢cico imposible de sobrepasar sin dar un rodeo por la calle 3, sus codos afilados que se mueven a la altura de la cabeza de algunos rivales, le conceden una gran ventaja: nadie se atreve a discutirle su posici¨®n. Mientras todos sufren empujones, patadas, clavos en las espinillas, ¨¦l, en su coraza, mira al mundo por encima del hombro.
"Pero, en cambio, tal como iba situado, no me enteraba de nada. No sab¨ªa lo que suced¨ªa a mis espaldas. No ve¨ªa las caras, no sab¨ªa c¨®mo se colocaban, c¨®mo se preparaban, c¨®mo respiraban", explic¨® Casado; "y, adem¨¢s, delante, me tragu¨¦ todos los cambios de ritmo, todos los acelerones, pues no permit¨ª que nadie me quitara el lugar de privilegio. Y me fui quedando sin fuerzas. Y, aunque me daba cuenta de mi error, no pod¨ªa cambiar de t¨¢ctica a mitad de la carrera: una vez que has jugado tus bazas, tienes que llegar hasta el final".
El final lleg¨® cuando Baala, fresco como una lechuga, cambi¨® en la contrarrecta. "Cuando me pas¨® y no pude seguirle, supe que hab¨ªa muerto", dijo luego Casado; "me qued¨¦ tan seco que me pasaron casi todos. He llegado hasta el final porque soy de los que siempre mueren matando, aunque, en mi caso, me he matado a m¨ª mismo".
Para las semifinales de los 100 metros vallas se clasific¨® con el mejor tiempo (12,68s) Josephine Onya, la nigeriana-valenciana que en junio pasado gan¨® dos pruebas correspondientes a la Liga de Oro. "Me he encontrado muy bien", dijo tras la prueba; "he corrido con Susana Kallur y me ha gustado mucho porque quiero estar a su altura y me esfuerzo m¨¢s".
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