"Nunca vivir¨¦ bajo el dominio ruso"
Decenas de miles de georgianos expulsados por los tanques de Mosc¨² se refugian en Tbilisi - Los desplazados por la guerra relatan los ataques y saqueos en sus casas
Los colegios de Tbilisi se han convertido en refugios provisionales de las decenas de miles de georgianos que han huido despavoridos de los bombardeos y el avance ruso. En cada aula se agrupa una familia y en el suelo, entre pupitres, tratan de conciliar el sue?o, que embargado por la pesadilla de la realidad, se resiste a dar descanso a las v¨ªctimas del conflicto.
"No tenemos ni camas", afirma Eka Jachapuridze sin poder evitar las l¨¢grimas al ver c¨®mo sus hijas de 14, 12 y 10 a?os han dejado escapar el colch¨®n que tra¨ªa un donante voluntario. "Yo les digo que est¨¦n al acecho de los coches para llegar las primeras, como hacen otros, pero no quieren. Tienen verg¨¹enza de pedir y no hemos conseguido m¨¢s que una peque?a toalla".
"Bombardearon la caravana de coches en la que hu¨ªamos", dice una desplazada
El mismo d¨ªa 8, poco despu¨¦s de que comenzara el bombardeo ruso, Eka, el marido y los ni?os abandonaron Kurta, uno de los nueve pueblos de Osetia del Sur habitado casi exclusivamente por georgianos y considerado por Tbilisi como la capital, ya que Tsjinvali siempre estuvo en poder de los separatistas osetios. "Los rusos sab¨ªan que en Kurta viv¨ªan todas las autoridades de la regi¨®n y la arrasaron. Ya no tengo casa, ni vacas, ni nada", se?ala ahogada en llanto.
Los m¨¢s de 300 desplazados en el colegio n¨²mero 62 de Tbilisi proceden todos de Kurta, situada apenas a siete kil¨®metros de Tsjinvali, pero curiosamente ninguno escuch¨® o concedi¨® importancia a la operaci¨®n militar lanzada por el presidente georgiano, Mija¨ªl Saakashvili, en la noche del d¨ªa 7 para recuperar la capital rebelde. "Llevamos a?os de escaramuzas y los separatistas siempre est¨¢n disparando", indica Dmitri Sanakoevi.
La carretera entre Kurta y Tsjinvali est¨¢ bloqueada desde hace un a?o, cuando se agrav¨® la tensi¨®n en Osetia del Sur, una regi¨®n que ya quiso separarse de Georgia en 1989, cuando florecieron los primeros nacionalismos dentro de la debilitada Uni¨®n Sovi¨¦tica (URSS). Una vez que Georgia se declar¨® independiente, en 1991, se desat¨® el enfrentamiento abierto entre Tbilisi y Tsjinvali, que se cerr¨® en falso en 1992 con un acuerdo que daba acceso a Osetia del Sur a las tropas rusas, convertidas en cuerpo de paz. La provincia separatista tiene 3.900 kil¨®metros cuadrados y 70.000 habitantes.
"Nunca vivir¨ªa bajo el dominio ruso", afirma Nana Datashvili, una enfermera de 46 a?os que hace una semana que no sabe nada de su marido. "Yo estaba en el hospital cuando comenzaron los bombardeos. Volv¨ª corriendo a casa y con mis dos hijos me sub¨ª al coche de un vecino", cuenta. Su marido se qued¨® para guardar la casa y los animales. "No pensamos que habr¨ªa una invasi¨®n. Dos d¨ªas despu¨¦s, Kurta era un infierno y decidi¨® huir a pie a trav¨¦s del bosque. Desde entonces no s¨¦ nada", asegura sin parar de estrujarse las manos.
Nana asegura que quiere volver a su pueblo aunque le toque reconstruir su casa, pero siempre y cuando siga bajo el control de Tbilisi. "Somos georgianos; mis hijos de 18 y 20 a?os ni siquiera hablan ruso. Podemos convivir con los osetios, pero dentro de Georgia", se?ala.
En Tbilisi, Nana se encontr¨® con muchos de sus vecinos. Kurta, al igual que Jeiti, Tirdznisi y las aldeas georgianas que sufrieron primero los bombardeos rusos y luego "los saqueos de los milicianos osetios y de las bandas" que robaron e incendiaron todo lo que encontraron.
El futuro de estas gentes se presenta incierto. Piensan que la temeridad de Saakashvili de retar a Rusia invadiendo Tsjinvali puede hacerles imposible volver a sus tierras. "Nuestro futuro est¨¢ en nuestros pueblos. Yo, con mi profesi¨®n de enfermera, tendr¨ªa menos problemas para adaptarme que el resto de la comunidad, que son campesinos, pero no somos de Tbilisi ni queremos vivir aqu¨ª".
"Los rusos bombardearon la caravana de coches en la que hu¨ªamos con lo puesto. He visto morir a una vecina. ?C¨®mo puedo vivir bajo su tutela?", se pregunta Eka Begashvili, de 48 a?os. Su aldea de Chaveti ya estaba ardiendo cuando Begashvili, junto con su hija y su nieta, se subi¨® al coche de un vecino; en el pueblo siguiente lo abandonaron y continuaron el camino a pie, solas. "Dijeron que era mejor dispersarse para que no nos vieran los aviones", indica. Ya de noche se subieron a otro coche hasta llegar a Gori, la principal ciudad entre Osetia del Sur y Tbilisi. "Pens¨¢bamos que all¨ª estar¨ªamos a salvo". Fue un espejismo de horas. Los bombarderos se cebaron en Gori antes de que el Ej¨¦rcito ruso ocupara la ciudad. El 80% de sus 49.000 habitantes tambi¨¦n abandon¨® en medio del caos sus casas.
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